De raices y abuelos
Una vida de sacrificios, signada por el trabajo arduo, formó una familia numerosa. Los descendientes del matrimonio italiano Rosciani-Giri se reunieron en un abrazo interminable de recuerdos.
Corrían los últimos años del siglo XIX cuando un reciente matrimonio de italianos decidió emigrar hacia la Argentina en busca de un futuro mejor. Don Nazareno Rosciani era oriundo de Porto Recanatti, un pueblito cercano a Roma, en tanto su esposa, doña Nicolina Giri, pertenecía a Ancona.
El objetivo era trabajar en el campo como cosecheros, concreta posibilidad para los gringos que veían en la Argentina a un país que les proporcionaba nuevos horizontes. En su amada Italia se vivían tiempos difíciles, ya que comenzaban a sentirse los embates de la grave crisis económico-social que culminaría un cuarto de siglo después con la Primera Guerra Mundial.
Llegados al puerto de Buenos Aires, con sus pocos petates pero llenos de ilusiones, se instalaron en la zona de La Boca. Don Nazareno Rosciani fue contratado para la construcción e instalación de las vías férreas e infraestructura de la estación del ex ferrocarril Belgrano de Retiro. A pesar de su juventud ya poseía una vasta experiencia como trabajador del riel.
Con el tiempo, el matrimonio Rosciani-Giri acrecentó su grupo familiar. Nacieron otros hijos -ya argentinos-, quedando conformada la familia por Guerino, Amadeo, Alfonso, Nazareno y Teresa, quien con el tiempo vuelve a Italia, mientras Alfonso fallece muy joven.
Con los años, los muchachos iniciaron también tareas laborales en el Ferrocarril Francés de nuestra ciudad, siguiendo los pasos de su padre.
Pronto Amadeo resolvió radicarse en Corrientes. Siendo ferviente radical, su actividad política lo llevó incluso a estar detenido mucho tiempo luego de la famosa revolución de 1933 que derrocó a Hipólito Yrigoyen.
Nazareno, por su parte, se instaló en Resistencia para dedicarse de modo independiente a tareas comerciales. Se destacó también en la política, como socialista, actividad que lo llevó a ser intendente de la capital chaqueña. Guerino fue también radical. Afincado en nuestra ciudad tuvo una larga y rica trayectoria laboral en el viejo Ferrocarril Francés, donde varias veces fue especialmente distinguido por sus jefes, por su idoneidad y responsabilidad. Así llegó a convertirse en la mano derecha del director general de la empresa.
Más allá de sus responsabilidades laborales, Guerino conoció el amor de la mano de doña Ercilia María Ana Giri. Se enamoraron cuando ella trabajaba como moza junto con sus hermanas -Chelsa, Italia y Aída-, en el comedor de la fonda propiedad de su padre, don Francisco Giri, que se ubicaba lindante con la estación ferroviaria santafesina (hoy Terminal de Omnibus).
El matrimonio trajo a este mundo a Lilia, Nazareno, Francisco, Teresa, Nélida, Elsa y Danilo Rosciani, formando una familia numerosa pero unida.
Con su gran grupo familiar, y a cargo de la jefatura de vías y obras del ferrocarril, Guerino fue destinado a la sabana chaqueña, en donde supervisó los trabajos finales de la extensión de vías del ramal Santa Fe-Resistencia.
Allí los hijos mayores iniciaron sus primeros pasos escolares, siempre acompañados por el rezo diario del Santo Rosario, dirigido por mamá Ana. El pedido era por protección para la familia, dado que el campamento ferroviario donde residían era permanentemente acechado por tribus indígenas que merodeaban la zona. Esto obligó al nono Guerino a formar, junto al personal ferroviario, una defensa armada en el lugar.
Luego se trasladaron a Resistencia, ocupando una importante vivienda, en donde casi todos los chicos completaron el nivel primario en la escuela Benjamín Zorrilla.
Cuando la mayoría de los hijos atravesaba la etapa adolescente se radicaron en forma definitiva en nuestra ciudad, habitando en un primer momento una casa de barrio Candioti, ubicada en las Heras e Ituzaingó.
Luego se mudaron a pleno centro, en La Rioja, a metros de 9 de Julio, vivienda en la que comienza el triste éxodo familiar. Los hijos de Guerino y Ercilia empezaron a contraer matrimonio: Nazareno se casa con Minerva Canessi, Francisco con Elena Muñoz, Teresa con Carlos Borthwick, Nélida con Godofredo Zanuttini, Elsa con Roberto Riba y Danilo con Gloria Aglieri.
Para alegría de los nonos Rosciani, los nietos no tardaron en llegar, de a uno, hasta completar los 24. La casa paterna -la última estuvo ubicada en Francia 2954- fue el lugar de las concurridas reuniones familiares, destacándose siempre las festividades de Navidad y Año Nuevo.
Con el correr de los años, ya jubilado del ferrocarril, don Guerino Tibaldo Rosciani pasó los últimos años de su vida trabajando como encargado general en un importante obraje, en donde fallece en 1952.
En tanto su esposa Ercilia compartió su vejez apoyada a sus hijos e inculcando a su prole de nietos la práctica de la religión católica y la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. De este modo, Lilia -la hija mayor y única soltera- fue una gran colaboradora de la parroquia Padres Agustinos Recoletos y otras entidades de beneficencia.
El pasado 8 de julio, los integrantes de cinco generaciones de Rosciani se reunieron en nuestra ciudad en un emotivo encuentro, signado por una gran camaradería, para reeditar las antiguas reuniones familiares.
Más de 120 tíos, primos, nietos y bisnietos llegados desde Resistencia, Calchaquí, Esperanza, Rosario, Santa Fe, Capital Federal y provincia de Buenos Aires se estrecharon en un gran abrazo y compartieron recuerdos y anécdotas... La frase "te acordás" fue una de las más pronunciadas en el encuentro y se ratificaron los grandes vínculos de hermandad y sincera amistad que une a los descendientes, gracias a los buenos ejemplos de vida familiar y testimonios cristianos que le supieron inculcar sus nonos Rosciani-Giri y sus padres. Orgulloso legado para sus vidas y la de futuras generaciones.
Lía Masjoan