Roberto Schneider


Roberto Schneider
Las razones de elegir para representar “Querido San Antonio”, de la dramaturga Patricia Suárez, se debe probablemente a la tentadora propuesta de tres grandes papeles femeninos y uno masculino. Su interés radica también en que es una feroz mirada sobre varios de los pilares de la sociedad argentina, uno de ellas el del poder femenino. Aquí se cuenta la historia de dos mujeres que buscan afanosamente el amor; otra que guarda celosamente las miradas de un sacerdote y un hombre dispuesto a todo por mostrar sus sentimientos.
Los cuatro personajes muestran sus rostros más diversos en una pequeña iglesia, con San Antonio como figura que todo lo ve y escucha. De algún modo revisarán su vida para evocar algunas traiciones, la impiedad, los escalones fijados desde una infancia movilizadora para poder desentrañar la riqueza y el sometimiento de los demás. Este implacable balance no deja de mostrar su costado casi risueño, el de algunas mujeres dispuestas a todo por obtener el amor.
El texto de Suárez es eficaz, porque tiene suficiente teatralidad, tensión y solidez. El director Alejo Degiorgis expone la historia y el compromiso de eficacia suprema está dado por el elenco actoral. Todo sucede al ritmo requerido y se mantiene un recurso cuya índole conviene no revelar. Aparece sí, en todo momento, la solidez de la autora en el brillo y la profundidad de los parlamentos. Para que la totalidad tenga suficiente verosimilitud.
El espectador se encuentra entonces con una buena dirección, una eficaz disposición espacial, y un ritmo certero. Como ya lo expresamos, el desempeño actoral es excelente: Elis Greco, Natalia Yobe e Ignacio Estigarribia se lucen con sólidos recursos y aporta la necesaria cuota de verosimilitud Agustín Schaumburg. Una vez más es protagonista el exquisito vestuario de Ignacio Estigarribia (un personaje más), es muy bueno el maquillaje de Lucía Savogin y Mariano Franco y correcta la escenografía de Manuela Escobar.