Con la bajante del río, la cubierta flexible de geotextil y dados de hormigón de la Costanera han quedado al descubierto a lo largo de todo el paseo junto a la Setúbal.

Tal como anticiparon los técnicos que la diseñaron, la defensa no exhibe marcadas líneas regulares, sino que se ha adaptado con algunas ondulaciones al terreno que protege.

Sin embargo, a la altura del 4400, en la intersección con Pedro Zenteno, a metros de un desagüe pluvial, se ha formado una verdadero pozo, de gran tamaño.

Por sus dimensiones y el desprendimiento del material que compone la cubierta de geotextil, en especial la pérdida de dados de hormigón, lo que puede observarse no parece corresponder sólo al carácter flexible del tipo de defensa.

Cabe recordar que la estructura elegida para proteger la margen oeste de la Setúbal demostró su eficacia cuando logró resistir sin sobresaltos ni daños de consideración la inundación de 1988, que llegó a 7,24 metros y se extendió durante varios meses.

A fines de 1999 -tras aquella creciente- se ejecutaron varias tareas de mantenimiento y reposición de ornamentos propios del paseo que la laguna había desprendido.

No hubo por entonces necesidad de reparaciones de fondo. Aquel año lo más importante desde el punto de vista estructural que se hizo consistió en añadir una capa de pintura de tipo epoxi-bituminosa a las piezas metálicas del tablestacado (que protege una zona de barros inestables imposibles de defender con mantas de geotextil).

Esos trabajos -que estuvieron a cargo de la empresa contratista que ejecutó la obra- estaban previstos originalmente y debían ejecutarse durante un período de bajante, como ocurrió en 1999.