Nosotros: NOS-03
Nosotros

Un misionero para no olvidar

Evocación del padre Pablo Chabanon, el cura francés que participó en el nacimiento de la parroquia de Luján, en el barrio María Selva.


Hace pocos meses, el 17 de marzo, falleció en Mendoza el padre Pablo Chabanon. Fue párroco de la iglesia de Nuestra Señora de Luján, ubicada en el corazón del legendario y populoso barrio de Villa María Selva. Había nacido en Val de Marne (Francia) el 5 de junio de 1913. Desde muy joven sintió su vocación religiosa e ingresó a la Orden de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, fundada por San Eugenio de Mazenod.

Su actuación sacerdotal en la Argentina se prolongó durante más de seis décadas. En junio de 1946 fue enviado a Santa Fe a la -por entonces- capilla de Nuestra Señora de Luján, en el barrio Mayoraz, en reemplazo del cura párroco Matías Mediavilla. De inmediato, el padre Pablo encaró el proyecto y la construcción de una nueva parroquia, en terrenos donde antes abundaban amplios garabatales, en el perímetro conformado por Aristóbulo del Valle, Rivadavia, Lavaisse y Gorostiaga. El domingo 10 de noviembre de 1946, el arzobispo monseñor Nicolás Fasolino bendijo la piedra fundamental, en presencia del entonces gobernador de la provincia, Dr. Waldino Suárez, otras autoridades civiles y militares, y el marco multitudinario de vecinos. La obra demandó los esfuerzos de toda la comunidad del barrio y del aporte misional.

Inauguración y festejos


En la Nochebuena del 24 de diciembre de 1947 se celebró la misa inaugural del templo, con piso aún de tierra y escasos bancos. Durante aquellos años, por las calles polvorientas del barrio se realizaban las procesiones de la festividad patronal, en las que la Virgen Gaucha de Luján era aclamada por sus fieles, acompañada por los jinetes del Fortín Luján, la Banda de la Policía y los escolares de los establecimientos educativos de la zona, así como el alumnado del recientemente creado colegio Antonia María Verna, que tuvo sus inicios en la antigua capilla de Luján.

En 1952, de un viaje realizado a su tierra natal, el padre Chabanon trajo como novedad las versiones grabadas del tañir de las campanas de las basílicas de Notre Dame y de San Pablo de Roma, haciendo alternar sus sones con la propia de la parroquia a través de altavoces instalados en el campanario, llamando para los distintos oficios religiosos, no sin antes matizarlos con el Ave María de Franz Schubert en la voz del por entonces famoso tenor Beniamino Gigli.

Anécdotas y recuerdos


Durante varios años, el padre Pablo visitó nuestra casa paterna en horas de la siesta y, mate de por medio, mantenía largos y jugosos diálogos entre fumarolas de su pipa. Mientras recordaba su tiempo misional en plena Segunda Guerra Mundial en las colonias francesas del África, mi padre hacía otro tanto como combatiente en la Gran Guerra de 1914.

En esta parte del relato quiero recordar a aquellos primeros laicos de la era fundacional de la actual parroquia: Pablo y Mariano Villalba, Nilo Gon, Carlos Aimini, Pascual D'Amelio, Jerónimo Martínez, Miguel Aquino, Domingo Gervasoni, Andrés Andreis, Sra. De Rudi, Sylvia Delfini, Antonio Luna y otros que escapan a mi memoria.

Hago aquí una mención muy especial para Amelia "Porota" Vallejos y María Kira, quienes, desde muy jóvenes y hasta el presente, contribuyen en las tareas parroquiales, y también aportaron algunos datos para esta nota.

Con su clásica figura delgada, ojos vivaces, de tez y corta cabellera rojizos, el padre Chabanon solía recorrer aquellas calles de barrio, dialogando e interesándose por su gente, que mucho lo apreció. Logró sembrar una semilla que germinó en un corpulento árbol, ahora transformado en parroquia. En los años que siguieron, ésta tuvo su continuidad con otros sacerdotes, laicos, comerciantes y vecinos, que lograron el crecimiento de la gran comunidad de Luján en Villa María Selva, uno de los barrios más progresistas de la ciudad.

Ambiente bucólico


En aquella mañana del 10 de noviembre, desde muy temprano, los vecinos estaban aguardando el inicio de la misa de campaña en los terrenos del futuro templo. Poco después de las ocho hacían su entrada el gobernador, el arzobispo y otras autoridades. Para nosotros, los chicos, era novedoso verlos, estar muy cerca y contemplar aquellos rostros que sólo conocíamos a través de las fotos del diario El Litoral que nos mostraban nuestros padres. Se había montado un escenario adornado con banderas y palmas. En los alrededores, varias gallinas picoteaban indiferentes, como resistiéndose a ceder espacio. La ceremonia dio comienzo con sones de banda, en los pastos se iba secando el rocío y el paso ruidoso de un tranvía rompía el momento de solemnidad.

Los monaguillos de antes


Eran los tiempos en que la celebración de la misa la realizaba el sacerdote de espaldas a los fieles y con rezo en latín, motivo por el cual el monaguillo debía tener conocimientos elementales del mismo para responder correctamente y conocer los atuendos sacerdotales por cada acontecimiento litúrgico. Mi padre, que había aprendido mucho de esto en su Yugoslavia natal, todos los domingos e impecablemente trajeado, se encaminaba a la parroquia para cumplir su tarea.

Comunicación y música


Luego de algunos años, con Luis Mataloni, Héctor Armellini, "Cacho" Pelossi, el "Cabezón" Zapata" y "Manucho" Laferrara, participábamos con otros jóvenes en las reuniones parroquiales de la JOC y de la JAC (Juventud Obrera Católica - Juventud Acción Católica) pero nuestro placer consistía estar con el padre Pablo y participar en la difusora "Ecos de Luján", instalada en su despacho, enviando mensajes y buena música. Hacíamos de locutores y atendíamos el equipo y, por supuesto, el padre Pablo ya tenía preparado en mano -como todos los días- el disco de Osmar Maderna y su tango predilecto: "Lluvia de Estrellas".

Andrés Alejandro Andreis