Leonardo Pez

Este sábado, en el bar de la Galería Garay se desarrollará una edición especial del evento poético-performático por los tres años de su inicio. Habrá más de veinte slamers en escena (previa inscripción vía Facebook), intervenciones, feria editorial y el cierre musical estará a cargo de la banda rosarina Matilda. Se cobrará un bono contribución de 50 pesos.

Leonardo Pez
Tienen menos de treinta años. Para ellas, contar el slam es hablar de la historia de su vida. Sofía fue la primera en sumarse, cuando todavía era una jam, una noche de septiembre de 2013 en Ochava Roma. Irina, estudiante avanzada de Psicología, empezó como público y, con el tiempo, se “cargó” la mochila de la organización. “Es totalmente distinto a ir con tu papel y simplemente leer”, dice Yam, que al principio chusmeó el asunto por videos de Youtube. Flor cuenta que se cebó con la adrenalina de la situación escénica. Comparten gustos y consumos culturales. Entre ellos, el disfrute por la música de Mac de Marco, El Mató a un Policía Motorizado y Mi Amigo Invencible. En diálogo con El Litoral, el plantel femenino detrás del armado de una nueva Slam de Poesía Oral hizo un balance del tercer aniversario y adelantó de qué vendrá la gala del 9 de septiembre en Falucho Bar (San Martín 2365, galería Garay), a partir de las 21.30.
Construir y deconstruir
—¿Cuándo y cómo empieza el slam en Santa Fe? ¿Qué recuerdos tienen de aquellos momentos?
—Irina Teper: Todo comienza con la jam de poesía oral en 2013. La propuesta no existía en Santa Fe, así que hubo que contactarse con gente de Buenos Aires para conocer la movida. Un año después, se hizo el primer slam en el marco de la Feria del Libro.
—Sofía Gerboni: Me acerqué por primera vez a la poesía oral en una jam. Tenía miedo, pero lo disfruté porque me dio el espacio para vincular mi oficio de actriz con la poesía. Con el tiempo, nos hicimos amigos. La organización es una gran familia para mí.
—Yamila Brez: La primera vez que participé lo hice en Paraná. Fui público y recité en un mismo día. Algo extraño y encantador a la vez. Después me acerqué más a los chicos. Quería estar de este lado, ser parte de todo lo que comprende el slam.
—¿Qué cambió al pasar “al otro lado del mostrador”?
—Sofía: Cambiaron las formas. Los que empezaron la movida (Felipe Ojalvo, Chapa Perrone y Tam Naymark) se pusieron en los hombros el desafío y se hicieron cargo de las consecuencias. Nosotras somos herederas de esa estructura y a la vez convivimos con ella. Es algo que se empezó a construir y deconstruir.
—Florencia Olmos: Ahora lo craneamos desde otro lugar. Problematizamos el slam, sus temáticas y sus rituales. Nos gustó la idea de incorporar diferentes experiencias, de una manera más consciente. En el último tiempo, participamos en escuelas secundarias, hicimos intervenciones en distintos eventos públicos y autogestivos, y en recitales. Estamos muy agradecidos de que sea un espacio mutante que recibimos de una manera y lo entregamos de otra.
—Sofía: Creo que el slam se estructura en tres partes. La organización propiamente dicha, el sector educativo, y las intervenciones performáticas. A veces nos llaman y nos dicen “vayan a hacer lo suyo” a tal evento. ¿Qué es lo nuestro? ¿Es ir a leer poesía? No solamente. Tenemos muchos lenguajes para compartir.
—Actualmente, y como un signo de los tiempos, la organización del slam está a cargo de un equipo mayoritariamente femenino.
—Sofía: Nos sorprendió encontrar que la mayoría éramos mujeres.
—Irina: Hemos tomado el poder (risas). Hay mucho power. Una energía femenina de creación.
—Flor: Somos mujeres jóvenes. Estamos en el lugar de cuestionarnos todo y cuestionar todas las estructuras.
Cruza de lenguajes
—Siempre participa un artista vinculado con la autogestión, la independencia, el sonido indie. En este caso, Matilda.
—Sofía: Tiene que ver con el circuito que nosotros estamos habituados a experimentar.
—Irina: Esta vez teníamos muchas ganas de incluir una banda. La última vez estuvieron Ivo (Ferrer) y Dai (Leonelli), de Los Tremendos (Buenos Aires). Siempre hay un invitado de afuera que viene a hacer algo.
—Flor: Somos una cruza de lenguajes. Todo el tiempo están sucediendo cosas mutantes.
—Irina: Una mezcla mutante de poesía con teatro, música, vestuario, proyecciones. Es verdad, es re indie (risas). No es casual que la banda invitada sea Matilda. Tiene un contenido muy poético.
—Flor: Todo lo que nos motoriza es el deseo, y en este evento tenemos mucho deseo de agradecerles a todos. Este torneo es cumpleaños pero es agradecimiento. Matilda es el broche.
—¿Cómo definirían el slam?
—Irina: No es un show. Trasciende los límites de un evento.
—Florencia: Es un juego en el que hay que entregarse. Todo lo que va a suceder es inesperado porque te vas a encontrar con un montón de individualidades, de lecturas posibles del mundo.
—Sofía: Pero un juego, como lo pensaría un niño, con reglas que están para ser cuestionadas.
—Yamila: Un vínculo en sí mismo. Adrenalina. Manos y voz temblando.
—Sofía: Es un espacio de experiencias.
—Irina: Es un visibilizador del encuentro entre el cuerpo y la palabra, entre la gente y entre nosotros. Siempre lo pienso como una plataforma escénica donde suceden muchas cosas que nosotros estamos dispuestos a que pasen.
—Sofía: El slam tiene que ser el ámbito donde uno pueda reivindicar la importancia de su palabra.
—Irina: También es un lugar de pasiones donde el cuerpo está en escena.