El profesor y plástico, habitualmente está presentando obras de artistas que él valora, desarrollando charlas, guiando chicos por los espacios de museos, generando proyectos, pinta, modela, critica. Elige participar de la vida.
Ana Laura Fertonani
Domingo Sahda, “Coco” (como todos le dicen) es docente, artista, crítico de arte, padre, vecino y es una de esas personas que generan amor o todo lo contrario, no hay demasiados términos medios con él, porque él no los tiene. Lleva la crítica en la sangre, en cualquier conversación que sostenga, el tema más superficial del mundo, para Coco puede ser motivo de fundamentación, florecimiento de diversos bagajes y una rueda de acuerdos y desacuerdos sostenidos con su correspondiente lógica.
En esta entrevista abre las puertas de su casa, su historia y presente... las de su ser, que sostiene una apuesta intensa por la vida.
A los 18 años ganó su primera mención en pintura con una obra que guarda en su taller y que perteneció a su mamá. Por esos días vivía en Viedma, donde participó de un salón regional y obtuvo su mención de honor. Fue lo primero que pintó.
Coco en el patio, rodeado de sus plantas y árboles, empieza por el principio: “Fui alumno libre del Liceo Municipal de Esperanza, de Espino y de Godoy, mientras hacía la Escuela Normal, en el año ‘59 con mi título de maestro de escuela fui a la Patagonia a hacerme cargo de una escuelita de personal único, ésas que están perdidas en el mapa, que no se registraban en ningún lado.Toda la vida pinté.
Soy esperancino y después viví en Progreso, donde hice la primaria, recuerdo que en una encuesta, en tercer grado, me preguntaron qué iba a hacer cuando sea grande y yo contesté ‘maestro de escuela y voy a pintar’. Es lo que hice en toda mi vida y es lo que volvería a hacer. He dejado de trabajar como docente porque me dijeron que me tenía que ir.
“Tengo 71 años y empecé a trabajar a los 17 años en relación de dependencia siempre, con excepción entre fines del ‘76 y el ‘82 porque me cesantearon. Se me ocurrió opinar políticamente y defender lo que en ese momento era rotulado como delito, todo lo que conocemos de la milicada, yo lo sentí en carne propia... destruyeron mi hogar. Las amenazas telefónicas, las presiones, hicieron que mi mujer hiciera un ACV que la destruyera para siempre; unos meses después me dejaron cesante, a mi hija más chica se la dí en tenencia a mi mamá porque yo no tenía para darle de comer, tenía tres años y a partir de ahí soy, o por lo menos era, lo suficientemente tozudo, porfiado... no sé si me quebraron, me dañaron, me jodieron, pero fue así.
—¿En esa época, pintabas?
—Sí, dejé de pintar durante dos años. Lo recuerdo porque primero tenía que atender a mi mujer que de ser tapa de revista y modelo se había convertido en un ente que había que bañar, darle de comer, evitar que se escapara de casa, no conocía a nadie más que a mí, no tenía tiempo ni materiales para pintar, no podía comprarlos porque había otras urgencias.
Recuerdo cuando empecé de nuevo, llevaba a las nenas a dormir (tiene dos hijas), y la más chica me dijo: “estás cantando”, yo no me había dado cuenta que estaba dibujando.
Antes de la milicada había empezado a hacer un micro en el programa “Ustedes y nosotros” de Canal 13, dirigido por Gloria Santamarina. La menciono porque Gloria supo que yo me había quedado sin trabajo, y me ofreció que le pintara los vestidos túnicas que se usaban, y pinté docenas de esos vestidos largos de jersey, para mí era comida.
A SU MANERA
“No tengo miedo a la adversidad, si hay un problema hay que resolverlo, es simple, la historia frente a las opciones jorobadas decís ‘vivo o me tomo un frasco de pastillas y me voy’... Creo que la vida es hacer cosas, proponérselas, me gusta participar de la vida. Durar no es vivir, y esto se vincula con las artes visuales: en un banco donde pago los impuestos me cargan que siempre estoy en los diarios, un poco ya harto, le intenté explicar lo de la pintura y le dije ‘sobre la corteza terrestre desde el origen de los tiempos hay caracoles, gatos, perros, caballos y los hombres, los caracoles, gatos, perros, caballos como las personas nacen, crecen, se reproducen y mueren, los únicos capaces de construir un lenguaje, contar su historia, imaginar su futuro, y construir eso que se llama entramado social son las personas. Y la pintura no es un ornamento para las paredes, es una manera de vincularse, de referirse, de simbolizar, a partir de ahí usted decide si quiere ser caballo, gato, caracol o persona.
“He tenido la suerte, el privilegio de viajar por toda Europa y gran parte de Oriente y me di cuenta de que lo que vincula a las personas es la construcción de lenguajes que se hacen a través de la palabra, de la vestimenta, la imagen, a mí me conmueven, me movilizan. He estado frente a obras maravillosas, tanto en un lado como en el otro, horas, preguntándome cómo es posible que alguien sea capaz de imaginar, en el techo, en el plano o en el volumen una cosa y lograrla, hacerla”.
—¿Y vos dónde te parás como constructor de ese lenguaje?
—Pintando situaciones diversas, figurativas, menos, abstractas, hago que el fulano que se para frente a la pintura entre o no en sintonía con el discurso que, en vez de sonidos, tiene imágenes, y comprenda, sienta, acuerde o rechace, es un vínculo.
—¿Cuándo aparecen “las gordas”?
—Tengo la que me voy a llevar conmigo, que es la primera que hice. La hice porque siempre pensé y tenía el recuerdo de la secundaria, en todo grupo estudiantil hay una gordita que es el cascabel del grupo. Las gordas son redondas, opulentas y brillantes... Ahora no me dan tanto los ojos y el cuero, años atrás desde el viernes y hasta el domingo estaba horas trabajando, ahora no aguanto, me canso... A mí me conmueve mucho la pintura, es una manera que atraviesa el tiempo y el espacio y pretende contar, explicar, opinar acerca de un determinado momento de la historia de Occidente que es donde yo vivo.
Empezó a trabajar a los 17 años y en su vida fue -lo que volvería a ser- docente y pintor. Fotos:PABLO AGUIRRE/ Fotos:ARCHIVO EL LITORAL
EL CRÍTICO
—¿Cuándo aparece el crítico de arte?
—Te hablo de 25 años atrás, yo había publicado algunos textos referidos a educación que es mi otro gran amor. José Luis Víttori me invitó a hacerme cargo de la columna y yo, con la petulancia que me caracteriza, dije “perfecto creo que puedo hacer algo pero si corrigen una coma o modifican un título se buscan otro ya”... Ha habido momentos en los que ha sido un placer escribir y en otros que no sé qué escribir. No está tan separado el escribir del pintar, son dos lenguajes paralelos, dos formas de vincularse con el mundo. Para mí es un espacio de libertad, que yo reconozco en una y otra oportunidad... Sé que muchas veces soy el maldito de la película, pero no hablo de la persona , hablo del producto, no del sujeto que produce.
—¿En qué estás trabajando?
—En las gordas, los gatos, quiero hacer una muestra con una obra que tengo ahí de los horizontes de Santa Fe y otra sobre Argentina, una pintura collage, un pegoteo de cosas, que tiene una carga política, opinar es un hecho político. El tema es dónde la expongo... me gustaría en un lugar de tránsito público, no en un lugar cerrado.
—¿Cómo sobrevive el artista con el crítico?
—Soy crítico conmigo, de hecho cada tanto van a la quema unas cuantas cosas. Para mí el placer es hacer, es mostrar, es conversar sobre eso, es discutir, yo no cuelgo obras mías en mi casa, a mí me importa la obra de otro y creo que cada pintura es una ventana, una hendija, que te permite mirar qué cosa es el mundo, la gente. Hay pinturas que se sostienen, que he hecho cuando tenía 25, 40 años atrás y otras que son una porquería, no guardo todo y no creo que todo lo que hago es bueno. Nunca soñé con vivir del arte, decidí que nunca iba a enajenar mi libertad por un compromiso con un galerista, y haber vivido largo tiempo con una comida diaria, eso te da una libertad interior que no te la paga nada.
Vivió en la búsqueda de construir ese lenguaje que vincula a las personas a través del tiempo y del espacio. En un rincón de su taller guarda sus gordas.
Domingo Sahda es el autor de la Colección Creadores Santafesinos. Aquí el número dedicado al escritor José Luis Vittori.