Los "refugiados rumanos": la
globalización de las miserias
Suena un acordeón en la peatonal. Es un niño que no sabe tocar. Llama la atención por su mirada perdida y la cara de hambre. La madre está a la vuelta pidiendo limosna y el padre ensaya su mejor renguera en un semáforo, al mejor estilo Duftin Hoffman en Perdidos en la noche. "Son los rumanos" dice una señora que pasa por al lado. "íEstos son gitanos!!!", grita un vendedor ambulante que ve al periodista observarlos. "Vienen de la guerra de Kosovo" dice una chica, mientras les deja una moneda.
Desde hace dos años deambulan por Santa Fe y las principales ciudades de la Argentina y han protagonizado curiosos hechos policiales.
La embajada estima que son 200 familias que comenzaron a llegar a Argentina a mediados de 1998. "No son refugiados como dicen. No huyen de persecuciones religiosas ni políticas. Vienen a vivir de la mendicidad" sostenía Viorel Ipate, Cónsul de la Embajada Rumana en Buenos Aires, a mediados de febrero de 2000. Hoy son muchos más y poco se conoce de ellos. La embajada de Rumania en Argentina es reticente a brindar información oficial al respecto. Se limitan a decir que "no saben mucho del tema" y que ellos no son responsables de esta oleada inmigratoria.
Del análisis de la información brindada por la embajada, las notas periodísticas publicadas en todo el país, la situación de Europa del Este y los dichos de algunos mendigos que pasan por Santa Fe, se desprenden varias hipótesis.
Mendigan a través de estrategias que se repiten y se diversifican con el tiempo, entre las que cuentan: hombres con exageradas discapacidades locomotrices (todos con la muleta más barata del mercado); mujeres mendigas con bebés en brazos y niños acordeonistas, entre otras. Según los datos obtenidos en una investigación de la Secretaría de Promoción Social del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, estas tareas diarias les dejan a los mendigos rumanos entre 10 y 15 pesos.
El último contingente que llegó a Santa Fe trajo un nuevo mecanismo que consiste en pedir una donación a través de un volante que explica la situación de un niño con leucemia. El papel lleva un sello extraño, supuestamente relacionado con una organización religiosa que ellos se encargan de aclarar: "es cristiana".
Estas prácticas de mendicidad, que ejercen en las principales ciudades de nuestro país, ha ocasionado inconvenientes con la justicia por la explotación de los menores. En Salta, una jueza ordenó la detención de un niño rumano que tocaba el acordeón y mendigaba en la peatonal. En Mendoza, por orden de la Jueza de Familia Adriana Rodríguez, 11 menores fueron puestos bajo la tutela de la Dirección de la Familia por considerar que sus padres los obligaban a ejercer la mendicidad. Curiosamente, al cabo de 13 días todos se fugaron sin dejar ni un rastro. Según los funcionarios, el escape fue premeditado y organizado por los padres que se encuentran prófugos.
En nuestra provincia se vieron envueltos en un tema policial en la ciudad de Rosario cuando una pelea entre ellos, dentro de una pensión en la cual vivían 20 familias rumanas, terminó con dos heridos graves (apuñalados) y un detenido.
Increíblemente, o no, la primera puerta la abrió nuestro país con un sistema especial de migraciones para los extranjeros procedentes de países de Europa del Este y Central con el objetivo de promover la inmigración de profesionales limitados en su desarrollo por las condiciones económicas de Rumania. Pero la publicidad que adquirió este mecanismo en ese país atrajo a numerosas familias de escasos recursos que no son precisamente cuadros científicos generados tras la vieja cortina de hierro. Al cerrarse esta posibilidad de visas para venir a nuestro país, en mayo de 1999, 180 rumanos ingresaron a Uruguay. Detectados en la Banda Oriental comenzaron a buscar otros caminos.
A principio de este año, en distintos operativos realizados en la frontera de Salta con Bolivia, se detuvo a un total de 67 rumanos que intentaban ingresar desde el país vecino en forma ilegal a la Argentina, a través de pasos clandestinos.
Otro mecanismo es el ingreso con visa de turista para luego pedir ante las autoridades el certificado provisorio como refugiados. Mientras dura el período de evaluación (que siempre se deniega) buscan tener hijos en nuestro territorio para tramitar con derecho su residencia.
Estas variadas e inteligentes estrategias de ingreso hacen pensar en la existencia de una organización especializada en el tráfico de personas. Por el momento no hay pruebas concretas de esto pero sobran indicios.
Llegan sistemáticamente. Demuestran conocer las reglas migratorias, las posibilidades que abre la figura del refugiado y los pasos fronterizos vulnerables. Tienen pautadas estrategias de mendicidad que repiten en todo el país y una capacidad organizativa para sacar menores de un instituto en Mendoza o cruzar clandestinamente la frontera entre Argentina y Bolivia. Todos éstos son indicios suficientes para pensar en la existencia de una mafia que ninguna autoridad parece investigar.
Dentro de tantos interrogantes e hipótesis existe una certeza, casi indiscutible: organizados o usados por miserables, sean rumanos hambrientos, gitanos discriminados o refugiados de los Balcanes (o todo junto), los mendigos escapan de alguno de los horrores de este mundo. Hambre, guerra o discriminación son el caldo de cultivo de algunos delincuentes que intentan reeditar "la América", tal vez, inspirados en la globalización y la precariedad de un país subdesarrollado como el nuestro.
Lic. Mariano Bravi