"La ciénaga", una laureada opera prima
| |
La obra pertenece a la cineasta salteña Lucrecia Martel. Obtuvo sendos galardones en Berlín y Toulouse, mientras que el Sundance Institute distinguió su guión.
El cine argentino actual se apuntó con La ciénaga su mayor éxito a escala internacional de los últimos tiempos -el premio a la mejor opera prima en el último Festival de Berlín- con esta realización de la joven realizadora salteña Lucrecia Martel, quien se basó en un guión propio. Después también cosechó un galardón más en el certamen de Toulouse (Francia). Previamente, había obtenido el premio al mejor guión otorgado por el prestigioso Sundance Institute, distinción que también llegaron a obtener trabajos tan resonantes como Central do Brasil, de Walter Salles, y Con solo mirarte, de Rodrigo García.
La ciénaga se rodó durante siete semanas en locaciones de la provincia salteña, la mayor parte en una finca rodeada por cerros y quebradas imponentes. Otras escenas se hicieron en la capital provincial e, inclusive, en la ciudad de Buenos Aires.
Y ambientada, precisamente, en una región rural del noroeste argentino, durante un insoportable verano, la obra cuenta cómo dos hechos accidentales reúnen en el campo a dos familias, la de Mecha (Graciela Borges), una cincuentona alcohólica, madre de cuatro hijos, y la de su prima Tali (Mercedes Morán), casada con un aficionado a la caza y también madre de cuatro hijos. El elenco incluye también a Martín Adjemián, Silvia Bayle y Juan Cruz Bordeu.
La propia Lucrecia Martel confesó su temor por volverse una profesional y a ver al cine como un trabajo. "No quisiera que esto sea un trabajo. Me da miedo pensar en la posibilidad de volverme una profesional", explicó. También señaló que "nunca fui una profesional de absolutamente nada por la sencilla razón de que me da terror transformarme en una mina que se relaciona con las cosas de manera fría y distante".
Luego de haber concretado su sueño de estrenar La ciénaga en su Salta natal, Martel, de 34 años, dijo: "Me siento una privilegiada por el grandioso recibimiento que tuvo la película y por el hecho de que haya venido a verla el mismísimo gobernador".
En referencia al éxito que obtuvo con su filme en festivales extranjeros, Martel comentó que teme que tal reconocimiento la aparte de su meta y agregó, con igual sinceridad: "Renuncié a una vida lujosa, porque si no tendría que aceptar trabajos de cualquier cosa. Para mí tener un techo y algo para comer es suficiente. Después, lo mío es sentarme a escribir".
La actriz Mercedes Morán puntualizó la importancia que La ciénaga tuvo para su carrera, al asumir por primera vez un rol protagónico en cine. Sumamente celosa en la elección de sus compromisos artísticos, la intérprete de la exitosa tira Gasoleros comentó que su primer contacto fue con el guión de la película al que juzgó "tan sensible como original, con una mirada muy particular sobre un universo en el que reconocí las impresiones que guardo de mi propia infancia".
Poco después llegó el encuentro con Lucrecia Martel: "Sabía que asumía un riesgo grande -confesó la actriz- por las dificultades del personaje y por apostar a una directora que hacía su primer largo".
Sin embargo, la decisión de Morán se resolvió por la sumatoria de una serie de elementos favorables: la calidad del guión, la seguridad que trasmitía Martel, el nivel de algunos cortometrajes creados por la joven realizadora y el aval de Lita Stantic, una productora seria que es una garantía.
De neta extracción teatral, Morán afrontó su primer protagónico cinematográfico con poca experiencia en la pantalla grande. "Sin embargo -destacó- Lucrecia allanó las posibles dificultades con una cantidad de ensayos previos al rodaje, orientados a los vínculos entre los personajes".
La actriz reconoció que las características técnicas del trabajo cinematográfico le crearon no pocos inconvenientes. "Pero siempre sentí que todas esas dificultades eran positivas -afirmó convencida- porque, después de dos años de asumir un personaje como el de la Roxy en Gasoleros, tenía la posibilidad de desplazarme hacia otro lugar con un personaje absolutamente diferente".
"En otro sentido -acotó-, la sensación que todos teníamos de participar en una experiencia creativa importante, nos ayudó a soportar algunas situaciones duras del rodaje". La convivencia de todo el equipo durante las semanas de rodaje, fue capitalizada por la actriz como una grata aventura. "Fue como una especie de viaje con amigos que recién conocés -explicó- y que han elegido el mismo lugar. Estábamos descubriendo un ámbito nuevo para nosotros y tratando de hacerlo nuestro por lo que fueron seis semanas muy acotadas de una convivencia fantástica donde la principal preocupación era el trabajo".
"Cada propuesta es un universo diferente -definió- si no fuera así, no le encontraría mucho sentido a este trabajo. Lo que más me divierte es poder usar a los personajes como excusa para entrar en mundos distintos y explorar las leyes de ese universo. Lo mejor que tiene nuestra profesión es poder incursionar con impunidad en aspectos poco gratos de uno mismo y dar rienda suelta a la fantasía".
Morán se entusiasmó al recordar la experiencia en el Festival de Berlín: "Fue alucinante -evocó- porque me sentí parte de un mundo donde, por lo común, uno está de espectadora y eso ya es un placer. Una experiencia en un festival interesante es maravillosa siempre, pero si además tu película es bien recibida, bien criticada y premiada hay que agradecer la suerte de poder vivirlo".