El periodista Marcelo Stiletano escribió una vez en el diario La Nación que en las películas de John Huston, “los únicos que triunfan de verdad son los perdedores”. Tiene razón: en muchas de las historias que filmó el norteamericano, lo que redime en última instancia a boxeadores vapuleados por la vida, buscadores de oro que pierden su botín arrastrado por el viento, frustrados ladrones de joyas y aventureros en declive tras creerse dioses, es el sostenimiento de sus convicciones ante el precipicio y la certeza de la caída. Saben que la derrota es segura, pero se mantienen fieles a sí mismos, con una terquedad que los vuelve fascinantes. Algo de este universo está presente en las películas del argentino Sebastián Borensztein, quien en pocos días (el 15 de agosto) presentará su nueva película, “La odisea de los giles”.
Perdedores entrañables
El 15 de agosto llegará a las pantallas “La odisea de los giles”, con Ricardo Darín y Luis Brandoni en los roles protagónicos. Ambientada durante la crisis de 2001, narra las peripecias de los habitantes de un pueblo que buscan revancha luego de una estafa a gran escala. La película está dirigida por Sebastián Borensztein, quien indagó otras veces en ese universo de personajes derrotados que se mantienen en pie para dar pelea a la adversidad.
Inspirada en la novela “La noche de la usina” de Eduardo Sacheri (recordado por sus cuentos de fútbol y por haber escrito la obra que inspiró “El secreto de sus ojos”, en 2009), está ambientada en un pueblo chico en el año 2001, donde los habitantes sufren los coletazos de la crisis económica y social que sacude al país. Intentan un proyecto ambicioso para superar la situación, pero aparece el corralito bancario y son víctimas de una estafa. Planean entonces una maniobra muy particular para recuperar lo perdido y de paso obtener una merecida revancha, que no es ni muchos menos segura. El film, que mezcla en su trama elementos de aventura, comedia y drama, es prometedora: tiene como protagonistas a Ricardo Darín, en su tercer trabajo junto a Borensztein, Luis Brandoni, “Chino” Darín, Verónica Llinás, Daniel Aráoz, Carlos Belloso, Rita Cortese, Andrés Parra y Marco Antonio Caponi.
Aunque en otro plano diferente, mucho más cerca del drama psicológico y el thriller, la anterior película de Borenzstein también recala en ese universo de seres derrotados que encuentran una posibilidad, aunque sea tardía y minúscula, de redención. “Kóblic” es la historia de un militar que durante la dictadura de 1976-1983 se refugia en un paraje llamado Colonia Helena. Torturado por su participación -al parecer involuntaria- en los “vuelos de la muerte”, donde se arrojaban vivos al mar a los detenidos-desaparecidos, Kóblic (Ricardo Darín) encuentra en cierto modo la posibilidad de expiar sus pecados al enfrentarse con el comisario Velarde (magistral intepretación de Oscar Martínez, lejos de sus roles habituales), policía corrupto y ladrón de ganado, oscuramente relacionado con la jerarquía militar.
Pasados que pesan
Tan hosco y atormentado como Kóblic es Roberto, el ferretero de “Un cuento chino”, film que Borenzstein escribió y rodó en 2011. Al igual que los personajes de Stacy Keach en “Fat City” (1972) y de Humphrey Bogart en “El tesoro de Sierra Madre” (1948), dirigidas ambas por el mentado Huston, Roberto carga en sus espaldas un pasado traumático que le impide romper el cerco de su soledad y relacionarse maduramente con su entorno. Le cuesta tanto abrirse a los demás que para él representa una auténtica epopeya ayudar a un joven chino que un día aparece inesperadamente en su vida y lo obliga a romper estructuras que construyó durante años de voluntaria reclusión.
Pero tal vez la película que resuma mejor ese universo tan particular de los perdedores entrañables creados por el hijo de Tato Bores, sea “La suerte está echada” (2005). Este inclasificable film, a la vez comedia ácida y denso drama familiar, utiliza la figura del “mufa” para referirse a temas como la suerte, el destino y el cariño a partir de sus efectos en las relaciones humanas. Aunque la historia central es la de dos hermanastros (uno de ellos el que supuestamente atrae la mala suerte, remite al personaje principal de la obra teatral “¡Jetattore!” de Gregorio de Laferrere) que han vivido distanciados durante años y se vuelven a unir a partir de la convocatoria paterna, uno de los momentos más hilarantes del film es aquel que se introduce en la cofradía de “yetas”, una grupo de parias cuyo punto en común es que atraen la desgracia. Gastón Pauls, Marcelo Mazzarello, Julieta Cardinali, Alejandro Awada, Paola Krum, Leticia Brédice y Claudio Rissi, en un papel breve pero impactante, completan el elenco de una historia que genera simpatía, como suele ocurrir con los perdedores entrañables.
