Titulares de Tapa |
Motín y muerte en una comisaría
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DyN. CATÁSTROFE. El fallido amotinamiento de los presos de Gálvez derivó en una tragedia sin precedentes en una comisaría provincial. Una ONG afirman que los reprimieron con armas de fuego. |
El desastre se originó ayer al descubrirse un intento de fuga en la seccional 25� de policía. En el calabozo había 33 personas. Los presos quemaron colchones y quedaron atrapados sin salida.
(Corresponsalía de Rosario).- Una tentativa de fuga fallida en los minúsculos calabozos de la comisaría 25� de Villa Gobernador Gálvez, desencadenó una catástrofe sin precedentes en un penal policial de la provincia. Un total de cinco presos murieron a raíz de las heridas sufridas en el alzamiento, durante el cual los reclusos incendiaron colchones, lo que transformó en una hoguera sin escapatoria la habitación enrejada donde convivían 33 personas.
Esta mañana permanecían hospitalizados otros diez internos y ocho de ellos tenían, según los informes médicos, muy escasas posibilidades de sobrevida.
No es la primera vez que ocurre una tragedia como la de ayer en los desbordados presidios policiales de Rosario, donde en total se alojan 1.100 reclusos diseminados en unas 40 dependencias de la Unidad Regional II. Pero ésta fue la más terrible hasta la fecha.
Se inició a las 16.30 cuando, por la aparente delación de un preso, las autoridades policiales descubrieron que varios reclusos de la comisaría 25� de Pueblo Nuevo planeaban evadirse.
Oficialmente, a través del Ministerio de Gobierno y la Justicia, se informó que el desbaratamiento de la tentativa provocó la reacción de los presos, que apilaron colchones y mantas contra el acceso de los calabozos y les prendieron fuego.
En instantes los escasos muebles y la ropa que había en la celda ardían y los policías en custodia en la seccional acudieron a prestar ayuda. Lograron abrir una puerta y hacer salir a un grupo hacia un penal adyacente. Pero los que estaban ubicados en un primer compartimento no pudieron ser auxiliados: una cortina de fuego impedía aproximarse.
Desde el exterior de la comisaría el panorama interno, solamente perceptible a través de los alaridos de los cautivos, era infernal. Los presos gemían de dolor y con exclamaciones desesperadas suplicaban que les abriesen las puertas y las ventanas porque se estaban ahogando. De rodillas -algunos arrastrándose y desbordados en llanto- los familiares imploraban ayuda.
Una versión que rápidamente cobró forma explicó de otro modo el incidente que derivó en el incendio. La tentativa de fuga fue seguida por una rebelión de los presos, que los policías trataron de sofocar disparando munición antitumulto a corta distancia.
Para contrarrestar la ráfaga de municiones, los internos hicieron fuego. Entonces el calabozo principal se convirtió en una ratonera sin escape. Una entidad no gubernamental asegura que los reclusos hicieron fuego porque, a raíz de la evasión fallida, eran reprimidos con armas de fuego, lo que parece acreditado en la lesión de bala de uno de los internos hospitalizados.
Antonio Tesolini, de la Coordinadora de Trabajo Carcelario (CTC), respaldó esa explicación. "Solamente tiene sentido que los presos hayan prendido fuego para contrarrestar la represión iniciada anteriormente. Y esto parece acreditado en que uno de los presos tiene una herida de bala en uno de sus brazos. Es un proyectil de plomo y no de goma", informó a El Litoral.
Efectivamente, fuentes médicas y de la cartera de Gobierno señalaron a este diario que uno de los internos hospitalizados tenía una lesión de bala. Vecinos de la comisaría relataron en forma unánime que vieron al personal policial trepado a los techos del penal disparando y que también tiraron desde la parte trasera de las rejas del penal.
Una veintena de ambulancias de servicios municipales acudieron al frente de la seccional. Una hora después del origen del incendio los paramédicos retiraron los cuerpos sin vida de tres internos que resultaron calcinados. Estos fueron identificados como Gustavo Javier Monzón, Mario Gustavo Miño y Pablo Ismael Abalos. Luego trasladaron a trece heridos a dos centros asistenciales públicos. En uno de ellos, el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (Heca), otros dos murieron durante esta madrugada: Juan Alfredo Udi, de 23 años, y José María Rolón, de 25.
Solamente uno de los once internados restantes recibió el alta. De los diez que quedaban, ocho permanecían en estado gravísimo. Un vocero del Heca informó que las posibilidades de sobrevivencia son mínimas para todos ellos, que tienen quemaduras en gran parte de sus cuerpos y, fundamentalmente, complicaciones pulmonares derivadas de haber inhalado anhídrido carbónico. El ministro de Gobierno de la provincia, Angel Baltuzzi, lo puso en claro. "Seguramente el número de muertos aumentará".
La nómina de los detenidos internados la integran Hugo González, de 20 años; Jorge Capiaquí, de 24; Diego Civila, de 19; Armando Ojeda, de 19; Jorge Carboni, de 21; David Rodríguez, de 19; Miguel Espíndola, de 23; Daniel Grande de 21.
Quienes se encontraban en estado crítico eran Sergio Frías, de 28 años, y Daniel Alvarez, de 26, con quemaduras en el 75 por ciento de sus cuerpos. Estos permanecían en la Sala del Quemado del Heca. Sólo uno de los restantes fue derivado a una sala común. El grupo mayoritario recibía atención en la sala de terapia intensiva.
El penal de la comisaría 25� fue clausurado por orden de la jueza de instrucción Susana de Pigliacampo. Los presos que resultaron ilesos fueron reubicados en los penales de otras comisarías rosarinas.
Con el correr de los minutos, a partir del incendio, los familiares de los presos instalaron su desesperación en la puerta de la comisaría, ubicada a diez kilómetros del centro de Rosario. Los que estuvieron allí presenciaron escenas sobrecogedoras: la gente se estremecía en gritos y llanto al escuchar las exclamaciones de los presos y ver la cortina de humo que fluía desde el interior de la comisaría. "Lo único que nos dicen es que no se puede pasar. No nos dicen lo que ocurre y adentro se están muriendo", sollozaba Graciela Trejo, madre de uno de los detenidos. Hubo desmayos y más gritos cuando, cuatro horas después, un oficial leyó la lista de las personas heridas y trasladadas a hospitales.
Esta mañana unos cincuenta familiares de presos se instalaron frente al Heca y cortaron el tránsito. Las autoridades del hospital permitieron que un allegado a cada recluso internado ingresara como visita. La esposa de Jorge Capiaquí salió bañada en lágrimas e hilvanaba frases balbuceantes. "Lo vi todo hinchado, rojo por las quemaduras, no puede abrir los ojos. �Quién nos va a explicar todo esto?".
La historia de las tragedias en penales policiales de Santa Fe es la historia del colapso carcelario: la del hacinamiento y la superpoblación. Los detonantes en cada caso cambian sólo cómo anécdota. Pero el denominador común, en las tragedias es la crítica situación de alojamiento, salud e higiene.
"Hace 70 años que no se hacían inversiones en infraestructura carcelaria. Un ministro no va a poder resolver de un plumazo ese retraso". El titular de la cartera de Gobierno, Angel Baltuzzi, no tuvo más remedio que admitir las evidencias ante el desastre de la comisaría 25� y calificó lo ocurrido como una tragedia de tremenda magnitud. Pero resaltó que el gobierno está trabajando en la situación penitenciaria, cuando la prensa le preguntó si el drama desatado ayer precipitaría su alejamiento del cargo.
Baltuzzi planteó que hay tres elementos verificados por la Justicia: que hubo una tentativa de fuga abortada, que los presos iniciaron el fuego y que los policías presentes en la comisaría se esforzaron por atenuar los efectos del incendio, pero una cortina de fuego les impidió actuar y la altísima temperatura hizo imposible acercarse al enrejado de las celdas.
No pudo explicar, hasta este mediodía, si los presos prendieron colchones para evitar las ráfagas antimotines de la guardia. Ni las razones por las cuales uno de los presos tenía una herida de arma de fuego en el hombro. "No puedo aseverar si hubo o no disparos. Pero si hubo disparos de prevención tuvieron que ser con balas de gomas. No tengo información, a este momento, de que se hayan efectuado disparos con balas de plomo".
"Lamentablemente hubo una tentativa de fuga, lo que está acreditado, porque una puerta interna fue violentada. Un interno que estaba por recuperar su libertad y recogía sus pertenencias comenzó a gritar porque fue agredido. Eso alertó al personal policial que inmediatamente tomó posiciones para evitar la fuga. Los internos entonces acumularon colchones sobre las rejas de salida y les prendieron fuego. El incendio, alimentado con material altamente inflamable, cobró una enorme magnitud en segundos. Se usaron los extinguidores, se rompió el tanque de agua para dejar caer el líquido y así combatir el fuego. El personal abrió una reja interior y pudo evacuar a algunos internos. Pero no se pudo controlar el fuego en la celda principal", detalló el ministro. Informó además que tres policías fueron atendidos por principios de asfixia y uno de ellos con una quemadura en una mano.
La jueza Susana de Pigliacampo ratificó que el origen del incidente fue una fuga frustrada. "A simple vista surge que hubo una tentativa de evasión", le dijo a LT8.
El subsecretario de Seguridad Pública, Enrique Alvarez, destacó que no tenía constancias de que se hubieran registrado disparos de proyectiles de plomo en el penal. "La información que tengo hasta acá, es que se dispararon balas de goma. En caso de comprobarse que hubo balas de armas de fuego suponemos que la jueza tomará medidas. La magistrada contará con la mayor colaboración de nuestra parte para establecer lo que sucedió. No puedo dar fe tampoco, a pie juntillas, de lo que digan los detenidos o sus familiares, porque de ese modo sería parcial", puntualizó.
"No tenemos una dimensión clara de esta tragedia", planteó Antonio Tosolini, de la Coordinadora de Trabajo Carcelario. "Había 33 personas en un penal donde caben 12 personas. Uno siembra vientos y cosecha tempestades. Cuando desde las más altas autoridades políticas se establece que en casos así no se negocia, que hay que preservar la seguridad, el valor vida queda relativizado", remarcó.