"Me voy de vacaciones con mi novio..."
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Hoy, son cada vez más las parejas de novios que deciden irse de vacaciones juntos, lo cual implica un cambio cultural que desestabiliza el sistema de valores de sus padres.
Las vacaciones en familia varían de acuerdo con las edades de los hijos. Cuando son bebés, el lugar elegido es, en general, en función de ellos: sin muchas horas de viaje y manejando los horarios para que puedan dormir la siesta; cuando son niños, el destino debe aportar mucha diversión; al llegar a la adolescencia prefieren irse con amigos; y cuando son jóvenes, muchos deciden veranear con su pareja.
Irse de vacaciones con el novio o la novia es cada vez más común en Santa Fe y a la mayoría de los padres les cuesta manejar esta nueva situación.
Lucía tiene 24 años y lleva casi doce meses de noviazgo. Este año se fue por primera vez de vacaciones con su novio, y para ella la experiencia fue muy positiva."Nos llevamos genial; tuvimos algunas peleítas normales, propias de la convivencia, que hace que conozcas al otro de otra manera y surjan diferencias; pero todo te enriquece. En un principio, pensamos en irnos cada uno por su lado con amigos. Como somos muy celosos, nos dimos cuenta de que, estuviéramos donde estuviéramos, nos íbamos a extrañar mucho e íbamos a estar mal separados tanto tiempo. La solución fue viajar juntos y con otras parejas de amigos."
Raquel es la mamá de Lucía y confiesa que la idea no le gustó para nada. "Preferí que se vaya sin darme demasiados detalles de cómo se iban a organizar en la convivencia. Esto es algo nuevo para mí. Cuando era joven ni se me pasó por la cabeza plantearle algo parecido a mis padres. También es cierto que, a su edad, yo ya estaba casada y con un bebé. Entiendo que hoy, a las parejas les cuesta mucho dinero casarse, y juntarlo les lleva tiempo. Comprendo que mi hija tiene una edad en la que necesita estar con su pareja y conocerse de otra manera".
No es una luna de miel
Sol hace un año que está de novia y piensa casarse el próximo. Este verano se fue a Brasil con su media naranja. Sin embargo, espera ansiosa su luna de miel. "Creo que va a ser una experiencia diferente; una cosa es divertirte y pasarla bien con tu novio y otra es estar casada. Cuando te vas con otros amigos, tenés horarios y salidas diferentes de cuando estás sola con tu marido. Las discusiones de cada pareja se toman con humor, todos se ríen y luego vienen las cargadas".
Para la madre de Sol, Cristina, la comunicación padre e hijo es importante que se produzca desde que son chiquitos," para que mis hijos tengan confianza en mí y no me oculten nada. Sol primero me lo comentó a mí y juntas convencimos a mi marido de que la idea no era descabellada. Ella ya es grande e independiente, son una pareja bien constituida, que planea casarse pronto, así que no me pareció que tuviera nada de malo. Al papá le costó un poco más aceptar la situación y dio un `sí' a medias, ya que me hizo responsable por si algo llegaba a suceder."
Volver y separarse
Volver cada uno a su casa y separarse no es fácil. "Tenés que estar preparada para la vuelta, tomar el viaje como un paso que te prepara y une para el matrimonio. Todo lo que vivís lo hacés pensando en cómo será cuando estés casada con él, pero sabiendo que aún no es el momento y que tu vida de soltera debe continuar", nos dijo Sol.
Lucía volvió con nuevos proyectos y planteos en torno del futuro. "En mi caso, crecimos para bien. Separarnos fue como un desgarro y ya nos estamos planteando la idea de casarnos pronto. También hay casos de parejas que se fueron de vacaciones y, al volver, se han peleado. La experiencia te sirve para mejorar o terminar, si te das cuenta de que compartir tu vida con él sería un error".
María lleva tres años de novia y éstas fueron sus primeras vacaciones juntos. "En la convivencia noté muchas cosas diferentes del otro que antes no había percibido; pequeñas cosas, como por ejemplo, cómo revuelve el café. Un viaje te da la posibilidad de marcar aquello que no nos gusta del otro. Es muy importante hablar sin reproches mientras haya tiempo de cambiar".
"Hay que ceder y dejar ser al otro tal cual es, no podés imponerle que sea como vos querés. Es importante marcar lo que no nos gusta del otro, pero respetando su esencia", agregó Sol.
Cuando la respuesta es "no"
Lorena tiene 22 años y lleva 2 de noviazgo. Sus padres no la dejaron irse, y si bien a ella la idea le encantaba, respetó sin discusiones esta decisión."Creo que no corresponde que mi hija se vaya sin estar casada. Es quemar una etapa. Además, no es un buen ejemplo para su hermana menor ni está bien visto por la sociedad; ya tendrá tiempo suficiente de viajar cuando se case", afirmó su padre.
Matías tiene 22 años y piensa de la misma manera. "Yo no siento la necesidad de viajar con mi novia. Prefiero irme de vacaciones con mis amigos, porque creo que éste es el momento; ya voy a tener tiempo después de casado de irme con mi mujer".
María se pone en el lugar de sus padres: cuando ella sea madre y su hija se quiera ir de vacaciones con el novio, la apoyaría según la edad y el tipo de relación que tenga. "Si veo que es un novio más del montón, no la dejaría. Si, en cambio, es una relación seria y lo conozco bien a él, sí."
Sol se fue dos veces de vacaciones con novios distintos. La primera vez tenía 20 años y la experiencia fue diferente de la que vivió 4 años después."A los 20 años salíamos y gastábamos mucho. Creo que no estaba realmente preparada, porque extrañé mucho a mi familia. Pero ahora tuve otras charlas y lo viví de otra manera, con más madurez".
La licenciada en Psicología, Ruth Casabianca, fue consultada por Nosotros con el fin de orientar a los padres que se enfrentan al planteo de sus hijos de querer irse de vacaciones con su pareja, y aconsejar a los jóvenes que deciden esto para que puedan sacar provecho de la experiencia.
"Los jóvenes crecen para ser cada vez más autónomos, pero lo que muchas veces no se percibe, desde los padres o desde los mismos jóvenes, son los grados de libertad o de autonomía, ligados directamente a la responsabilidad. El poder hacerse cargo de las consecuencias de las conductas indica cuántos grados de libertad debe tomar un individuo y cuántos grados de libertad dar, en este caso, los padres. Cuando hay madurez, esta experiencia sirve para un crecimiento personal y de la pareja. En otros casos, sólo implica divertirse un momento y nada más.
Muchos padres nos sentimos responsables de nuestros hijos aunque sean mayores de edad, porque uno concibe que los tiene que educar toda la vida en ciertos valores y normas de conductas. Es un tema difícil, ya que la cultura va modificándose, y hoy, la conducta de la juventud es diferente de la de otras generaciones. Algunos padres se sienten angustiados cuando los hijos se van; otros, más liberales, lo toman con naturalidad.
Como padre, uno siente que los grados de libertad que puede otorgar están en relación con lo que cada joven es capaz de asumir.
Es imposible que se pueda mantener en todas las áreas de la conducta un criterio rígido, porque nos vamos transformando en relación con nuestros hijos; de alguna manera, hay que aprender a negociar. Cuando están convencidos de que determinadas pautas de conducta tendrían que mantenerse a pesar de los cambios de cultura, los padres deben ser fuertes e imponerse y los hijos, respetar esta decisión.
Las experiencias de la vida son siempre una oportunidad para madurar y repensar la relación de la pareja y hasta qué punto podría permanecer o no, teniendo en cuenta que unas vacaciones no van a dar un pronóstico certero de lo que va a pasar en una relación, porque la vida va evolucionando. Además, el contexto de las vacaciones es de relajación y diversión, no es la vida de todos los días.
Irse de vacaciones en pareja es una buena oportunidad para que cada uno se analice, al igual que a su relación, y reacomode vínculos".
Laura Burlando