Tucumán, historia y turismo
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Su pequeñez la hace grande, rica en naturaleza, bellezas e historia. El Jardín de la República, con sus coloridas montañas y verdes valles, es el marco ideal para disfrutar de las tradiciones, de zambas inolvidables y jugosas empanadas.
La ciudad de Tucumán se distingue por sus espléndidas casonas de estilo francés y por otras gracias gálicas, como el trazado versallesco del parque 9 de Julio. En esta ciudad nació la patria en 1816 -un acontecimiento fundamental en la liberación americana- y ahora, en el 2001, nace al amparo de aquella gesta la primera Ciudad Histórica de los Argentinos.
Para adentrarse en el patrimonio histórico de la capital tucumana conviene pasar por la Dirección de Turismo, que está frente a la plaza principal, y pedir los folletos de los circuitos peatonales.
La casa que ocupa el organismo municipal de turismo perteneció a la tradicional familia Nougués, que la construyó en 1911. Tiene una aristocrática fachada hecha con revoque del tipo piedra París, con profusión de guirnaldas y cornisas.
Este edificio fue el símbolo de un modo de vida diferente para las clases altas, que comenzaron a mostrar en la construcción de sus moradas la pujanza económica de la nueva industria del azúcar.
La era industrial, que se desencadenaba en todo el mundo, tuvo en Tucumán un impulsor preponderante: el obispo José Colombres, un hombre de la iglesia con visión de futuro. En su casona de dos plantas, que tiene una recova con arcadas ojivales, el obispo -que había sido congresal en 1816- refundó la industria azucarera que habían iniciado los padres jesuitas a fines del siglo XVII.
Esta casa, convertida en museo, está dentro del parque 9 de Julio. Es muy interesante ver allí una reproducción del primer trapiche, que tiene dos rodillos de quebracho a los que impulsaban ruedas dentadas tiradas por bueyes.
Lo extraño en este parque, diseñado por el arquitecto francés Charles Thays, quien siguió pautas del paisajismo inglés del siglo XVIII, es sin duda el Auditorio Griego, construido en mármol y emplazado allí en 1929.
Este auditorio está en la bellísima avenida de Las Palmeras y es una réplica exacta de los que usaban los griegos para sus discursos al pueblo. Se puede subir al oratorio, que está frente a la tribuna, donde una milimétrica medición de los espacios libres permite la devolución del sonido de las voces como si éstas se emitieran desde un sitio totalmente cerrado.
Pero la mayor reliquia de esta ciudad es la Casa Histórica, una construcción de líneas sobrias en cuyos jardines poblados de azahares y jazmines se instaló el primer espectáculo de luz y sonido de Sudamérica, donde se revive la gesta del 9 de julio de 1816.
Muy cerca de la ciudad de Tucumán, a sólo 25 kilómetros, está el dique El Cadillal, construido en 1962 para producir energía eléctrica y obtener agua potable. La presa de este dique embalsa las aguas del río Salí, el más caudaloso de la provincia.
Las aguas azules del lago cubren casi 1.400 hectáreas en la única zona montañosa del nordeste tucumano: la sierra de Medina.
Los jóvenes lo eligieron para la práctica de los deportes naúticos y para escapar de los calurosos días del verano.
En el restorán del lago suelen servirse las mejores empanadas del país, sencillamente porque muy cerca de allí está Famaillá, sede desde hace 23 años de la Fiesta Nacional de la Empanada.
El año pasado, el codiciado título de campeona nacional se lo llevó Silvia Mabel Maidana, una joven oriunda de Famaillá, quien admite que desde los siete años ya andaba por la cocina, espiando los platos que cocinaba mi madre.
En 1999, Silvia se alzó con el título de subcampeona nacional de la empanada. Tenía las uñas muy largas y eso me jugó en contra, dice, mostrando sus manos, ahora de uñas ralas.
Para competir en este campeonato culinario, cada postulante tiene que preparar 30 empanadas, que un jurado muy exigente examina teniendo en cuenta el aspecto, la forma y el sabor.
Silvia dice que a sus empanadas las hace con matambre cortado a cuchillo y que le agrega al relleno el caldo en el que cocinó la carne, además de comino y pimentón. Y que hay que tener un buen horno de barro a leña.
Corina Canale.