Nosotros: NOS-05
Nosotros

íTe acordás, hermano, qué tiempos aquellos!

Una mirada discepoliana del pasado nos obliga a preguntarnos cuándo estuvimos peor. Aquí van algunas historias en las que está permitido realizar comparaciones con el presente.


Decir que los tiempos cambiaron es una obviedad y casi un sofisma. Sin embargo, abordar el comportamiento de la clase política en un lapso determinado de nuestra historia puede arrojar conclusiones valederas y esclarecedoras. Antes de comenzar, diremos que aspiramos a que nuestros avispados lectores analicen las ligeras contradicciones de muchos de los episodios que aquí narramos, ya que un criterio sociológico acerca de por qué nos pasa lo que nos pasa merecería la publicación de un libro que contenga, al menos, unos quince tomos.

Corría el año 1932 cuando Gran Bretaña resolvió tomar una decisión que muchos de nuestros políticos consideraron drástica: el país europeo resolvió en la Conferencia de Ottawa dar prioridad a la producción interna, lo que significaba una ostensible merma en las exportaciones argentinas.

Si bien la medida sembró pánico en nuestro país, el gobierno de Justo presionó y, finalmente, Inglaterra tuvo que ceder. La decisión final fue la de mantener los volúmenes de importación que se venían concretando hasta ese momento, pero con un condimento interesante. A cambio, la Argentina le concedería inmejorables facilidades para que, una vez más, la soberanía criolla fuese pisoteada sin piedad.

Lisandro de la Torre fue uno de los pocos políticos del momento que se animó a investigar y a denunciar lo sucedido. En las famosas interpelaciones en el Congreso de la Nación, tuvo a mal traer a varios de los ideólogos del maquiavélico tratado Roca-Runciman. Y el escándalo generó el asesinato del senador Enzo Bordabehere, quien recibió un disparo por la espalda a manos de Valdéz Cora, un matón rentado al servicio del conservadurismo local.

En ese contexto, hay dos episodios que pueden ser analizados en lo que refiere a sus efectos, y bien podemos realizar un paralelismo con nuestros actuales bienaventurados políticos.

El primero de ellos es el duelo que protagonizaron Lisandro de la Torre y Federico Pinedo, uno de los ministros interpelados por el socialista rosarino. No sólo defendió Pinedo la firma del acuerdo, sino que, además, sintió herido su honor, por lo que ambos resolvieron acabar con las palabras e ir directamente a los "bifes".

Midieron los pasos, caminaron de espalda y, finalmente, los dos dispararon "a errar". El enfrentamiento había concluido.

El segundo episodio surge del suicidio de Lisandro de la Torre quien, agobiado por la grave crisis de corrupción que se había adueñado del país, decidió acabar con su vida.

La reacción de Federico Pinedo bien puede ser analizada desde una óptica positiva. Decidió defender el honor que nunca tuvo y precisamente lo hizo en virtud de que estaba convencido de lo contrario.

En los tiempos políticos que hoy predominan es difícil siquiera encontrar un Pinedo (un Lisandro de la Torre sería una utopía), ya que son pocos los que se ofenden al sentir vilipendiado su honor.

Asimismo, y refiriéndonos a la muerte del demócrata rosarino, podríamos plantearnos otras cuestiones. Si los integrantes de la clase política de nuestro país toman la drástica idea de acabar con sus vidas porque se sienten afectados por los problemas de corrupción, la Argentina sufriría un histórico caso de acefalía generalizada.

Permiso, señor


Hipólito Yrigoyen fue el primer presidente de nuestro país que resolvió terminar con un formalismo que consideraba obsecuente y apátrida. La llamada Generación del '80 había impuesto la costumbre de enviar a Inglaterra la lista de ministros que iban a acompañar al Ejecutivo ante cada cambio de gobierno. La "Reina Madre" supervisaba los futuros asesores (de ambos países) y devolvía la misiva, aunque a veces con algunas correcciones. No era cuestión de que apareciera algún criollito con intenciones de obstaculizar las buenas relaciones comerciales que existían por entonces. Por ende, se instauró el particular método de supervisión.

Hoy la situación es distinta y, gracias a Dios, ningún país autoriza o desautoriza el nombramiento de algún ministro. La Argentina obtuvo un triunfo contundente en lo que refiere a su soberanía y el único que recibe nuestras consultas es el Fondo Monetario Internacional. Se nos notifica si estamos gastando mucho y recibimos sabios consejos sobre cómo administrar nuestros ingresos. Está claro que no se necesita realizar un master en Economía para entender parte de la cuestión. El mayor porcentaje de lo recaudado es para pagar la deuda externa y lo que queda -si es que queda algo- será asignado a la supervivencia del más apto.

En el medio están los gastos de la política, los acuerdos para beneficiar empresas bien predispuestas al famoso "diezmo" y una chequera de leyes de emergencia económica. No obstante, por si quedara alguna duda, se sugiere la lectura de los principales diarios de nuestro país.

Dos razones


En mayo de 1967, miles de obreros y estudiantes provocaron la caída del gobierno dictatorial del general Juan Carlos Onganía a través de "El Cordobazo". Se trató de una especie de insurrección popular que, con algunos rasgos del "Mayo Francés", iba a propinar un duro golpe a los militares que por aquellas épocas encarnaron la descabellada idea de que la mejor manera de defender al país era con ellos al mando.

Pero también de este episodio vamos a tomar solamente algunos puntos a modo de comparación. De esa manera, obviaremos el hecho histórico en sí mismo, a los fines de no subestimar el conocimiento del lector y evitar profundizaciones ya conocidas.

El por entonces gobernador de Córdoba, Carlos Caballero, a poco de finalizado el conflicto, declaró ante la prensa que "en el movimiento de Córdoba, como en sus similares de otras partes del mundo, han participado en gran medida hombres jóvenes movidos por una dinámica marxista con una realización material prevista por los ideólogos. El enfrentamiento con la Iglesia muestra a la mayoría de los sacerdotes con una nueva teología que admite el marxismo. Han participado los obreros mejores pagos del país".

Caballero no faltó a la verdad cuando afirmó que el reclamo cordobés fue protagonizado, entre otros, por obreros con buenas remuneraciones, aunque también es cierto que la política económica que comenzó a implementarse desde el 28 de junio de 1966 era absolutamente lesiva para el país.

Más allá de las aclaraciones al respecto, lo que interesa es preguntarse si existe la posibilidad de que en estos tiempos se concrete un episodio similar al "Cordobazo". La respuesta sería negativa por dos cuestiones: en el país quedan pocos obreros y cada vez cuesta más convertirse en "estudiante".

Párrafo aparte merece la descripción de algunos de los hombres que, desde distintos gremios, participaron en la revuelta popular de mayo del '69. Si uno compara a Agustín Tosco con muchos de los representantes de los trabajadores, es posible que termine pensando que ni siquiera estaríamos en condiciones de concretar un eventual "Rinconazo".

Un poco de cordura


Hace sólo algunos años el gastronómico Luis Barrionuevo vertió una paradigmática frase que lo convirtió en un triste y célebre famoso. "Tenemos que parar de robar al menos por dos años", dijo, sin ponerse colorado. Y a pesar de sus sobrados intentos por aclarar lo dicho, no consiguió otra cosa más que oscurecer la cuestión.

Sin embargo, lo llamativo es que muchos de los forjadores de los destinos del país hicieron caso omiso al acto fallido del presidente de "Chaca".

Coimas en el caso IBM, en las privatizaciones y en el Senado de la Nación son algunos de los ejemplos que bastan para demostrar que Barrionuevo se quedó corto en el plazo.

De todas maneras, supongamos que algún político se sensibilizó por las palabras del dirigente gremial y decidió no cometer actos de corrupción durante 730 días. Imaginemos también que ese funcionario habló con otros y los convenció. Por último, manejemos la hipótesis de que la gran mayoría de los muchachos que solían enriquecerse ilegalmente se acogieron al pedido de Barrionuevo. Aun así, tenemos que comunicarles que el período fue demasiado escueto y que los resultados no alcanzaron a notarse.

Por ese motivo, de ahora en más el plazo para no cometer hechos de corrupción deberá extenderse por tiempo indeterminado, por lo que serán abolidos los dos años propuestos por el gastronómico. Y aunque es difícil de lograr, ívamos, muchachos, que ustedes pueden!.

Maximiliano Ahumada