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Las verduras del propio huerto

Alejandro Villar. 

El proyecto Prohuerta ideado por el Inta y financiando por el Ministerio de desarrollo Social de la Nación ha cumplido once años y puede mostrar una experiencia social con 25 mil huertas familiares en la provincia.


La relación del hombre con la naturaleza es ancestral. A partir de ella y su trabajo, consigue el alimento diario y su fuerza para vivir.

La interacción del hombre con la tierra ha generado un saber que se viene transmitiendo de generación en generación desde hace siglos: la variedad de los suelos y cómo trabajarlos en cada caso; descubrir el comportamiento del clima, los períodos de siembra y cosecha; la calidad del agua y cómo manejarla; cómo abonar los terrenos, asociar plantas y combatir plagas. Todo eso integra un bagaje de conocimientos que la ciencia y la técnica enriquecieron y sistematizaron. En nuestros días, el trabajo de la huerta es, además, una terapia frente a las tensiones diarias o a la necesidad de incorporar una actividad más para solventar el presupuesto doméstico.

En Santa Fe


En la provincia, veinticinco mil familias, escuelas e instituciones han adherido al proyecto Prohuerta, ideado por el Inta y financiado actualmente por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.

Integra el Programa Unidos y tiene como propósito que las familias desarrollen huertos para su autoconsumo. Prohuerta comenzó hace once años, y con el concurso de técnicos y promotores comunitarios, se extiende cada vez más, generando el hábito del cultivo de la tierra y una mejor calidad de alimentación.

Treinta y seis técnicos del Inta, en la zona comprendida entre Reconquista y Rosario, caminan por los barrios de cada localidad para llevar las bondades del programa. En nuestro medio, la asistente social Yolanda Morales de Tizón, Viviana Quaranta, profesora en Ciencias Naturales, y los ingenieros María Eugenia Pirola y Hugo Amherd están encargados de extenderlo.

El Litoral los visitó en la sede del Inta en Angel Gallardo. Con entusiasmo, comentan acerca de las distintas aristas de su trabajo: la entrega de semillas, la capacitación sobre el laboreo de la tierra, la fabricación artesanal de herramientas, la enseñanza de comidas más equilibradas a partir de las verduras y hortalizas.

El programa llega a la población directamente o a través de instituciones, vecinales o municipios y comunas, pero los técnicos sostienen que "nuestra relación es con el huertero. El Inta realiza la capacitación y entrega las semillas. Es una propuesta orgánica de producción, porque tanto la fertilización -abonos- como el control de plagas se hace con elementos orgánicos. Enseñamos cómo escalonar las simientes para tener producción durante todo el año".

Además de los beneficios para la salud del programa y de ser una alternativa económica para el presupuesto familiar, los técnicos aseveran que el plan permite que "se recupere la conciencia colectiva del trabajo".

Muchas de estas huertas son iniciadas por familias de escasos recursos y, ahora, también se acercan a Angel Gallardo personas que han perdido su trabajo.

"El huertero, en general, utiliza los excedentes para intercambiarlos por carne o leche. También reparte entre los familiares o vecinos porque, especialmente en los barrios más humildes, hay mucha solidaridad".

Cuando se ha llegado a la tercera temporada -un año y medio-, el huerto se puede convertir en granja con la incorporación de pollitas ponedoras que, como segundo paso, también entrega el Inta.

"Inicialmente, no todas las familias están en condiciones de criar aves; se tiene que adquirir una cultura de esta crianza. Se enseña que una parte de la alimentación que requerirán las pollitas salga de la huerta, con lo cual se busca disminuir costos de producción. Por ejemplo, el maíz -que está incluido en el paquete de semillas- sirve para el alimento de las familias y de los pollitos", explica Viviana.

La colaboración de promotores


La acción de los técnicos del Inta, que requiere de un seguimiento, es secundada por muchos promotores voluntarios. Éstos son dirigentes barriales, vecinos -que disponen de un poco más de tiempo o a quienes les gusta la acción social-, docentes, todos los cuales colaboran en los primeros pasos de la actividad. En Angel Gallardo se destaca la figura de estos promotores, sin los cuales, a los técnicos del Inta les sería imposible llegar a todos los barrios. En Santa Fe, por ejemplo, existen unas 750 huertas familiares distribuidas en 40 barrios. "Ellos nos ayudan a que las semillas entregadas realmente vayan a la siembra", agregan.

Explican que todos los huertos deben tener un cerco para su protección. "Resulta básico para evitar que los animales o el paso de las personas destruyan las plantas. Hay un tiempo entre el trabajo de capacitación y la obtención de los frutos. En esta tarea, la ayuda de los promotores es básica. El paquete de semillas es para una huerta de 50 metros cuadrados, y al enseñárseles el cultivo escalonado, lo que estamos buscando es que sea siempre redituable".

Recuerdan que hay dos recolecciones al año: una de verano y otra de otoño/invierno. La metodología de trabajo se aprende en talleres en los cuales se desarrolla una capacitación práctica.

"Nuestra idea es que produzcan el alimento para la familia de una manera digna y esto, a su vez, contribuye a elevarles la autoestima. Una vez que se apropian de la técnica del cultivo del huerto, se logran estos propósitos".

No sólo las familias se entusiasman con el programa; también grupos de mujeres solas que "se han juntado para llevar adelante este emprendimiento y a quienes les va bien".

Otro capítulo es el de las herramientas. El proyecto incluye su fabricación casera. "Nosotros promovemos que fabriquen sus propios elementos de trabajo. A veces, en los primeros tiempos, les entregamos algunas en préstamo. Pero les enseñamos a hacerlas a partir de hierros de la construcción, pedazos de caño, palos, etc. Otro aspecto es la producción -luego- de sus propias semillas".

Las simientes que entrega el Inta son producidas por un grupo de familias que constituyeron una cooperativa en San Juan, en tanto que el centro de multiplicación de aves se encuentra ubicado en San Genaro Norte.

Los técnicos no dejan de hablar. Relatan la rica experiencia lograda en San Justo, donde el mismo Pami promovió las huertas. Asimismo, destacan la importante labor realizada por algunos docentes que han interesado a padres y vecinos en encarar el cultivo de huertas. Citaron, a modo de ejemplo, el trabajo realizado por el establecimiento Esperanza Solidaria, las escuelas Zapata Gollán -barrio Acería- o la Marcos Sastre de nuestra ciudad.

Consejos para todos


La actividad de los técnicos del Inta, si bien prioritariamente está dedicada a sus temas específicos, no se agota, en este caso, en cómo cultivar el huerto.

Sin cargo, entregan publicaciones sobre temas de interés como De la huerta a la mesa, Cría casera de gallinas, La huerta orgánica, y Frutales en la huerta familiar, entre otros.

Detengámonos en el primero de los mencionados. Con lenguaje simple e ilustraciones que lo dicen todo, se enseña qué alimentos deben ingerirse para sentirse bien.

Persona sana


�Qué significa ser una persona sana?, se pregunta en la publicación. La respuesta viene enseguida: estar bien de ánimo, tener ganas de trabajar, tener ganas de divertirse, divertirse, querer hacer cosas, querer compartir momentos de alegría, hacer deportes, ir de visita...; no tener dolores ni molestias en el cuerpo, tener buena cara y buen aspecto; tener pinta de andar regalando salud; tener ganas de compartir con otras personas.

Para estar sanos es fundamental comer bien. Comer bien no significa comer mucho, ni comer caro; es comer lo que pide el cuerpo. A partir de allí, siempre en lenguaje llano, comprensible para todo el mundo, se explica cuáles son los alimentos que nos ayudan a crecer, cuáles para tener fuerzas para trabajar y hacer las cosas que nos gustan y cuáles nos defienden de las enfermedades.

"Todos los días, nuestro cuerpo necesita que comamos alimentos constructores, reguladores y otros energéticos", dice la publicación, que se completa recordando las necesidades básicas requeridas según la edad.

Para aprovechar mejor los alimentos es bueno que sólo cosechemos las verduras que vamos a comer ese día; se debe lavarlas enteras y preferentemente comerlas crudas o cocinarlas sin pelar -hervidas o crudas- para aprovechar la gran cantidad de vitaminas que se encuentran en la cáscara.

Al guardarlas, recomiendan tener en cuenta cuáles son las condiciones que cada fruta o verdura necesita para conservarlas más tiempo en mejores condiciones.

Para que sean seguras


También se abordan temas sanitarios. Para que las huertas sean seguras ante el cólera algunas recomendaciones son atinadas:

  • Riego y abono: no utilizar heces como abono, ni líquidos cloacales de ninguna especie para riego de vegetales en las huertas. Tampoco usar agua de zanja, cuneta o estancada. Es necesario utilizar sólo agua segura.
  • Cerco: tener un buen cerco alrededor de la huerta para evitar la entrada de todo tipo de animales.
  • Cuidados: mantener los implementos de la huerta limpios. No mezclarlos con los elementos de limpieza para baño.
  • Cosecha: cosechar las hortalizas y frutas con las manos limpias.
  • Consumo: siempre es preferible comer verduras y frutas crudas, pues tienen mayor cantidad de vitaminas. Hay que lavarlas cuidadosamente con agua segura antes de consumirlas. En el caso de aquellas que no puedan ingerirse crudas, el hervor ya es suficiente para matar la bacteria del cólera.Las verduras para ensaladas crudas deben sumergirse en agua preparada con dos gotas de lavandina por litro durante 30 minutos. Luego sazonar con abundante vinagre. La fruta debe ingerirse siempre bien lavada.