Deportes: DEPO-01


Espínola se trajo la plata

AFP
En el podio. Carlos Mauricio Espínola rumbo a la línea final del windsurf, donde obtuvo la medalla plateada.

Al igual que en Atlanta 1996, el correntino Carlos Mauricio Espínola consiguió hoy la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, tras finalizar en el segundo lugar de la clase Mistral de windsurf.

Para estar arriba en una disciplina olímpica hay que ser un fuera de serie, por el alto rendimiento de los deportistas de élite. En ese grupo calificado está el argentino Carlos Mauricio Espínola, quien hoy demostró que está en la cima del windsurf mundial (clase Mistral) al obtener una valiosa presea de plata en las aguas de la bahía Ruschcutters, a los pies de la Opera House, tras finalizar segundo detrás del austríaco Christoph Sieber -oro- y por delante del neocelandés Aaron McIntosh -bronce-. De ese modo, en las primeras horas del día de hoy Espínola capturó la primera medalla para Argentina en estos Juegos Olímpicos del Milenio, tiñéndose con el color plata que también supo conseguir en Atlanta '96, y ratificando la buena elección como abanderado argentino en la ceremonia inaugural de Sydney "2000.

"La de oro la tengo que ir a buscar a Grecia dentro de cuatro años", dijo tras su logro el correntino en una clara intención de ir a procurar una revancha en los Juegos de Atenas en el 2004, para luego agregar: "Estoy muy contento por haber ganado esta medalla. Otra plata para la Argentina no está mal".

Espínola dejó buenas chances de sus posibilidades de ser campeón olímpico en la décima regata -penúltima- cuando, tras una mala largada que lo relegó al puesto 23, apenas pudo llegar en esa prueba en la undécima posición, claro que merced a una gran remontada, mientras que el austríaco Christoph Sieber lo hacía en un interesante quinto lugar, complicando las aspiraciones del argentino para el oro.

Con ese panorama, "Camau" debía llegar en la undécima prueba diez lugares por delante del europeo para poder romper la "maldición del oro" del deporte nacional que perdura por 48 años; paradójicamente, estamos al borde de cumplir las bodas de oro sin el preciado metal.

Con su excelente performance de los últimos cuatro años, Espínola igualó al extraordinario remero Alberto Demiddi, al conseguir dos medallas en juegos consecutivos.

Ultimo intento

Con esperanza y la posibilidad de pelear hasta último momento la chance de quedarse con la medalla más linda, el correntino salió a matar o morir en la última de las regatas con mucho más viento que en la anterior, donde la irregularidad de las corrientes había complicado al argentino.

Espínola no tenía un plan determinado con respecto al austríaco a quien, sabía, iba a ser muy complicado robarle el primer lugar, pero sí con relación al neocelandés Aaron McIntosh. Es que a éste debía tenerlo atrás para asegurar la de plata.

En un momento hubo esperanzas ciertas de llegar al oro. En la cuarta boya "Camau" giró primero y el austríaco aparecía octavo. Hubo una ilusión, pero el europeo nunca se entregó.

De hecho todo cambió una marca después, en la quinta, donde el viento le jugó una mala pasada al correntino, quien se retrasó al cuarto lugar, mientras Sieber subía hasta el sexto escalón de la clasificación. Pero todo se esfumó demasiado rápido.

Después de la séptima y última marca de la regata final, Espínola, en un rush espectacular y acertando con una línea de viento importante, recuperó una posición contra el representante de Fidji a pocos metros de la meta para finalizar tercero.

Nueve días habían pasado desde el comienzo de los Juegos. Hubo frustraciones en el camino por actuaciones argentinas que no alcanzaron el nivel esperado. Pasaron nueve días y como en el 96, Espínola consiguió una medalla, a puro esfuerzo, a "puro pulmón", para una Argentina vacía de conquistas.

La postal final quedará para esos recuerdos que permanecen imborrables. Sobre la tabla de Espínola, el argentino, el austríaco y el neocelandés se entregaron felices al festejo, entre abrazos y sonrisas.

Con 25 años -nació un 5 de octubre de 1975-, el correntino puede sentirse sumamente satisfecho por lo hecho hasta aquí y los argentinos orgullosos por tener un representante tan digno que, a pesar de perder su ilusión dorada, al menos, nos permite nuevamente contar con un sueño plateado colgado de su pecho.