Bergoglio y Mejía fueron agasajados
Los flamantes cardenales Jorge Mejía (Archivo y Biblioteca Vaticana) y Jorge Bergoglio (Buenos Aires) fueron agasajados ayer en la embajada argentina ante la Santa Sede por un reducido grupo de funcionarios nacionales y obispos presentes en Roma.
Según contaron a DyN voceros de la Secretaría de Culto, Mejía destacó la "amistad personal" que tiene con el presidente Fernando de la Rúa y reveló que, tanto él como el purpurado porteño, recibieron un llamado telefónico del jefe de Estado, quien les pidió que "recen por la Argentina".
El cardenal Bergoglio, en tanto, propició una oración de acción de gracias al término del encuentro protocolar. El almuerzo en la sede diplomático se ciñó a las pautas establecidas por los neocardenales, es decir fue "discreto y limitado", lo que motivó el agradecimiento de los dos arzobispos argentinos.
Ambos se habían negado durante la semana a participar de una recepción "ostentosa", como se estila en estos casos y tenía previsto la reducida comitiva oficial que se halla en la Ciudad Eterna, por lo que la fiesta se limitó a un almuerzo frugal con poco más de una docena de comensales. Además del embajador Vicente Espeche Gil y su esposa, que actuaron de anfitriones, estuvieron los ex nuncios en el país Pío Laghi y Ubaldo Calabresi, los obispos argentinos Estanislao Karlic (Paraná), Emilio Bianchi di Carcano (Azul), Carlos Galán (Emérito de La Plata) y Guillermo Rodríguez Melgarejo (Auxiliar de Buenos Aires), y el prelado jesuita José Pittau, secretario de la Congregación para la Educación Católica.
También fueron de la partida, el secretario de Culto, Norberto Padilla, su jefe de gabinete Juan Navarro Floria, y la embajadora argentina ante Italia, Elsa Kelly.
Oficialmente se comunicó que la comida fue "extremadamente cordial y se prolongó en una animada sobremesa", durante la cual Espeche Gil brindó por los nuevos purpurados y destacó el recuerdo especial que el Papa Juan Pablo II tuvo para los argentinos el pasado jueves al termino del Consistorio. A su turno, Padilla entregó a cada uno de los cardenales una bandeja de plata con el escudo argentino y la firma grabada del primer mandatario y una inscripción de dedicatoria, que fue agradecida por ambos.
Por la tarde, el cardenal Mejía -al igual que el resto de los 42 cardenales creados el pasado miércoles-, tomó posesión de la diaconía de San Jerónimo de la Caridad, la iglesia particular que le corresponde por pertenecer al Colegio Cardenalicio.
Bergoglio, sin embargo, asumirá esta responsabilidad al frente de la iglesia San Roberto Berlarmino, que recuerda al único santo jesuita -congregación a la que también pertenece el purpurado porteño- que fue obispo y cardenal, más adelante.
El Colegio Cardenalicio fue instituido en su forma actual en 1150 y cuenta con un decano -el Obispo de Ostia, que conserva la Iglesia que tenía antes ese título-, y un camarlengo, que administra los bienes de la Iglesia cuando la Sede de Pedro está vacante. El decano se elige de entre los seis cardenales del orden "episcopal" que tienen el título de una Iglesia suburbicaria, es decir de las siete diócesis más cercanas a Roma (Albano, Frascati, Ostia, Palestrina, Porto-Santa Ruffina, Sabina-Poggio Mirteto y Velletri-Segni).
El único argentino que integró este sexteto de "cardenales-obispos" fue el fallecido Eduardo Pironio, quien además fue el que más cerca estuvo de lograr el Pontificado en el cónclave de 1978, cuando salió elegido Juan Pablo II.
Además del orden "episcopal" existen otros dos órdenes: el "presbiteral" y el "diaconal". Los primeros son los que tienen a su cargo una sede episcopal y los segundos, los que cumplen funciones en la Curia Romana. Los cardenales Bergoglio y Mejía, pertenecen a estos últimos, en ese orden. (DyN)