Viaje a la época colonial
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D. Rafael del Pino, descendiente del virrey Del Pino y de la santafesina Rafaela de Vera y Muxica, estará en nuestra ciudad. Estudiosos internacionales participarán del encuentro que patrocina la Fundación que él preside. También habrá momentos de confraternidad y se evocará aquella época.
Santa Fe del siglo XVIII. En cada patio el aroma de azahares, jazmines y diamelas envuelve con intensidad a cada uno y sorprende gratamente al viajero.
La casa de los Vera Muxica, familia principalísima del Santa Fe colonial, estaba en la calle Real entre la Mayor y la Real de la Merced. Era el hogar del maestre de campo general D. Francisco de Vera Muxica, teniente de gobernador de Santa Fe y de su esposa Da. Juana Ventura López Almonacid y Pintado.
Aquel 14 de octubre de 1753 la casona mostraba un ir y venir de gentes: había nacido la hija del matrimonio, Francisca Rafaela, y cabildantes y matronas llegaban a presentar sus saludos y preguntar por la salud de la madre, emparentada con casi todas las familias descendientes de los antiguos pobladores españoles. Y la servidumbre negra celebraba también el nacimiento, sabedora de la generosidad de su amo.
Casi tres décadas más tarde, el 1° de marzo de 1783, la ciudad no ha cambiado mucho. El mismo aroma invade cada uno de sus rincones y la inquietud ante un acontecimiento importante se nota en el aire. Negras, chinas, mulatas y mestizas muestran inusual ajetreo en la casa solariega: es que en pocas horas más la niña Rafaela contraería enlace. La crónica la describe alta, elegante, airosa, señorial. Frente espaciosa, cutis blanco aterciopelado, rostro enmarcado por rizos dorados, perfil helénico, ojos soñadores. Añadía un alma bondadosa que distribuía su generoso auxilio a los más pobres, a los que visitaba en sus humildes ranchos, quienes veían en ella a su ángel tutelar.
Deberes de servicio enviaron a Don Joaquín del Pino y Rozas a visitar Córdoba y Santa Fe, donde fue recibido por lo más granado de la sociedad y se hospedó en el hogar de los Vera Muxica donde Cupido flechó a la pareja. Era un hombre maduro, viudo, talentoso y valiente, por entonces gobernador político y militar de Montevideo y coronel de ingenieros, que no imaginaba aún que el destino le depararía ocupar, entre 1801 y 1804 el cargo de virrey del Río de la Plata.
A la iglesia Matriz van llegando damas y señoritas acompañadas de negritas y chinitas portando las alfombras que ellas usarían en el templo.
Oficia la misa de esponsales el Dr. Francisco Antonio de Vera Muxica en el altar de San José, quien dio el pan de los ángeles a los esposos y a la comitiva.
El mulato organista -esclavo del Santísimo- acompaña con escogidas sinfonías la ceremonia y la salida de la pareja, que al aparecer a las puertas es saludada con cerrados aplausos y lluvia de flores, las dianas de la charanga militar, el estruendo de las camaretas y petardos y más lejos el tam-tam de los negros Congos y Benguelas.
Los saraos de aquella sociedad eran alegres pero discretos, se conversaba y se bailaba, se tomaba chocolate espumoso por el huevo batido y aromado con canela o vainilla, y el pueblo participaba a su manera del festejo, en la acera o en los patios.
Doña Rafaela siguió fielmente a su marido como joven esposa y luego como digna virreina. Volvió a visitar su Santa Fe natal a respirar el perfume de los huertos en flor y a rezarle a la Virgen de los Milagros, por los que siempre tuvo en su corazón hasta su muerte en Buenos Aires, en 1816, ocho días antes de la Declaración de la Independencia.
Rafaela de Vera Muxica es evocada por las crónicas como una mujer bondadosa que educó a sus propios hijos y a los del primer matrimonio de su marido y que debió vivir angustiada en sus últimos días, con una familia dividida por los avatares de la política hispanoamericana, ya que una de sus hijas se había casado con Bernardino Rivadavia, la otra con el realista Juan Angel Michelena, y sus varones, igual que sus hijastros, se habían marchado a la península para servir al rey.
La familia Vera Muxica tuvo una destacada actuación en la gestión en Santa Fe y dio lugar a notables enlaces comerciales y matrimoniales que vincularon a Santa Fe con las demás ciudades del Río de la Plata.
El primero en llegar al Río de la Plata, en 1607, fue Sebastián de Vera Muxica, nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1580. En Santa Fe ocupó varios cargos capitulares y fue encomendero de indios colastinés. Se casó con María de Esquivel, hija de Tomás de Nájera, vecino poblador y teniente de gobernador de Santa Fe, y de Jerónima de Monzón y Esquivel.
Su hijo Antonio de Vera Muxica, nacido en Santa Fe, ejerció la misma encomienda que su padre. Ocupó todos los cargos capitulares y también fue Protector de naturales.
Entre 1650 y 1660 tuvo a su cargo el traslado de la ciudad de Santa Fe a su actual emplazamiento, a cuyos gastos contribuyó a sus expensas, así como en la construcción de los principales edificios: iglesia parroquial, iglesia de La Merced, Cabildo y cárcel.
Teniente de gobernador y sargento mayor de Santa Fe en 1659 y de Buenos Aires en 1673, intervino en exitosas expediciones militares, destacándose en 1680 la recuperación para España de la Colonia del Sacramento. En Tucumán realizó campañas contra los indios guaycurúes y calchaquíes y el rey lo designó gobernador del Paraguay en 1684.
Se casó en 1659 con Melchora Arias Montiel, hija de Hernando Arias Montiel, santafesino, y de Francisca Maldonado, cordobesa.
Don Francisco Antonio de Vera Muxica, nacido en Santa Fe en 1707, nieto del anterior, ocupó similares cargos. Durante su mandato se fundaron las reducciones de mocovíes de San Javier (1743), San Jerónimo del Rey, de abipones (1748), Concepción de Cayastá de indios charrúas (1750) y San Pedro de indios mocovíes (1760).
En 1762 recuperó para España la Colonia del Sacramento, en la Banda Oriental. Actuó en la pacificación de la frontera con los indios del Chaco y en la de indios guaraníes en 1754.
Se casó en 1739 con Juana Ventura López Pintado, hija del maestre de campo don Andrés López Pintado y de Josefa Marcos de Mendoza. Hija de ambos fue Rafaela Francisca de Vera Muxica, más tarde virreina, a la que nos referimos en esta página.
El Primer Encuentro Internacional de Historia del Virreinato dio comienzo ayer, en la Academia Nacional de la Historia, en Buenos Aires, y continuará en Santa Fe el 11 y 12 de este mes, y también en Córdoba.
Estará entre nosotros D. Rafael del Pino, titular de la fundación con sede en Madrid, que lleva su nombre y que patrocina estas jornadas, y descendiente directo de Joaquín del Pino, virrey del Río de la Plata entre 1801 y 1804, y de la santafesina Rafaela de Vera y Muxica.
La boda de ambos será evocada en una representación que se realizará en el Museo Histórico el viernes 11, a las 20 con acceso libre y gratuito al igual que los encuentros académicos y muestras en museos, cuyo programa hemos dado a conocer en anteriores ediciones.
María Alejandrina Argüelles