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El pacto de amor

El anillo ha sido usado por el hombre desde los comienzos de la historia, y su significado ha ido evolucionando hasta nuestros días. Hoy los anillos son considerados como un adorno, y sólo las alianzas y el cintillo de casamiento conservan su significado simbólico.

La costumbre de la sortija de matrimonio surgió en el antiguo Egipto. El esposo colocaba un anillo en el dedo de su esposa como señal de que le confiaba la custodia del hogar y de sus posesiones. Como todas las figuras redondas y cerradas, su simbolismo es el de "continuidad" de la "totalidad" ideal para ser el emblema que representa al matrimonio.

El cintillo, en cambio, nació en el pueblo hebreo y se originó, probablemente, en una antiquísima costumbre de dar un anillo como señal de conformidad en todos los pactos sagrados importantes. Era la confirmación de un compromiso previo, verbal o escrito, y entregado ante testigos.

Dado que en cientos de ocasiones los matrimonios eran la culminación de compromisos importantes, como el casamiento entre reyes, este anillo pasó a tener una connotación especial, por lo cual eran a veces piezas exquisitas de joyería. Entre los judíos del siglo XVI, se usaba un anillo nupcial que, por la exquisitez de su trabajo, no se podía usar de forma permanente. Era entregado por el contrayente a la novia durante la ceremonia religiosa y pasaba luego a ser guardado en el cofre del tesoro familiar. El aro del anillo era ancho, profusamente tallado y adornado con piedras preciosas, y en la parte superior tenía la figura de una casa, que representaba la Sinagoga o templo judío.

El modelo de cintillo moderno -que consiste en un anillo de oro adornado con un diamante- se origina en la época medieval. Una receta de esa época prescribía que, para ser amado, se debía tomar un anillo de oro con un diamante y llevarlo durante nueve días y nueve noches sobre el corazón y en contacto con la piel. Al alba del noveno día, se debía grabar en el metal la palabra "achevo" y atarle tres cabellos de la persona amada. Luego, se envolvía en un trocito de seda y se llevaba colgado del cuello durante seis días. Al séptimo, se separaban los cabellos del anillo y se regalaba la joya a la persona amada. El diamante era considerado un talismán del amor, que aportaba fe y devoción a los cónyuges, reconciliación en las peleas y tenía el poder de consolidar las uniones. Es así que el anillo de "compromiso" con un brillante comenzó a ser para las novias más que un simple deseo, un anhelo o presagio de futura felicidad.

El diamante no es más que el carbono purísimo purificado. Tiene gran capacidad para dispersar la luz. Tallado en la forma llamada "brillante", la luz -al atravesarlo- se descompone en los siete colores del arco iris, cada color intenso y definido.

  • Las alianzas llegan este año con diseños europeos, de la mano de jóvenes artistas franceses y alemanes que se incorporaron al mercado.
  • Aunque los novios pueden seguir optando por las alianzas tradicionales en oro blanco, rojo o amarillo, la novedad está en los tonos: el oro blanco ahora compite con el gris, el verde y el azul.
  • Si de diseños se trata, éstos se tornan geométricos, minimalistas. Para el hombre, vienen lisos; y el de la mujer puede cumplir una doble función de alianza y cintillo a la vez, ya que existen modelos con combinaciones de oro amarillo y blanco y diamante.
  • Al igual que en los modelos de vestido, las joyas también son etéreas, frágiles, lánguidas. Los pendientes son sólo una chispita de brillantes, y en el cuello, apenas un fino colgante con una nota delicada de brillo. Este colgante puede adaptarse para el tocado y caer sobre la frente.