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De Raices y Abuelos: una promesa por cumplir

Esta semana se cumplieron 4 años desde el primer relato de inmigrantes publicado en De Raíces y Abuelos. Hoy, renovamos el compromiso de ofrecer a nuestros fieles lectores historias de vida con sabor a desarraigo, luchas incansables y merecidas recompensas por medio de la historia de Jaime Juliá.


Jaime Julián Juliá Nadal tenía 18 años cuando decidió emigrar. Hijo de Don Miguel Juliá Sagué y de Doña Teresa Nadal Llovera, partió de España el 20 de febrero de 1914, llevando entre sus manos la carta escrita por su padre que lo autorizaba a embarcar.

Atrás dejó para siempre el pequeño pueblo de Barcelona que lo vio crecer -llamado Niza de Munt- y a sus dos hermanos menores: José, quien cursaba la carrera de sacerdote en el seminario, y Teresa, que aún concurría a la escuela primaria.

El viaje en barco duró más de un mes, llegando a Argentina el 22 de marzo. En el puerto de Buenos Aires lo esperaba su tío Julián Juliá, quien lo alojó en su casa ubicada en la localidad de Monje, departamento San Jerónimo, evitando así que debiera hospedarse en el Hotel de Inmigrantes.

A su lado empezó a realizar las primeras labores rurales, pero al poco tiempo Jaime decidió probar suerte en una chacra en Alvarez, localidad cercana a la ciudad de Rosario. Allí trabajó hasta 1917, momento en que, con algunos pesos ahorrados y un poco más de experiencia, decidió alquilar una chacra pequeña al este de Monje y dedicarse por su cuenta a la agricultura.

Trabajando arduamente la tierra, logró obtener buenas cosechas, lo que le permitió comprar un arado de una reja tirado por tres caballos, uno de los más modernos en esa época.

La hora del amor


El trabajo era arduo, pero el corazón empezaba a reclamar la llegada del amor. Afortunadamente, entre cosecha y cosecha conoció a Ramona Flora Gómez, quien con el tiempo se convertiría en su esposa. Terminaron así los días solitarios para Don Jaime; otra vez estaría rodeado del cariño familiar.

Se casaron el 29 de octubre de 1919 y la llegada de los hijos fue inminente: primero María Teresa, después Miguel Ángel, Mercedes Ramona y, por último, Jaime José, encargado de reunir los datos y fotografías para la publicación en De Raíces y Abuelos.

En esa chacra trabajó hasta 1936, porque en un remate que realizó el Banco Hipotecario de Santa Fe logró adquirir 100 hectáreas de campo a cinco kilómetros hacia el oeste de Ramayón, en el departamento San Justo.

Al fin comenzaba su propio emprendimiento, conformando esta vez una chacra mixta que incluía agricultura, pero también actividad ganadera. Los resultados fueron notables, logrando abastecer con corderos y lechones al Hotel España, de San Justo.

Y con una vida entera dedicada a trabajar la tierra, Don Jaime no pudo menos que haber integrado la Cooperativa Agrícola Ganadera de San Justo, durante varios años.

Sin embargo, en 1955 y a raíz de una enfermedad que padecía su esposa, decidió vender el campo y radicarse definitivamente en Laguna Paiva.

En Argentina dejó una gran familia, compuesta por 4 hijos, 9 nietos, 16 bisnietos y 2 tataranietos.

Promesa por cumplir


Las noticias sobre sus familiares en España llegaron siempre a pesar de la distancia y el ancho océano que los separaba. Su hermano José se recibió de sacerdote y se desempeñó en las parroquias de Granoller y en Llinas de Valles; además de ser teniente capellán de la Cruz Roja.

Su hermana Teresa fue perseguida y encontró la muerte durante la Guerra Civil Española.

Don Jaime había prometido volver una vez que la guerra terminara, pero las circunstancias y su numerosa familia se lo impidieron. Si bien logró querer a este país que adoptó como propio, nunca pudo olvidar los años mozos vividos en su querida España natal.

Su hijo, Jaime José, le prometió alguna vez visitar España..., "pero soy jubilado y me bajaron el sueldo... no sé si podré ir", concluye el relator de esta historia.

Lía Masjoan