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Malabrigo: a 104 años de su fundación

Un nuevo aniversario cumple en estos días Malabrigo, una ciudad forjada con el trabajo de miles de hombres y mujeres a lo largo de cien años.


(Por Darío Orlando Sager).- A principios de los años '90 del siglo XIX, los rieles abrían camino a la comunicación, monte adentro del Chaco santafesino. En ese contexto fueron instalándose numerosas estaciones, que en la mayoría de los casos marcaron el punto de origen de tantos pueblos y ciudades que hoy constituyen la realidad geopolítica de la provincia. Tal es el caso de la Estación Malabrigo, del Ferrocarril Santa Fe, habilitada al servicio hacia 1890 sobre el ramal que, originado en Santa Fe, pasaba por Vera rumbo a Reconquista, buscando el noreste santafesino.

Poco tiempo después, llegó a esos parajes el joven Federico Carlos Sigel, en virtud de la compra de diez leguas de campo que en el lugar había concretado la empresa de la cual formaba parte: Bauer y Sigel, sociedad que finalmente se disolvió en 1892. En el reparto de bienes, a éstos últimos les correspondió la parte que hoy conforma la pujante comunidad de Malabrigo y su colonia aledaña.

Justamente, los mencionados campos dieron pie para que el emprendedor y visionario sancarlino concretara la fundación de esta ciudad. "Es que él sin dudas advirtió un futuro promisorio para estas tierras feroces, con la ventaja de tener el ferrocarril en marcha, sumado a la relativa proximidad del Puerto Malabrigo sobre el río Paraná, al cual se accedía desde la vecina colonia Romang", señala su nieta Clelia Hilda Sigel, que en 1982 preparó para el Congreso de Historia de los Pueblos de Santa Fe el primer trabajo sistemático sobre el pasado malabriguense.

El ingreso de esta familia a la Argentina se dio en agosto de 1859, procedente de Weilheim (Württemberg) Alemania, en el proceso colonizador de San Carlos. Hijo del alemán Juan Sigel y de la suiza Rosa Sutter, el fundador de Malabrigo nació en San Carlos Sud el 26 de julio de 1867. Tan sólo contaba con 30 años de edad cuando suscribió el acta fundacional del "Pueblo y Colonia Ella", en su estancia llamada El Arazá, acompañado por autoridades regionales, familiares y vecinos.

El acta fundacional


"En la Estación Malabrigo, departamento de Reconquista, jurisdicción de la provincia de Santa Fe y establecimiento de campo de Federico Carlos Sigel se reunieron los vecinos que suscriben y por ante mí y en presencia del jefe político del departamento, Ezequiel del Rivero y su secretario don Juan Lemos, se dio por inaugurada la Colonia y Pueblo de Ella, en virtud del Decreto del Gobierno de la Provincia. Para los efectos consiguientes, firman los expresados con los vecinos existentes en el lugar indicado, a los diez y ocho días del mes de junio de mil ochocientos noventa y siete, por ante mí que doy fe. Firmado: Federico Carlos Sigel, Ezequiel del Rivero, Juan Lemos, Pablo Valdez, Antonio Valli, H. Albario, Carlos Sigel, Florencio del Rivero, José Silvestre, J. Cisterna, Victorio Moglia, Luis Becechini, M. Fernández, Teófilo Sager, Gottfried Schoenenberger, G. Rebollo, Antonio Pinto -hay dos firmas ininteligibles-. Ante mí, Pedro E. Nickisch, Escribano Público".

Ciertamente que para poder arribar a este momento crucial, el fundador debió realizar múltiples gestiones y tratativas ante el Poder Ejecutivo santafesino. Por ese entonces gobernaba el Dr. Luciano Leiva, acompañado por el vicegobernador Eliseo Videla, junto a los ministros Francisco Ortiz, Pedro Alcácer, Juan Cafferata, Manuel Gálvez, Remigio Molinas y Eugenio Alemán. Una vez que Federico Carlos Sigel hubo cumplimentado las normas inherentes al acto fundacional, las autoridades provinciales aprobaron el trazado del pueblo y colonia, que el fundador denominó "Ella" en homenaje a su primogénita.

Ese prolijo trabajo fue realizado por el agrimensor Domingo Orlandini y entre los primeros habitantes de la novel población, la historia rescata los nombres de Federico, Marta, Juana y Carlos Sigel; Teófilo, Alberto y Juan Sager; Pablo y Anastasio Valdez; Federico y Alberto Affolter; Gottfried Schoenenberger, Guillermo Bauer, Rodolfo Kiener, Angel Centis, Juan Kees, Samuel Grossembacher y Guillermo Mooney, en una nómina que es bastante más extensa.

Colonia, pueblo y ciudad


Frescos en el recuerdo de los malabriguenses están los festejos con que recibieron la jerarquía de ciudad, aquel 18 de junio de 1987. Era gobernador de los santafesinos José María Vernet y la nominación se hizo por Ley Provincial N° 9.927. Fue un día histórico para esta comunidad, que entre 1898 y 1912 había tenido jurisdicción comunal compartida con Berna. En ese año logró autonomía gubernamental con la creación de su propio distrito, siendo Juan O'Connor su primer jefe de comuna.

La actividad en el nuevo milenio, aquí es amplia y abarcativa. Cultura, educación, salud, viviendas, obras públicas, electrificación rural, agricultura convencional, comercio, emprendimientos alternativos de producción en fruticultura, tareas apícolas y también tambos conforman el variado espectro del quehacer malabriguense.

Es que en estos días del 104° aniversario, Malabrigo transita por la senda progresista que trazaron su fundador y los primeros pobladores, gracias al mancomunado esfuerzo de autoridades, instituciones y habitantes en general. Ese tesón les significa ocupar hoy un sitio de relevancia en el contexto regional y provincial, donde Malabrigo ha generado un importante espacio.

La ancestral citricultura


Desde que se tenga memoria, la actividad citrícola ha sido el sello distintivo de esta comunidad enclavada en el extremo sudoeste del departamento General Obligado. Es que el tema es de antigua data, porque sus orígenes se ubican a principios del siglo XX, cuando los colonos tenían pequeñas quintas para consumo familiar. La calidad de la fruta y la facilidad con que prosperaban los plantíos, no pasó desapercibido para los visitantes. Esto hizo que muy pronto mandarinas, naranjas y pomelos comenzaran a ser buscados desde localidades vecinas, como Vera y Reconquista.

Con el tiempo se generó la necesidad de abastecer esa creciente demanda, y es aquí donde aparece el nombre de Antonio Valli como autor del primer emprendimiento citrícola a escala, con una quinta implantada en 1910. Luego se fueron sumando otras tan prestigiosas como ésta: las quintas de las familias Stoppel y Carreras, y de allí en más en forma creciente hasta llegar a la realidad de los tiempos que corren.

Bajo la intendencia de Carlos Spontón hubo un resurgir de la especialidad, a la par que nació la Fiesta Provincial del Citrus. Mediante la implementación de un proyecto citrícola realizado en su momento por el actual gerente de la Cooperativa Agropecuaria de Malabrigo Limitada, Ing. Agr. Gerardo Macín, surgieron nuevos emprendimientos en el rubro. "Es fundamental el apoyo que brinda dicha institución. También desde el gobierno municipal, estimulamos y propiciamos la citricultura", destacó el intendente Lic. Omar Zampar, convencido de la importancia que tiene este rubro para la economía lugareña.

Un topónimo singular


Cuando los visitantes llegaron por primera vez a la zona, generalmente se ven sorprendidos por este topónimo. "¿De dónde proviene este nombre? ¿Quién lo inventó? ¿Cómo va a ser `mal abrigo' un lugar tan lindo y hospitalario como éste?", suelen ser los interrogantes más comunes que formulan. No siempre todos pueden dar una explicación correcta, y pertinente será pues adentrarse en el pasado.

"El nombre Mal Abrigo (Malabrigo) es tan viejo como la historia de nuestro Chaco santafesino", dijo el recordado historiador reconquistense Manuel H. Roselli en oportunidad de una visita a Romang. Precisamente, esta localidad costera fue bautizada originalmente como Colonia Mal Abrigo por su fundador Teófilo Romang, y recién algunos años más tarde incorporó su actual denominación.

De igual modo también tuvo este nombre la estación fluvial utilizada por aquellos colonos en el río Paraná. El puerto Mal Abrigo fue el punto concentrador de cargas y pasajeros, hasta bien entrado el siglo XX. También hay una isla entre Santa Fe y Corrientes que lleva esta toponimia. Claro que a todos, el arroyo Malabrigo les gana por lejos en derecho de antigüedad sobre esa denominación.

Al igual que en otras localidades donde la estación ferroviaria tenía un nombre y la traza urbana otro distinto, también la co-existencia de los topónimos Malabrigo y Colonia Ella para señalar a una misma comunidad, configuró una ambigüedad que debió resolverse mediante un instrumento legal. En realidad, el lenguaje popular siempre aludió a la primera denominación al referirse a esta localidad, en tanto lo de "Colonia Ella" estaba reservado fundamentalmente a los documentos oficiales.

En ese marco, el 24 de octubre de 1964 se promulgó la Ley N° 5.700 que establecía definitivamente el nombre de Malabrigo. Casos similares habían ocurrido en poblaciones vecinas: Vera (Jobson), Calchaquí (Luis D'Abreu) y Garabato (Villa Anello), donde finalmente y por esta misma norma legal, prevaleció el nombre conferido por los empresarios ferroviarios. Ello, tomando en cuenta que esta compañía generalmente utilizó para sus estaciones los topónimos vinculados con la región donde estableció sus emplazamientos. "Además, estos nombres por ser primigenios, siempre tuvieron mayor asidero en el uso corriente, como lo demuestran los ejemplos citados", evaluó el profesor Dante Ruggeroni, autor del libro sobre el centenario de Malabrigo.