Opinión: OPIN-06

Cartas a la dirección

¿A dónde va?


Señores directores: En el inquisitivo y calmo silencio de la noche, en los lúcidos y desmitificadores amaneceres y en los agobiantes y abrumadores días de trabajo y agitación diaria, me he preguntado insistentemente: "¿A dónde voy?", y durante mucho tiempo la pregunta quedó huérfana de respuesta.

Con valiente y audaz lealtad a mí mismo me dije en un momento de clara y sutil lucidez, y con menos pena y vergüenza: "Yo no voy, me llevan".

Desde entonces decidí no ser hoja arrastrada por el viento, ni gota de agua llevada por la corriente, ni fardo pesado cargado en el remolque. ¿Dónde vas? ¿Vas o te llevan? Es más cómodo dejarse llevar que ir por sí mismo.

Si tú, estimado lector, no sabes caminar por ti mismo a donde tú decidas ir, te llevarán otros a donde no querías ir, y te sentirás alienado, ajeno a ti mismo. ¿Por qué tener miedo a caminar por sí mismo? ¿Acaso no sabes a dónde ir? ¿Por qué no vas primero al encuentro de ti mismo?

Es lo primero y lo último, porque en ti encontrarás todo lo demás, tu camino y tu meta. Los demás te llevan a cosas, ideas, doctrinas, ambiciones, proyectos, promesas de paraísos inexistentes.

Muchos profesionales exitosos, muchos hombres de negocios con muy próspera situación económica, muchos hombres y mujeres que día tras día van y vienen a su trabajo, muchos que se afanan y corren diariamente tras objetivos económicos, artísticos, sociales, políticos... ignoran a pesar de su cultura y actividad a dónde van con todo eso.

Después de eso, ¿qué?

Recordarte que tu existencia física no es eterna, es demasiado elemental y obvio, -como diría el vulgo- "chocolate por la noticia". Pero no por eso deja de ser cierto y es indispensable tenerlo en cuenta a la hora de determinar a dónde vas.

Por lo tanto, analiza con sinceridad y honestidad si ese objetivo que te has propuesto vale la pena y es el que corresponde a tu vida.

Lo que sí vale la pena con toda seguridad es que llegues al punto de encuentro contigo mismo; ese encuentro jamás te defraudará. Publio Benuzzi.

La Escuela 213


Señores directores: Me dirijo a usted para referirme al artículo publicado en el suplemento La Región de la edición del día 7 del mes pasado, bajo el título "45 años cumplió la Escuela 213, de la mano de los Pioneros".

Como sancarlino leí con profunda emoción la alusión al aniversario del establecimiento educacional, su trayectoria, su primera Asociación Cooperadora y el festejo realizado para conmemorar esos 45 años de vida.

Quizás el señor Jorge Sacco -autor de la nota- no pudo, por razones de espacio, hacer un breve comentario a la labor que en esa escuela llevara a cabo mi hermano Amílcar. Amílcar José Priotti fue el primer profesor que tuvo el colegio, acompañando a la profesora Ercilia Alarcón, quien se desempeñó como directora organizadora. Mi hermano fue el primer director titular por derecho de concurso de antecedentes y oposición, y también director del Eempa que, en horario nocturno, funcionaba en el mismo local, desarrollando sus funciones por casi 30 años. Amílcar no pudo asistir a la fiesta. El 25 del mes próximo pasado, cuando se encontraba abocado, precisamente, a la organización del evento, falleció víctima de una neumonía fulminante.

Permítame recordar las palabras con que Hugo Mermet lo recordó en La voz de la ciudad, de San Carlos Centro: "Hoy ya no está entre nosotros. Partió inesperadamente, víctima de un virus que sus defensas no pudieron combatir. Su ejemplo de vida esforzada en beneficio de los que lo necesitaron permanecerá en el recuerdo de quienes lo conocimos, lo tratamos y compartimos su amistad".

Néstor A. Priotti. Ciudad.