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Marcas imborrables frente a lo fugaz

Los tatuajes, aunque responden a costumbres milenarias tanto de Oriente como de Occidente, se han convertido en los últimos tiempos en una moda globalizada que genera muchas polémicas y que, como fenómeno -sobre todo entre los más jóvenes-, se presta a análisis de tipo sociológico.


"En un momento en que todo pasa, en que lo que triunfa es justamente esa experiencia `light' en la cual todo pasa sin dejar rastros, parecería que el tatuaje fuera una respuesta reactiva, que tiene que ver con la necesidad de llevar marcas en el cuerpo, algo definitivo, que la experiencia vital deje alguna marca".

Así se expresó el psicoanalista Juan Carlos Volnovich, especialista en adolescentes y pensador, miembro del Foro de Psicoanálisis y Género de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires(APBA).

-�Hay en estos momentos un auge de los tatuajes entre los jóvenes?

-Sí, claro. Sobre todo en adolescentes de clase media: se da más en los varones que en las mujeres. La edad en que los chicos comienzan a tatuarse es muy temprana, a los 14, 15 años. Antes, los tatuajes eran en blanco y negro; ahora está el color, y a la vez, van ocupando cada vez más partes del cuerpo.

-�Es una moda?

-Es una pauta cultural que tiene forma de auge; por lo tanto, puede ser una moda.

-Usted lo mencionaba como algo que se da dentro de los sectores medios. Pero, �no excede este marco?

-Sí. Lo que sucede es que con toda esta especie de tribus territoriales que hay dentro de la ciudad ya no se sabe a qué clase pertenecen por el grado de desclasamiento que existe en estos momentos.

-�Por qué se tatúan?

-Es parte de un rasgo de identidad, en el sentido de que no todos los dibujos son iguales y la pertenencia a un grupo está casi decidida por eso. El tatuaje es como una generalidad. Hay mucha gente que se tatúa. Sin embargo, no todo es lo mismo, porque hay tatuajes que identifican la pertenencia a una subcultura, con determinados diseños y en lugares específicos del cuerpo.

-�Por qué se busca una identidad marcando el cuerpo?

-Es como el registro de que ahí pasó algo.

-�Se combina, entonces, un tema de identidad, de pertenencia muy específica con la necesidad de dejar huellas de algo?

-Es como un rito de iniciación que los incorpora a esa cultura y les da una identidad. Así como una forma más exterior puede ser la camiseta de fútbol, que es dadora de una identidad para los varones generalmente, la marca que llevan en el propio cuerpo también lo es. Brinda una identidad muy definitiva, porque tiene la característica de que es imborrable.

Significados distintos


-�Hay una resignificación de los tatuajes en la época actual?

-Tienen distinto significado de acuerdo con las culturas. Acá puede ser novedoso, original. No obstante, hay culturas aborígenes donde todo lo que tenga que ver con marcas en el cuerpo tiene un sentido muy de pertenencia a la comunidad, incluso como parte de la estética cultural. Lo que fue cambiando con el tiempo es la significación simbólica que tienen. Por ahí, el tatuaje puede ser el mismo, pero el sentido que conlleva para cada cultura y en cada época es diferente. En algunos puede haber algo religioso, estético, o ser una cuestión de rebeldía frente al sistema.

-Esto último, �es lo que más se ve entre los jóvenes?

-Me parece que hay algo de eso y de un intento por capturar experiencias que dejen marca allí donde se deslizan como una especie de situación especial.

-�Cuáles son las partes del cuerpo que más se tatúan?

-Hay gente que se tatúa todo el cuerpo, los genitales o zonas cercanas a los genitales. Sin embargo, lo más común son las partes visibles, como los brazos y las piernas en los varones, y el hombro en las mujeres.

Rito iniciático


-�Cómo intervienen el dolor y el miedo a tatuarse?

-También son parte del desafío. Los varones enfrentan esto como un rito de iniciación porque es muy doloroso, sobre todo en algunas partes del cuerpo. Pero se lo "bancan" porque lo toman como una prueba de demostración de su virilidad.

-�Y el temor al contagio del sida?

-Tienen miedo porque, efectivamente, las agujas lo transmiten. Pero en general lo hacen con agujas descartables.

-�Se toman precauciones?

-Usualmente, me da la impresión de que sí, de que están muy precavidos con respecto al sida y se cuidan. Sin embargo, no podría precisarlo.

-�Hay arrepentimientos?

-Conozco gente que se arrepiente y cambia, pero no demasiado. Algunos lo hacen directamente después de haberse tatuado e intentan borrárselo, aunque quede la aureola, como pasa con los rayos láser. Otros se arrepienten del modelo elegido porque, además, como la técnica fue variando, quieren tener los beneficios de la nueva tecnología, más sofisticada.

-�Cuál es el personaje tatuado más famoso?

-El tatuaje más famoso de todos es el del "Che" en el hombro de Diego Maradona.

-Normalmente, �cuáles son las figuras que más se tatúan?

-De todo; depende de la cultura. Pero, por supuesto, aparece bastante el amor a la madre; los más primitivos son corazones atravesados por flechas con la palabra "mamá" o alguna cuestión referida a lo eterno. En estos tatuajes, el cuerpo aparece como registro gráfico y figural (sic), a veces de figura y a veces de texto, palabras o iniciales, donde se puede leer -literalmente hablando.

Prevenciones a la hora de tatuar


"El tatuaje es un procedimiento invasivo que no tendría que ser realizado por aficionados en la calle, en plazas o en casas, que es lo que ocurre habitualmente. En realidad, debería efectuarse con todas las normas de asepsia que creo que no se cumplen", dijo el médico infectólogo Pedro Cahn, titular de la Fundación Huésped.

"Así como nadie iría a una plaza a arreglarse una muela, de la misma manera, no se debería tatuar", subrayó. El riesgo es "la transmisión de hepatitis B y el VIH, entre otras enfermedades que se pueden contagiar por sangre", explicó Cahn, quien destacó que "esto es necesario advertirlo, porque de la manera en que se está haciendo no está bien".

Por su parte, Ana del Pozo, del servicio de Hemoterapia del Hosp. Garrahan, precisó que "como el tatuaje es una práctica que implica riesgos, están excluidos de donar sangre todos aquéllos que se hayan hecho un tatuaje en los últimos 12 meses. Ésta es una reglamentación universal. Implica riesgos por la inseguridad de los lugares donde se practica, que no reúnen las condiciones requeridas ni están fiscalizados".

A su vez, Jorge Antoñiak, director de Registro y Fiscalización del Ministerio de Salud, expresó que "la práctica de tatuar no está fiscalizada porque no se la contempla como práctica médica. Una posibilidad para controlar esta situación es incluirla dentro de las prácticas médicas. De esta manera, nos aseguraríamos de su rigurosidad y de que no produzca ninguna enfermedad", dijo. Asimismo, afirmó que, "efectivamente, es una actividad de riesgo".

Controles necesarios


Antoñiak añadió que "estamos estudiándolo. Creo que tendría que haber una disposición, y una posibilidad es ésta de ponerlo en manos de médicos".

Sin embargo, esta práctica no sólo requiere de normas de seguridad en cuanto a asepsia e higiene, sino de cierta imaginación, creatividad y manejo de la técnica.

En ese sentido, el funcionario -quien aclaró que expresaba su opinión personal y no la del Ministerio- dijo que "habrá que ver los mecanismos; quizás estas personas que se dedican a tatuar tendrían que ponerse bajo supervisión médica, porque es cierto: hay que tener imaginación y saber dibujar".

Asimismo, el Programa contra el Sida de la Organización de Naciones Unidas (ONU-SIDA) también advirtió sobre las malas condiciones en que se realizan los tatuajes y el riesgo de contagio de la enfermedad. Según los expertos, lo habitual es que durante la perforación de la piel haya derramamiento de sangre, por lo cual es necesario que el instrumental haya sido previamente esterilizado.

Por su parte, el tatuador Sergio Deciria, instalado en un local porteño de la galería Bond Street, quien lleva más de 10 años realizando tatuajes, indicó: "Nosotros tenemos la idea de que cada uno de nosotros puede ser un portador de VIH. La tenemos clara, por eso tomamos todas las precauciones".

Cualquier estudio de tatuaje "está en las condiciones de asepsia necesarias. Todo está esterilizado y las agujas son descartables, tenemos destructor de agujas, estufa de calor seco, ultrasonido para limpiar las punteras, que son de acero quirúrgico y que se esterilizan a 180 grados durante dos horas", precisó.

"Todos los materiales se apoyan sobre campos médicos, que son los típicos baberos; las agujas se abren y se destruyen después, delante del cliente. De ese modo, se evitan el contagio y la desconfianza".

No obstante, más allá de estas precauciones que toman muchos tatuadores, y que en principio parecen dar las garantías necesarias para evitar cualquier contagio, están quienes continúan con esta práctica en condiciones precarias y de alto riesgo.

"Si no tenés una infraestructura, no podés ofrecer seguridad", aseguró Deciria, lo cual hace necesaria la advertencia antes de tatuarse y confirma la necesidad de fiscalización.

Paso a paso


El primer paso es decidirse, "cosa que actualmente no es muy difícil. Antes era un tabú, sólo se tatuaban los marginales o gente que viajaba; pero ahora pasó a ser algo social", afirmó el tatuador Sergio Deciria.

En ese sentido, expresó que "hace 10 años, acá -en la galería donde él trabaja, en la zona céntrica de Buenos Aires- había dos locales que tatuaban; hoy, hay 10 u 11".

"Se tatúa todo el mundo y no tiene que ver con subculturas", afirmó, contradiciendo opiniones de quienes sostienen que aún es propio de determinados sectores. "Yo he tatuado a jueces, abogados, chicas de mucho dinero, chicos que vienen con sus padres, porque son menores y ésa es la condición: que vengan con los padres o con una autorización certificada por escribano público", explicó. "Esto es como comprarse un pantalón. Es algo que te va a hacer aparecer más bonito", dijo.

Mujer, varón, "está muy equilibrado", aseguró Deciria. "Eligen el diseño y el lugar del cuerpo que se van a tatuar. Los brazos son indicio de algo más masculino; también se tatúan la espalda, el pecho, las piernas. Y en cuanto a las chicas, puede ser en cualquier lugar: tobillos, muñecas, abdomen, hombros, pechos, cola".

Deciria explicó que el diseño se calca con un lápiz ectográfico. Luego, se rasura la piel en la zona donde se va a tatuar; después se higieniza y se pone el calco, que fija el dibujo en la piel pasando una barra de desodorante.

A continuación, se pone la puntera esterilizada y la aguja descartable en la máquina de tatuar, con la que se delinean todos los contornos del dibujo. Después, se pinta con distintos colores o se sombrea, según el diseño y lo que la persona requiere.

El tatuaje debe ser vendado luego durante dos horas. Posteriormente, hay que ponerse crema. Se forma una "cascarita" que va a ir cayendo sola, ya que no hay que rascarse ni sacársela.

Mientras Deciria describía los pasos, en su local de la Bond Street, Gastón Oliva -un tatuador que trabaja con él, conocido pocos meses atrás a través de la televisión por haber participado en "Expedición Robinson"- tatuaba una figura en el hombro de un muchacho. "Es mi identificación", comentó tranquilo el cliente, sin dar muestras de dolor.

Oliva, quien aseguró que tatúa desde hace seis años, se refirió al último paso: "Hay que pagar el trabajo del artista", dijo, tras precisar que "el valor mínimo de un tatuaje es entre 40 y 50 pesos, de ahí para arriba; si te cobran 20, dudá".

Una humanidad tatuada en la piel


Cazadores, sacerdotisas, guerreros, esclavos, viajeros, marineros, presos, nobles, jóvenes urbanos, ricos y pobres, mujeres y hombres llevaron (a lo largo de la historia) y llevan dibujos en el cuerpo, marcas que no se borran, tatuajes realizados por voluntad propia o como parte de una costumbre y un rito cultural.

El tatuaje está inscripto en cada época, en cada cultura, desde hace miles de años, en Oriente y Occidente, con sentidos y significaciones propias, vinculados, muchas veces, con la actividad cósmica, el sacrificio, lo místico y lo mágico.

"El motivo místico lo hallamos en el fundamento mismo de la idea de marca, como definición de propiedad. El que se marca a sí mismo desea señalar su pertenencia ante aquello a lo que alude", destaca Juan Eduardo Cirlot en su trabajo sobre símbolos.

Según los etnólogos, los tatuajes también han aparecido como signo que distingue sexo, tribu, rango social, o como medio para aumentar la belleza.

"Especialmente el tatuaje se practica como 'rito de pasaje' o de iniciación, en los cambios de edad y en las transformaciones de la personalidad", indica Cirlot.

Desde la época de las cavernas


La práctica del tatuaje sobre la piel humana, tattoo en inglés, que deriva de la palabra "ta", golpear, proveniente de los indígenas de la Polinesia, tiene aún un origen desconocido.

El hallazgo de un cazador de la época neolítica, con tatuajes en la espalda y las rodillas, encontrado en un glaciar hace 10 años, reveló que antes de la escritura ya se practicaba el grabado de dibujos en la piel.

En los pueblos primitivos, las principales formas que adopta el tatuaje eran rayas, puntos, cadenas, nudos, cruces, estrellas, triángulos, rombos, círculos, figuras estilizadas.

Los antiguos monumentos de Egipto señalan la existencia de tatuajes, como los encontrados en la sacerdotisa de Hathor, en que aparecen tres filas rayadas en el bajo vientre.

A su vez, las inscripciones que hacían los pobladores de la Polinesia eran parte natural de la vida, que embellecían y renovaban hasta cubrir el cuerpo entero, con diseños geométricos y elaborados, que se diferenciaban de los lineales de los habitantes de las orillas del Nilo.

En general, en la antigüedad el tatuaje estuvo vinculado con el pensamiento mágico-religioso. No obstante, también se vivió como un castigo para los criminales y para los esclavos, como en Roma. La extensión del Cristianismo le dio el sentido de superstición y pecado.

La idea de que Dios había creado al hombre a imagen y semejanza, y de que alterar esa figura era un pecado llevó al primer emperador cristiano de Roma, Constantino, a prohibir esta práctica, como ya estaba fijado en los relatos bíblicos. En Levítico 21, 5, dice: "No raparán su cabeza ni se cortarán la barba, ni se harán tatuajes en la piel".

No obstante, durante las Cruzadas, entre los siglos XI y XIII, y en el marco del intenso movimiento de personas -caballeros y gente de todas las clases sociales- que se dirigían desde el centro europeo con destino a Tierra Santa, muchos se tatuaban crucifijos, como parte de un acto de fe.

En América, en épocas precolombinas, el tatuaje también caracterizó a algunas culturas. En Centroamérica era una práctica común asociada con los dioses y las victorias guerreras, como también la religión y la magia fueron su sustento en regiones de América del Norte.

En épocas más próximas, poco más de dos siglos atrás, los marineros que habían viajado a la Polinesia aprendieron a realizar tatuajes y comenzaron una nueva tradición: el tatuaje en los hombres de mar. Fueron ellos quienes la extendieron a distintos lugares del mundo.

De allí se conoció también la práctica maorí de Nueva Zelanda de los tatuajes negros, espiralados y rayados.

El tatuaje había quedado durante mucho tiempo como una costumbre de marineros, trabajadores y presos. Una práctica que realizaban pobres y marginados, ante el desprecio de los ricos que veían en eso algo indigno, bárbaro e "inculto".

No obstante, tanto en Europa como en Norteamérica hubo un tiempo en que llegó a tener eco entre los sectores acomodados. Y así se inició otra época en el tatuaje, cuando Samuel O'Reilly inventó la máquina de tatuar en 1891 y la lanzó a la venta. El siglo XX comienza con estudios de tatuajes en casi todas las ciudades más desarrolladas.

Un siglo después, en la actualidad, existen en casi todos los países asociaciones de tatuadores y convenciones internacionales donde se encuentran expertos de distintas partes del mundo. La práctica adquiere una nueva dimensión, y como sucedió en cada época, en ésta se instala en medio de un mundo caracterizado por la fragmentación, la velocidad y lo fugaz.

Marta Gordillo (Télam)