Llegaron las visitas
"Sólo le temo a Dios". Carlos MenemPor Rogelio Alaniz
El alojamiento de Carlos Menem en la quinta de don Torcuato nos dice poco y nada sobre su situación jurídica, pero ilumina con renovados tonos los rasgos distintivos de la cultura menemista. La que fuera residencia de Marcelo T. de Alvear y Natalio Botana se transformó por obra y gracia del destino en una carpa berebere donde el "presidente" recibe a esa Argentina que funde, con renovada inspiración, la frivolidad con lo siniestro, el sainete con el grotesco y la grosería con lo patético.
Monseñor Zazpe fue el primero en hablar de las dos Argentinas: la del esfuerzo, del trabajo honesto y de la inteligencia, y la Argentina del privilegio y el arribismo. Marcos Aguinis, en su reciente libro El atroz encanto de ser argentino, recupera y recrea esa hipótesis con vigorosos ejemplos.
Pues bien, la traducción de una de estas Argentinas, su despliegue real, el observador puede apreciarlo observando las visitas que desfilan por la propiedad nunca declarada del señor Gostanián, conocido en el ambiente como el "Gordo Revolú", un apodo que algo dice de él, pero mucho más de quien se lo puso.
Una de las primeras visitas que en esta semana de presidio honró la residencia que, en sus buenos tiempos, fuera frecuentada por Pablo Neruda y Federico García Lorca, fue la del intendente de Escobar, Luis Patti, quien manifestó su pena al observar al "presidente" soportar los rigores de la cárcel. La reacción de Patti fue previsible. Nadie ignora la exquisita sensibilidad del policía a quien sólo los malvados pudieron haber acusado alguna vez de torturador.
Como no podría ser de otra manera, también honró la casa el señor Jorge Asís, volcado definitivamente a la militancia política, decisión cuyos resultados sociales aún se desconocen, pero que en principio beneficia a la literatura, ya que hay buenos motivos para creer que, mientras se dedique a estos menesteres, el idioma castellano se verá liberado de soportar las torturas de sus escritos.
En flamante "cuatro por cuatro" y entonando las estrofas de "la marchita", arribaron una noche "oscura y fría" siete gobernadores peronistas. Si jurídicamente Menem es tan puro como Blancanieves, no caben dudas de a quiénes les corresponde el rol de los enanitos.
Las muestras de solidaridad y cariño al líder preso dieron lugar a interpretaciones diversas, ya que, para algunos, con este acto los gobernadores no hacían más que expresar su afecto con quien se sienten identificados hasta en la manera de sentarse a leer un libro. Mientras que para otros, con ese acto, los caballeros no hacían otra cosa que curarse en salud, ya que a ninguno de ellos se les escapa que, en el caso de ser investigados, es muy probable que corran la misma suerte que el jeque riojano.
Una oportunísima lesión en la rodilla le impidió a nuestro "filósofo de Guadalupe" ir a rendirle honores a su viejo maestro. Más frontales, atendiendo viejos rencores y actualizadas encuestas, los señores Ruckauf, Duhalde y De la Sota declinaron el privilegio de mantener un diálogo inteligente y culto con el lector de Sócrates y el consumidor febril de novelas de Jorge Luis Borges.
Importante para la política y el arte fue la visita de Palito Ortega. Se dice que nadie dijo una palabra de Aldo Ducler, el ex jefe de campaña electoral del autor de "La felicidad" y "Cuento corderitos". Tampoco faltó la visita del Soldado Chamamé, Aldo Rico, Hugo Orlando Gatti y la declaración de solidaridad de Diego Armando Maradona, quien, con la coherencia que lo distingue, comparó a Menem con Fidel Castro y prometió -una vez más- "estropearlo a puñetes" a Nicolás Repetto por haberle faltado el respeto a su esposa Claudia, mujer que puede atestiguar el respeto y la fidelidad que siempre ha guardado hacia ella su amantísimo esposo.
Para quien se proponga interpretar con más rigor el gesto de Maradona, le recomiendo la lectura de Los siete locos y, en particular, los capítulos dedicados a Haffner, el "rufián melancólico".
Como no podía ser de otra manera y conociendo la gravedad de la situación, también se hizo presente en la carpa el abogado defensor, Mariano Cavagna Martínez. Hubo un tiempo en que periodistas infidentes y malintencionados acusaron a este brillante profesional de ser un juez menemista. Hoy podemos decirlo con todas las palabras: se equivocaron, no es ni nunca fue un juez menemista. Más modesto en sus pretensiones, fue y es un abogado menemista, tan profesional y tan ecuánime como su socio, el doctor Bagnasco, otra víctima de la prensa amarilla, quien no llegó a entender la sabiduría de ese fallo jurídico que desestimaba la imputación de enriquecimiento ilícito de Menem y dejaba que un imparcial, ecuánime y objetivo juez riojano probase que, en realidad, Menem es una versión riojana del Mahatma Gandhi.
Por su parte, Cavagna Martínez dejó por un momento de lado su rigor académico y sin pelos en la lengua denunció a los verdaderos responsables del contrabando de armas. Según su criterioso punto de vista, a los autores del negociado no hay que buscarlos ni en el Ejecutivo ni entre los ministros, sino "bien abajo". Periodistas diligentes en estos momentos sospechan que los principales autores de contrabando de miles de toneladas de armas pueden llegar a ser uno de los granaderos de la Casa Rosada y el barrendero de la dársena "este" del puerto.
En un futuro inmediato, se espera la visita de María Julia, Claudia Bello, Eva Gatica y algunas otras lumbreras de la rama femenina. Es probable que para el cumpleaños se animen a darle una agradable sorpresa los "paisanos" Ibrahim, Al Kassar, Pharaon y Jorge Antonio. A la lista habría que sumar al médico personal Tfeli, pero la discreción obliga al silencio, ya que el Mossad investiga las relaciones familiares del buen doctor con algunos militantes del fundamentalismo musulmán. Por razones obvias, los Yoma no estarán presentes en don Torcuato, ya que para ese día irán en procesión a visitar al hermano Emir.
Por supuesto que a nadie llamó la atención el espectáculo civilizado de un ex presidente leyendo bajo la sombra fresca de los pinos. Los argentinos conocemos muy bien el refinamiento intelectual de Menem y de su exquisita cultura enciclopédica. Como no podía ser de otra manera, "Carlitos" tenía entre sus manos la biografía de Napoleón, un personaje que, sin llegar a exhibir la grandeza espiritual de Menem, en lo fundamental se le parece.
A nadie se le escapa que hay un parecido esencial y evidente entre "la comadreja de Los Llanos" (la calificación le pertenece a Pino Solanas) y el hombre que a los treinta y cinco años ya había conquistado a Francia y Europa, que conversaba de igual a igual con Chateaubriand y Goethe, que transformó a la guerra en una ciencia y un arte, que discutió de par a par con los principales juristas de su tiempo para elaborar el Código Civil que finalmente llevaría su nombre, que charlaba de igual a igual con reyes, papas y príncipes, que deslumbraba con su inteligencia a los hábiles políticos de su tiempo y que, en el estruendo de la victoria y en la soledad de la derrota, fue siempre idéntico a sí mismo.
Es verdad que los ministros de Napoleón se llamaron Fouché y Talleyrand y los de Menem fueron Erman y Manzano; tampoco es menos cierto que a Napoleón el gran Beethoven le dedicó "La Heroica". Sin embargo, nadie descarta que en algún momento Palito Ortega, el Soldado Chamamé y el Tula improvisen alguna letra en homenaje al "Jefe".
Como no podía ser de otra manera, también se hicieron presentes en la carpa Susana Giménez y su novio Corchito. La diva le recordó al hombre que su paralelo con Napoleón se confirma, ya que, al igual que el Corso, Menem retornará al poder. Si la ex mujer de Monzón terminara de leer los libros que empieza, sabría que el regreso de Napoleón sólo duró cien días y, a partir de allí, comenzó el largo confinamiento en la isla de Santa Helena. ¿Se prevé un regreso y un posterior Waterloo para "el presidente"? Sólo Duhalde y Ruckauf pueden saberlo.
Capítulo aparte merece doña Cecilia Bolocco. Sobria, inteligente, desinteresada, sostenida espiritualmente gracias a las lecturas de Paulo Coelho y alguna que otra novelita de Corín Tellado, la señora ha demostrado que "el amor es más fuerte", y así como en su momento no vaciló en comprometerse en la campaña de moralización y limpieza ideológica de Pinochet, ahora está decidida a transformarse en la versión siglo veintiuno de Evita, algo que sin duda colmará de felicidad a los peronistas y muy en particular a aquellos que vieron en Evita la abanderada de los humildes y la encarnación de la justicia social.
Cae la noche sobre la quinta de Don Torcuato. Las visitas se han retirado y en el amplio comedor la pareja mira fútbol por televisión, en tanto Paulo Coelho descansa sobre la mesa. Al bullicio de la tarde le ha sucedido este silencio espeso, casi asfixiante. Nadie habla, pero de a ratos se miran de reojo. La mirada de él es húmeda, implorante; la de ella viscosa, altanera. Contemplada desde el patio, la escena es lánguida, melancólica, casi relajada...