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De Raíces y Abuelos

Con la llegada de Alessandro (un pescador italiano) a Buenos Aires se inicia la historia de esta familia en la Argentina. Sus cuatro hijos varones fueron los fundadores de una refinería de aceite.

Bonfanti: los aceiteros de Santo Tomé y Santa Fe


Rita Bonfanti es la entrevistada en esta nota de De Raíces y Abuelos. Con sus muy bien llevados 72 años y una memoria envidiable, nos recibió en su casa de Santo Tomé para contar un nuevo relato sobre la vida de los inmigrantes, una nueva historia singular en la que se van tejiendo las relaciones entre sus miembros, que decidieron buscar un mejor porvenir en nuestra América.

Rita se refirió al arribo a nuestro país de su abuelo italiano, Alessandro Bonfanti, quien en octubre de 1886 llegó desde su pueblo natal Olginate (provincia de Como, de la región de Lombardía), junto a sus seis hijos y a su esposa Giuseppa Panzeri, oriunda de ese pueblo.

Ellos vinieron porque Alessandro era pescador en el Lago di Como y con lo que hacía de la pesca con su barcaza no le podía dar estudios y mejor porvenir a sus hijos. Llegaron a Buenos Aires porque un tío de mi papá (Miguel Bonfanti) ya estaba instalado con una fábrica de aceite. Posteriormente, en 1915, trajo a su hermano y a todos los sobrinos varones (entre ellos mi papá) a trabajar de obreros, comentó.

Rita recordó que yo no lo conocí a Alessandro, sino solamente a través de lo que contaba mi padre, y pero sí a mi abuela, aunque muy anciana y enferma quien vivía en Buenos Aires y falleció a los 97 años.

El relato siguió con la historia de sus padres: Alfonso Ricardo Bonfanti y Rita Porrini, quienes en 1915 llegaron recién casados desde Buenos Aires (donde se criaron) y formaron su familia en Santo Tomé, cuando era una aldea, aseguró.

La refinería en Santo Tomé


En Santo Tomé, mis padres encontraron un grupo humano que los recibió muy bien y los valoró y ellos se brindaron plenamente. Papá comenzó a trabajar -junto a los demás hermanos varones: Miguel, León y Luis- en la fábrica de aceites Bonfanti Hermanos. Era el hermano que se especializó en el área industrial, que sabía todos los secretos de la industria del aceite porque a los 14 años comenzó como peón.

Rita también recordó que los varones que trabajaron en la fábrica de aceite fueron mejorando e hicieron una sociedad. Ese grupo de los hermanos crearon la fábrica de aceites y refinería Bonfanti Hermanos, en 1923, que funcionó en la esquina de Libertad y Obispo Gelabert, edificio que actualmente se conserva.

Agregó que uno de los hermanos, Luis, dirigía la fábrica desde Buenos Aires. Era el que tenía ánimo de empresario más que de industrial, en cambio, mi papá fue el que verdaderamente tenía mente de ingeniero. Esto le permitió tener su propia fábrica (La Santafesina), que funcionó en calle Güemes de Santa Fe.

Trascendencia en dos ciudades


Con orgullo, Rita mencionó que su papá llegó a ser en nuestra ciudad presidente de la Unión Industrial, al nivel de los ingenieros de la época porque la escuela de la vida (era autodidacta) lo llevó a que aprendiera esta profesión.

También comentó que Alfonso Bonfanti fue presidente comunal de Santo Tomé en dos oportunidades, motivo por el cual su retrato se incluye dentro de la Galería de los Alcaldes de esa Municipalidad. No fue político sino que tenía una veta de ayuda a la comunidad. Nos decía que la mejor política era la del trabajo y así educó a sus hijos.

Después de 10 años de matrimonio, mis padres tuvieron tres hijos: Josefina (nacida en 1923, cuando los cuatro hermanos compraron la fábrica de Santo Tomé, después de arrendarla); Alfonso Enrique (nacido en 1926, que llegó a ser presidente de la Bolsa de Comercio y que fue uno de los dueños de una fábrica de aceite y galletitas ubicada en la intersección de las rutas 11 y 19) y yo (que nací en 1928). Además, Alfonso y Rita fueron padres en el cariño de unos hermanitos: Ismael y Zenaida Richard, a quienes educaron durante algunos años, explicó.

El cierre de las fábricas


Asimismo, Rita recordó que un sobrino de mi papá, Armando Bonfanti (hijo de Luis), fue a vivir con mis padres a Santo Tomé y lo criaron como un hijo. Era un agrónomo recibido en Casilda, provincia de Buenos Aires. Cuando mi padre se fue a Santa Fe a hacer su propia fábrica de aceite, Armando quedó a cargo de la de Santo Tomé. En 1948, La Santafesina se vendió a una empresa de Rosario y luego fue desmantelada.

También remarcó que la industria aceitera ha tenido grandes cambios con la era industrial y el viejo sistema de fabricación de aceite por trenzado se cambió por el de extracción por solventes. Entonces, todas las maquinarias desaparecieron, motivo por el cual la fábrica quedaba obsoleta, por lo que finalmente cerró sus puertas alrededor de 1960.

Por último, Rita nos contó que mi padre murió cuando yo tenía 19 años. Ese hecho marcó rumbos entre mis hermanos y yo. Dejé de estudiar la carrera de ingeniería ese año pero luego estudié y me recibí de química analista industrial y bromatológica, en la Facultad de Ingeniería Química. Posteriormente, y gracias al pueblo santotomesino, tuve la suerte de ser la primera mujer de esta ciudad que ocupó una concejalía, entre 1973 a 1976, con mandato interrumpido por el proceso militar.

También recordó que mi madre nos llevó a mí y a mi hermana a Europa a conocer el lugar donde había nacido. Era el viaje que esperaban hacer en la vejez mi papá y mamá, pero él falleció. A los dos años (después del luto riguroso) ella nos llevó a Italia, en 1950. Tuve la suerte de ir a Olginate, pueblo de mi abuelo Alessandro Bonfanti, fuimos a Milán (pueblo natal de mi mamá) y a conocer el famoso Duomo, concluyó.

Mariana RiveraFotos: Eduardo Salva