Ramón Gener honra a su fiel amigo en "Historia de un piano: 31887"
En el marco de su visita al país, el músico y escritor español ahondó en su primera novela. Así resume el proceso de creación de la obra: “Llevaba algún tiempo intentando encontrar un sujeto sobre la novela. Sin darme cuenta, lo tenía al lado”.
“Un instrumento musical es casi una máquina del tiempo, te invita a ir adonde tú quieras ir”, define Ramón Gener. Foto: Gentileza José Lambada
Ramon Gener Sala es un escritor español que se ha formado en Humanidades y Ciencias Empresariales. Estudió piano en el Conservatori del Liceu y después de una carrera como barítono, dejó el canto y comenzó una nueva etapa como divulgador, dando conferencias sobre historia de la música clásica, de la ópera y del arte.
Realizó exitosos programas de televisión como “This is Opera”, “This is Art” y “200: Una noche en el Prado”. Colabora habitualmente en RNE (Radio Nacional de España) y anteriormente en la Cadena SER. Publicó los ensayos “Si Beethoven pudiera escucharme” (2014) y “El amor te hará inmortal” (2016). “Historia de un piano: 31887” (Planeta) es su primera novela, que presentó en la Argentina y motivó la entrevista con este medio.
Oigo música
Casi al final de nuestro encuentro virtual, Camila Sosa Villada sentenciaba: “Me gusta la música de la ciudad”. Como si hubiera estado escuchando desde un lugar recóndito, Ramón Gener se prende al fogón, arrima una leña lingüística: “Lo que más me gusta es la música de la gente al hablar”. No llega a desdecirse, más bien aclara: “Bueno, no es lo que más me gusta, pero es una de las cosas que más me llama la atención: la musicalidad del lenguaje. Me sucede cuando estoy en esta parte del mundo, bien sea en México o en Argentina. La cadencia que tiene el lenguaje es tan distinta de la que tenemos nosotros. Me encanta cuando la gente me habla y oigo música”.
La búsqueda de la cadencia obsesiona a Ramón, por eso las referencias musicales del libro (que pareciera estar escrito en pentagrama). Por eso, también, emergen términos italianos como andante o allegro. “Historia de un piano: 31887” da cuenta de esa sensibilidad en la escucha por parte del músico y divulgador barcelonés. “Para mí la vida toda funciona en música y con música”, refuerza.
Antes de seguir profundizando, el autor aparca en otra de sus fascinaciones. “La sinestesia es percibir por un sentido lo que se debería percibir por el otro. Por ejemplo, la comida. Uno puede percibirla por el olfato o por el gusto, incluso por el tacto. Pero me gusta la ilusión de poder escuchar la comida”. Luego, retoma el carril principal: “Todo me parece que suena a música: el tráfico, el propio silencio, mi atril... Veo a tu gata [Lubi] pasar por detrás de ti, cómo se mueve y le pondría una música a su movimiento. Empiezo a leer en voz alta como si hubiera un auditorio e intento encontrar el paso de las repeticiones. Hay muchas repeticiones en mi escritura, son como el ritornello de una canción, como la estrofa, como el estribillo, como el puente”.
“Me encanta cuando la gente me habla y oigo música”. Foto: Gentileza Planeta
Hechos reales
Nunca se habla lo suficiente de una actividad cabal para que se ejecute el objeto libro: la corrección. Ramón Gener se asume obsesivo en ese campo. “Puedo pasarme días enteros en una frase o en un párrafo repensando si lo que escribí está bien o no. Puedo llegar a la conclusión de que está perfecto, y al cabo de dos meses volver sobre ese punto y reescribir un capítulo entero. Es una especie de tortura que me persigue. Me cuesta mucho dar algo por concluido. Si no fuera porque mi editor me lo quita de las manos, el libro nunca saldría”, reconoce.
Pero hay un agravante: “Historia de un piano” es la primera novela del escritor español. Nace de un deseo latente que no había podido concretar antes. “Llevaba algún tiempo intentando encontrar un sujeto sobre la novela. Y resulta que, sin darme cuenta, lo tenía al lado. En mi estudio tengo una biblioteca muy grande. Mi escritorio es el lugar donde me encierro para estudiar y escribir. Ahí está mi piano de cola, ese 31887. Lo compré en muy mal estado y cuando lo restauré aparecieron todas esas cosas que explica la novela y me di cuenta de que había una historia. Naturalmente hay mucha parte de ficción. Pero sería como dicen en las películas, basada en hechos reales”.
“Lo importante es que cada pueblo tenga su personalidad musical”, señala el autor de “Historia de un piano: 31887”. Foto: Gentileza Arduino Vannucchi
Rendijas y grietas
Jorquera Pianos es la tienda de pianos con más tradición en España, funcionando desde el año en que se redactó la primera Constitución Nacional Argentina, 1853. Allí fue donde nuestro autor decidió llevar el instrumento para su restauración. “El piano está lleno de marcas, de pequeñas muescas en su mueble, en su lira, en sus cordones y en sus cuerdas. El número de serie estaba deteriorado. No lo sacamos. Antes estaba escondido, ahora está a la vista. Todas esas pequeñas imperfecciones que están en el piano cuentan su historia de más de cien años. El paso por Alemania, Francia, Inglaterra, Polonia y España, dando la vuelta por toda Europa durante el siglo XX”.
Es un piano imperfecto. Y eso es un valor para Gener, un valor extensivo a la música. “A mí me gusta que la música sea imperfecta, que tenga rendijas, que tenga grietas. Hoy en día tú te compras un piano y los pianos son perfectos. Como pianista haces un trino y el trino suena perfecto. Pero con mi piano, para sacarle un trino, tienes que ser un muy buen pianista, porque si no, no sale. Porque el pobre lleva un siglo dando vueltas por el mundo y su maquinaria no es perfecta. Pero eso es precisamente lo apasionante, que esté vivo, que diga cosas, que cuando lo tocas te des cuenta de qué ha pasado. Un instrumento musical es casi una máquina del tiempo, te invita a ir adonde tú quieras ir”.
Ser vivo
En coherencia con la apreciación previa, Ramón elige contar la historia como si el piano fuera un viajero en el tiempo. Lo es: máquina y viajero. Por eso se vale de la velocidad del lenguaje cinematográfico y sus técnicas (flashforward, flashback). “Yo creo que es un modo mucho más atractivo de verlo, porque como lector tienes acceso a una información, porque ya sabes cosas de lo que ibas intuyendo. Eso enriquece el relato. En realidad, es mi historia y mi relación con el piano lo que va salpicando la novela. Finalmente, los dos relatos se encuentran cuando el piano llega a mí”.
Los momentos que elige el autor como telón de fondo son significativos para la humanidad, no sólo en el continente europeo. La primera y la segunda guerra mundial, y la pandemia de Covid. En el entretejido gráfico operan como agentes de belleza las referencias musicales antedichas, los intertextos bíblicos (y alguno que otro boxístico) y la bella picardía (ejemplo: hacer notar que la calle del local donde venden pianos lleva por nombre Santa Tecla). Ello se explica porque Gener parte de la premisa de que la música es sagrada. “La música no es simplemente para distraerse, sino que tiene que servir también para crecer, para entender mejor al mundo y a las personas. Estamos hablando de un instrumento que produce música. No es banal. Yo soy un hombre no creyente, pero muy interesado en los hechos religiosos. Tengo montones de Biblias y de relatos mitológicos. Y me encontré mirando la estantería de mi biblioteca. Abrí una Biblia y empecé a leer por el Génesis. Me di cuenta que podía coger todo ese texto y trasladarlo a la novela casi con la misma estructura, con ese lenguaje tan barroco, tan absurdo (‘Y en el primer día creó...’). Más allá de los capítulos que hacen referencia al Génesis o al Éxodo, el libro está lleno de comparaciones bíblicas”.
En un pasaje, Gener reconstruye el origen del movimiento Pianos on the street, surgido en Sheffield, Inglaterra. “Mucha gente celebra que haya un piano en la calle. Y es magnífico porque todo el mundo puede compartir música. Pero a mí me hace sufrir indeciblemente. Yo veo los instrumentos en la calle y están ahí al sol, a la intemperie, al frío, al calor. Un piano es un instrumento vivo, es madera que está viva, que cruje, que depende de las situaciones climáticas para sonar de un modo o de otro, que se contrae, que se expande. Es una especie de ser vivo, alguien que necesita un cariño, una atención”.
“La música no es solo música. Es lo que tú quieras que sea. Ese es el milagro”. Foto: Gentileza Arduino Vannucchi
But I like it
Mr. Fry y Herr Schmidt son los dos maestros que circulan por “Historia de un piano”. “Esos profesores que a mí me hubiera gustado tener”, asume Gener. “O ese profesor que yo intento ser cuando doy clases”. El primero de ellos, en algún momento de la novela, deja dicho que la música es lo que uno quiere que sea. “Lamento ser tan poco original, pero ya sabes que uno sólo sabe escribir lo que vive y lo que es”, acota el escritor español firmando lo que manifiesta uno de sus personajes. “Yo creo que la música no es sólo música. Es lo que tú quieras que sea. Ese es el milagro de la música”.
La pátina milagrosa responde a que, si bien es un lenguaje matemático expandido sobre un pentagrama, “en el momento en que uno se pone a tocar, no necesitas saber de matemática para que eso te toque, te llegue (dependiendo de la sensibilidad de cada uno)”. Ese hecho milagroso, desarrolla el escritor, “hace que todo el mundo sea capaz de entender la música, que a todo el mundo le guste sin necesidad de haber estudiado nada de música ni de saber cómo funciona la partitura. Eso es mágico y sólo sucede en la música. Es tremendamente democrático. Cuando escribo, intento encontrar estas paranoias mías en el lenguaje y en la manera de escribir”.
En este punto, abordo a Ramón con una pregunta sobre la música argentina que termina por desembocar en Astor Piazzolla. “Lo importante es que cada pueblo tenga su personalidad musical. Eso sucede en Argentina con un compositor clásico que genera un modelo para todos los demás como Piazzolla pero también con el rock argentino”. El Gato -como lo apodó “Pichuco” Troilo- fascina al entrevistado que anda de paso por el continente americano. “Tú eres un tío (perdón, un tipo) de Singapur y de golpe suena ‘Libertango’. Él sabe positivamente de dónde viene esa música. Es capaz de ponerla en un contorno y en un lugar”.
El asombro de Ramón está alimentado, en el presente, por el estudio de “María de Buenos Aires”, ópera sobre la que debe dar una conferencia. “Él la llamó operita. Tengo la partitura en casa, llevo unos días estudiándola. Con esto quiero explicar la singularidad de las músicas. La música tiene tres elementos: el ritmo, la melodía y la armonía. El ritmo es la primera condición. Para que pueda existir la melodía primero tiene que haber ritmo, para que pueda existir la armonía primero tiene que haber melodía y ritmo. ¿Cómo es posible que sepamos enseguida escuchando esa operita de Piazzolla, que se trata de una cosa que él hizo en un lugar concreto del mundo?”.
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