Opinión: OPIN-04


Lejana tierra mía

Muchos santafesinos, casi todos por falta de perspectivas laborales, quieren irse del país. Los trámites iniciados han desbordado la capacidad de atención de los viceconsulados que funcionan en la ciudad.

En la segunda mitad del siglo XIX, la Argentina abrió generosamente sus puertas a las grandes oleadas de inmigrantes que las guerras y la miseria europeas expulsaban. Llegaron para poblar un país extenso y fértil, con el único bagaje de su fuerza y de su voluntad para el trabajo; porque trabajo era lo que sobraba y mano de obra lo que faltaba.

Un siglo después, la realidad impone un cambio, y en vez de dar la bienvenida a nuevos pobladores, despide a sus ciudadanos. Asistimos, en la actualidad, a un fenómeno de éxodo por desesperación, en muchos casos.

Resulta cada vez más difícil encontrar oportunidades laborales que permitan vivir dignamente y, mucho más, desarrollar una vocación. La falta de incentivos y de esperanzas en un futuro que no ofrece opciones de crecimiento y de capacitación profesional lleva a muchos a encontrar la salida en un pasaje aéreo, en la partida, en el desarraigo.

Se duplicaron las consultas

Lo cierto es que la desesperación no es buena consejera y, muchas veces, las expectativas de encontrar la panacea fuera del país se frustran.

Los viceconsulados que funcionan en la ciudad de Santa Fe -el español y el italiano, en mayor medida-, y los consulados canadiense y norteamericano, se encuentran desbordados por la cantidad de gente que se acerca a recabar información, a tal punto que en los últimos cinco meses han duplicado las consultas semanales.

El vicecónsul italiano en Santa Fe, Raúl Catella, afirmó que "hay tres tipos de razones por las que la gente solicita la ciudadanía: la primera, sólo por comodidad, para pasear como ciudadano europeo en caso de viajar; la segunda para concretar expectativas en el ámbito profesional; y la tercera, por necesidad. ƒsta es la más dramática, porque la gente se va buscando una solución mágica y muchas veces no encuentra lo que esperaba. Algunos van, miran y vuelven porque no consiguen nada. Mucha gente está buscando este tipo de soluciones que, en realidad, no siempre lo son".

El jus sanguinis

Italia y España son los países favoritos de los argentinos, debido a que se tienen costumbres comunes y, en el caso del último, se adiciona la ventaja del idioma.

Falsas expectativas

"Lo que pasa en nuestra ciudad se está dando en todo el país, porque la gente se cansa de buscar. Me preocupa que estén llenándose de expectativas y que después se desengañen. Además, creo que hay un desencuentro con la realidad, porque hay que tratar de seguir capacitándose y formándose para este país. La gente piensa que allá le espera un montón de oportunidades y no es así, no es tan fácil, porque Europa está muy avanzada tecnológicamente y no es mucho lo que se puede aportar desde acá. Pienso que la Argentina está viviendo un problema particular y momentáneo, y que tenemos elementos suficientes para salir de esta situación que no es precisamente crítica, sino difícil", expresó Catella.

De todas maneras, quienes tienen un título secundario o universitario y deseen marcharse pueden revalidarlos en las oficinas de los consulados para poder ejercer la profesión en el exterior, o bien, enterarse de los límites que existen y que impedirían ese ejercicio.

El desarraigo asusta, y marcharse del país en busca de un futuro mejor no resulta una decisión fácil de tomar. Sin embargo, la desesperanza, las ganas de progresar y la decepción al sentir que las puertas se cierran, impulsan a muchos a tomar un vuelo para, por lo menos, probar suerte.

"Regresar para mejorar lo nuestro"

El contador Mariano Mántaras viajó el año pasado -junto a su esposa, María Susana Moscardini- a Estados Unidos, para realizar un Master en Administración de Empresas en la Universidad de Pittsburgh, en la Katz School of Business, gracias a una beca que recibió de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional del Litoral, de la cual egresó.

Después de capacitarse durante un año en el exterior, volvió a Santa Fe para tratar de insertarse en el mercado laboral local. Pero, el fin de semana pasado, partió nuevamente al país del norte porque este joven profesional tiene la posibilidad de completar sus estudios con una pasantía laboral, por el término de 6 meses.

No obstante, pretende volver a Santa Fe para aplicar los conocimientos que sumó en EE.UU. y desarrollarse en nuestra ciudad. Además, la beca que recibió le exige "pagar" a la UNL -dando clases sobre la especialidad adquirida- la posibilidad que esa casa de altos estudios le brindó de capacitarse en el exterior.

A Mariano y su esposa no les interesa quedarse en Estados Unidos. Aseguran que "lo importante es hacer algo para mejorar las cosas acá, no perder el cable a tierra que tenemos con los afectos y mantener la identidad argentina", porque están convencidos de que "cuando pasa el tiempo, uno termina siendo un extranjero allá y acá".

La tecnología ayuda

A la luz de la situación argentina y santafesina, ambos saben que volver será un verdadero desafío. Las posibilidades que ofrece "su" ciudad no son las mejores. Pero, a pesar de todo, no renuncian: estiman que la experiencia que adquirirán con este perfeccionamiento podrá ser aprovechada tanto por la Universidad como por alguna empresa privada. El contador destacó que, gracias a la base que obtuvo en la UNL, estuvo entre los 10 mejores alumnos de su facultad estadounidense y se recibió con honores.

Con respecto al desarraigo, Mántaras comentó que cuando se fueron sabían que iban a estar un año afuera y él tenía claro que, como su programa de estudios era intensivo, debería dedicarle muchas horas; quizás por eso, no tuvo "tanto" tiempo para extrañar. Además, a Mariano y a Marisú los ayudó mucho la tecnología y las comunicaciones modernas, que les permitieron estar en contacto día por medio con sus respectivas familias. Aseguraron que "no es tan complicado el desarraigo, pero depende mucho de la situación de cada uno".

Durante el año vivido en Pittsburgh, María Susana aprendió inglés en forma gratuita, ya que una ley establece que todos los Estados están obligados a enseñar inglés a los extranjeros en escuelas públicas. Este año retomará sus estudios del idioma.

"Optamos por un futuro mejor"

José Luis Dell'Ali y María Andrea Rivera son dos profesionales (técnico en Comunicación Social y odontóloga) que decidieron aprovechar una oportunidad laboral en Milán, Italia, a pesar de que ambos tenían trabajo en Santa Fe.

Se consideran una excepción respecto de los miles de jóvenes argentinos que actualmente deciden -ante la falta de oportunidades laborales- subirse a un avión. Planean vivir un año en Italia y luego decidir entre la radicación definitiva en ese país -si se dan las condiciones que esperan- o el regreso.

Ambos cuentan con la doble ciudadanía (argentina e italiana), de manera que no tendrán inconvenientes para trabajar y desarrollar cualquier otro tipo de actividades.

La posibilidad de trabajar en el exterior les llegó a través de un pariente. El año pasado, gracias a Internet, José Luis pudo reconstruir la historia de su familia y encontrar en el pueblito donde vivió su abuelo paterno a un primo de 25 años, Francesco Dell'Ali, quien le consiguió empleo.

Decisión difícil

Si bien ambos tenían la idea de vivir en otro país desde hace muchos años, partir fue lo que más les costó. En sus familias y entre los amigos encontraron algunos que los alentaron, otros que les aseguraron que no volverían y también aquellos que quisieron retenerlos por afecto. A pesar de esto, apostaron por un porvenir mejor para ellos y sus futuros hijos.

Hoy Italia les ofrece una posibilidad de trabajo pero no descartan que alguna vez puedan volver a la Argentina. No dejan cerradas las puertas en nuestro país tanto en sus trabajos como en sus hogares. Aclararon que no se trata de que no crean en el país sino que -en este momento- se les está dando esta otra posibilidad y no quieren desaprovecharla.

José Luis dijo que no se siente un emigrante como fue su abuelo a principios de siglo, porque hoy las comunicaciones son diferentes (les permitirán estar en contacto con Santa Fe) y las posibilidades son otras, a pesar de que ambos partieron en busca de un horizonte distinto, de un futuro mejor.

Creen que esta experiencia de un año les resultará positiva y enriquecedora en muchos aspectos. Están cumpliendo un sueño que José Luis siempre quiso realizar: poder tener una experiencia de vida en otro lugar.

Se fue y volvió

Cuando Hugo Angellini cumplió 25 años decidió viajar a Italia sólo por un mes. Llevaba un título de abogado que había obtenido un año atrás y, al otro lado del Atlántico, no lo esperaba nadie.

"Eran tiempos difíciles en la Argentina y decidí tomarme un respiro; sentía mucho estrés en el ambiente, mucha presión de los sectores políticos y económicos, similar a lo que pasa ahora. Mis motivaciones no eran económicas, sino más bien una aventura de juventud. Me fui en el año '89 con la intención de estar un mes y terminé quedándome 5 años, porque me gustó y encontré un sentimiento de libertad que acá no tenía; y no hablo solamente de la situación económica. A los cinco meses, mandé a llamar a mi novia y nos casamos allá".

"Estuve en Trento. No conocía el idioma, y durante el primer año, trabajé de mozo en un restaurante. Es uno de los recuerdos más lindos que tengo y me permitió, además de solventar mis gastos, contactarme con otros estudiantes de derecho y manejarme con independencia. Acá, seguro que no habría trabajado de mozo; obviamente que es un trabajo digno, pero cuando uno se va del país, es capaz de hacer ciertas cosas que no haría en su propia tierra".

"Para quien se va por motivos laborales, se le hace muy difícil encontrar una actividad que le guste y que le permita vivir. El restaurante es casi una ubicación segura para el que emigra".

"Decidí volver porque me había puesto un tiempo prudencial para estar afuera y ya se había prolongado demasiado. Estaba bien allá, pero tampoco estaba mal acá. La experiencia me movilizó mucho porque toca los afectos, la familia. Cuando estaba en Italia extrañaba la Argentina, y cuando estaba acá, extrañaba Italia; uno termina desarraigándose de ambos lados y siendo extranjero en los dos países. Es muy cruel. Cuando volví, sentí que en esos cinco años algo había cambiado, me encontré con un país distinto y me costó readaptarme".

"Me preocupan los motivos sociales, económicos y políticos que hacen que se produzcan las migraciones, hay mucho descreimiento en el país. Para quien se va es difícil, no es que uno llega y encuentra la ubicación deseada inmediatamente. El riesgo es desarraigarse. Me preocupa que la Argentina no contenga a sus habitantes y que no le dé las garantías y esperanzas para creer y confiar en el país".

Lía MasjoanMariana Rivera