Cacho Galé: la radio, yo y mis otros yo
Su voz no necesita ser presentada. Generaciones de santafesinos la escucharon a lo largo de cuarenta años y hoy sus hijos parece que quieren tomar la posta.
Son las cinco y media de la tarde. Cacho, con un mate en la mano, enfundado en su jogging azul, nos hace pasar a su departamento de bulevar Gálvez. Recién llega de grabar el programa que desde hace casi treinta años emite junto al Cholo Mottier, Aire libre.
Roberto Dellamónica o, más bien, Cacho Galé es ya una marca registrada en el éter santafesino. Su voz comenzó a abrirse caminos en el aire hace más de cuarenta años. Primero como presentador de conjuntos musicales, animando bailes, en la publicidad callejera y luego en la que hasta ahora es su casa, LT9. �Mi seudónimo? Me acuerdo que en mis comienzos estaba de moda Morenita Galé, una vedette, y como no me gustaba mi apellido, elegí el suyo. Mi sobrenombre siempre fue Cacho junté los dos y quedó algo cortito, lindo. En esos tiempos era común lo del seudónimo..., cuenta.
Eran los tiempos de los centros cerveceros, de los bailes en Los Dos Chinos o Dom Polsky. Cuando era un pibe de 16 años llevaba en una valijita la música que bailaban multitudes y en su garganta las presentaciones de los temas. Más tarde, ese mismo, adolescente, es contratado por la orquesta de Duilio Berardi de jazz característica y comienza a viajar al interior de la provincia como presentador oficial. A medida que recibía la aprobación y suscitaba los aplausos de las multitudes, sus inhibiciones caían, se desplomaban en la seguridad de que estaba en el buen camino.
Un día decide presentarse en la inmobiliaria de don Marcos Bobbio, entonces director de LT 9. Estudiaba Ingeniería Química y necesitaba trabajar en algo más estable. �De dónde sos locutor vos?, le pregunta don Marcos. Y Cacho descargó su experiencia y su gusto por la profesión. Pero esto es radio, insistió el empresario. Vaya a saber uno qué le habrá dicho el joven Dellamónica para que Bobbio arregle una entrevista entre él y Carlos Masini al lunes siguiente. Era sábado y ese fin de semana no pude dormir, recuerda hoy el jefe de locutores de la Brigadier López.
Roberto pasó las primeras pruebas, superó las inhibiciones que le producía el estar al lado de semejantes voces, tan famosas. Presentó música, en horarios siempre nocturnos, hasta que llegaron los primeros reemplazos y los primeros pesos. El nombramiento llegó en 1962.
La memoria de Cacho guarda celosamente los nombres de Carlos Linares y Alcides Cariaga, como los de dos hombres que lo ayudaron a llegar a cumplir su sueño de radio.
Cacho Galé, el hombre que desde hace siete años conduce Cacho de noche, es padre de tres hijos. El destino quiso que los dos varones del matrimonio que formó con Silvia Stelacci se dedicaran al periodismo. Germán, el mayor es hoy uno de los movileros de LT9 y Javier trabaja como productor de televisión. Ambos colaboran con su padre en el programa que va de 21 a 23 por LT9.
Es una gran satisfacción que dos de mis chicos elijan el camino de la comunicación. Ojalá la vida les depare la misma fortuna que a mí. Sé que tienen mucho que aprender todavía, pero en pocos años veo que se han hecho un lugarcito en este mundo, comentó emocionado. A Nazarena, la menor, no le picó el bicho, completa con algo de tristeza en la mirada.
-�Qué fue lo que se llevó el tiempo?
-Muchos seres queridos, objetivos que uno se trazó y se esfumaron... Estoy satisfecho con el apoyo de mi familia, con el respaldo que encuentra mi profesión en la sociedad, un nombre ganado, pero quizás hubiera tenido la posibilidad de horizontes más amplios, no sé...
-�Está arrepentido?
-No, pero, por ejemplo en el '64 surgió la posibilidad de trabajar en Córdoba, años más tarde, volvió la propuesta. Son ciudades más grandes, con otras posibilidades. Claro, nunca hubiera conseguido el nombre que tengo acá, en Santa Fe.
-�Cuál es el secreto de su permanencia?
-Me gusta ser un comunicador que comunica, que le deja algo a la gente, que le aporte conocimientos. Si yo empiezo mi programa con una reflexión es para distender, porque la gente está agobiada. Se levanta a la mañana y es como un saco donde los medios ingresan todo. La situación económica no es favorable como para que se acopien pastillitas negativas. Sin desconocer la situación pretendo aportar un colchón para que el público se distienda y tenga un descanso.
-�Cómo define su tarea en Cacho de noche?
-Ser un moderador de columnas que hacen a un esquema de radio, repartir las cartas. Hoy el locutor incursiona en ciertos comentarios periodísticos, pero no con el nivel del periodista que está enfrascado en todo. Yo, a veces lo hago, pero consciente de que no con la capacidad de un periodista.
Impecable en su vestimenta, opta por ropa de vestir para las fotos. Responde a cada pregunta con la seguridad de alguien que ya tenía pensadas las respuestas desde hace mucho tiempo. Se ríe de vez en cuando, mientras se pierde en algún recuerdo, juguetea con una birome y hace pausas entre las oraciones que pronuncia, permanentemente. Fuma poco, pero reconoce que cuando era joven el cigarrillo era un vicio para él y que, lamentablemente, uno de sus hijos heredó el hábito.
De tanto en tanto trae a la charla los recuerdos de aquella radio que él vivió y ayudó a vivir varias décadas atrás. Todo era más acartonado -dice-. Hoy en día, si uno se equivoca, se puede autocorregir al aire, incursionar en un reportaje. Antes la radio era sólo publicidad y música.
Admira las voces de Jorge Fontana y Juan Alberto Badía, y la vastedad de conocimientos de Antonio Carrizo aunque destaca que, entre los jóvenes, hay muy buenos locutores. No arriesga nombres, pero afirma que la mayoría están en FM: Uno los escucha, los valora, pero no sabe quiénes son.
A los sesenta y pico, Cacho Galé no cesa de trabajar, en la radio, en la tele, en su agencia de publicidad. Si no fuera por mi esposa y mis hijos, no sé si seguiría hoy con la misma fuerza. Ellos me renuevan, me activan, me fomentan las ganas de seguir adelante. Siempre.
Amigo de muchos años y compañero de tareas en los medios, Juan Carlos Cholo Mottier dice: Cacho es una persona `familiera' y de buen corazón. A veces, se muestra algo hosco, pero esos gestos no se condicen con su verdadera personalidad. Es un trabajador incansable, le gusta que valoren su labor tanto en el aspecto artístico como retributivo. Estoy seguro de que no sería él precisamente el ganador de un certamen de simpatía, pero su grandeza es de alma. Y en el terreno profesional, el desempeño de Cacho no admite discusión. Su seriedad y dinamismo se conjugan permanentemente para hacer de su trabajo algo invalorable.
Araceli B. RetamosoFotos: Mercedes Pardo y Luis Cetraro