El ex jugador de Unión está librando una dura batalla contra el cáncer. Concedió una entrevista a El Litoral en La Plata. Guarda un buen recuerdo de Unión. Quiere vivir para ver a sus pequeñas hijas casadas.
LA PLATA (Enviado Especial).- Confieso que si no fuese porque se lo ve un poco más flaco y sin la "estética" de un jugador de fútbol -por el simple hecho de que hace cinco meses que no juega-, nadie podría asegurar que Edgardo Prátola está enfermo. El "Ruso", quien no se cansó de elogiar a la gente que conoció en Unión, padece cáncer en el recto y tiene una historia de vida digna de ser escuchada. El domingo estuvo en la cancha de Estudiantes. El "fuerza Ruso" se escuchó cientos de veces y todos los que pasaban al lado suyo, le tendían la mano deseándole suerte. Hasta de ánimo se lo ve bien, lo cual quiere decir, lisa y llanamente, que a su lucha contra la muerte la va ganando.
-�Cómo la llevás, "Ruso"?
-Todo indica que voy encaminado a un final feliz. Yo quiero ser un tipo sano, nada más. No hay otra cosa que me interese en la vida que recuperar la salud. Si no puedo volver a jugar al fútbol, no me voy a hacer mala sangre. Tengo 32 años y a esta profesión la amo, porque es lo que hice de chiquito, pero tampoco me voy a romper la cabeza si me dicen que al fútbol nunca más.
-Antes de meternos en lo tuyo, �qué recuerdos te dejó Unión?
-Los mejores. Conocí gente buena, bien del interior, que siempre fue de frente y me demostró ser muy honesta. Unión me fue a buscar a México y me trajo de vuelta al país, así que de eso no puedo olvidarme jamás. Hice muchos amigos, tanto adentro como afuera del plantel, como Mazzoni o Valli, con quienes me sigo hablando.
-En lo futbolístico, �qué te dejó?
-Sinceramente, creo que quedé en deuda con Unión, porque no llegué a rendir todo lo que potencialmente podía darle al club.
-�Cómo empezó todo?
-Cuando jugaba en Unión ya empecé a sentirme mal. Me costaba ir de cuerpo, y cuando lo hacía era con un poco de sangre. No le di importancia, pero cuando volví a La Plata a jugar en Estudiantes, la cosa se complicó. Empecé a tomar laxantes para ir de cuerpo y me daba un poco de vergüenza consultar a los médicos. Perdía varios kilos luego de cada entrenamiento y un día llegué a bajar cinco kilos en un partido. Allí dije basta.
-�Cómo te enteraste?
-Lo sabía toda la ciudad y mi familia, menos yo. Mucha gente llamaba llorando y preguntaban en mi casa cuánto tiempo de vida me daban. No sé si fueron algunos rumores malintencionados o qué, pero creían que me estaba muriendo. Yo fui el último en saberlo. Me lo dijeron antes de la operación. Allí erradicaron el tumor y empezó la quimioterapia para quemar las células que quedaron en el hígado y en el pulmón, que son los órganos en los que hace metástasis. Creo que en un par de meses volveré a disfrutar de una salud plena.
-�Viviste momentos duros?
-Cuando volví a mi casa después que el médico me dio la noticia, abrí la puerta y estaba mi pequeña hija, de dos años y medio, esperándome. Ella corrió, me abrazó y me dijo que me quería mucho. Por ella, por mi señora y por la nena que venía en camino y que ya nació, me puse fuerte y me propuse vencer a la enfermedad.
-El otro día comentaste en un diario de Buenos Aires que lo más llamativo de este tiempo fue que un hincha de Gimnasia te dijo que quería volver a insultarte...
-Claro, y me dejó una moraleja bárbara, al punto tal que le agradecí al tipo, porque si quería volver a insultarme, era porque estaba sano y adentro de una cancha de fútbol. De todos modos, te repito lo que te dije antes. Quiero ser un tipo normal y sano, para poder disfrutar de mis hijas y de mi familia. Si vuelvo a jugar o no, será secundario.
-�Qué cambió en tu vida?
-Hubo un antes y un después del día en que me dijeron que tenía cáncer. Hoy pienso y actúo muy distinto. Disfruto más de mis hijas y miro la vida con otros ojos. Cuando me enteré, se me pasó por la cabeza que no las iba a ver más. Ahora no me hago tanta mala sangre por taradeces y no reacciono como lo hacía antes. Siempre fui muy temperamental y de reaccionar ante cualquier cosa. Hoy trato de estar lo más calmo posible, porque la vida tiene otras cosas que son más importantes.
-Modificaste tu escala de valores.
-Es difícil para un jugador de fútbol tener en claro cuál es la escala de valores, porque si no tenés una educación de parte de tus padres vivís en una nube, en un mundo aparte e irreal. Yo me consideraba un tipo equilibrado y tenía los pies sobre la tierra. Lógicamente, con este cachetazo cambió todo. Ahora, la prioridad para mí es la salud, y no hay otra cosa que pueda alterarla.
-�Cómo estás de ánimo?
-Es la sorpresa de todos, hasta de los médicos. Me ven muy bien y estoy muy bien. Sinceramente, si no fuese porque voy a un tratamiento de quimioterapia y porque me veo un poco más flaco cuando me miro al espejo, ni me doy cuenta de que tengo una enfermedad tan grave. Al principio, venía de las sesiones y estaba uno o dos días tirado y deprimido. Además, había llegado a bajar cerca de diez kilos, así que te podés imaginar cómo estaba.
-�Con qué soñás, "Ruso"?
-Con ser un tipo sano y normal.
-Eso es lo general. �Y lo particular?
-Quisiera disfrutar de mis hijas, protegerlas, verlas crecer y, algún día, verlas casadas y felices.