Perito Moreno fue nombrado Patrimonio Universal de la Humanidad por la Unesco, y no en vano, es un glaciar que sigue avanzando y que constantemente ofrece uno de los espectáculos más maravillosos de la naturaleza, con sus permanentes y sistemáticos desprendimientos de témpanos, cuyos estruendos paralizan al visitante. Después, el silencio llega inmediatamente para disfrutar a pleno tanta belleza y gozar de un entorno único.

Pequeñas pasarelas de madera permiten una máxima aproximación, protegiendo al suelo muy sensible de la erosión, por donde surca agua de deshielo que cae precipitadamente hacia el lago.

La gran masa de hielos milenarios es despareja, con alturas que alcanzan los 60 metros y fluye desde el oeste hasta donde la vista humana alcanza y se va cayendo hacia el agua helada, formando desde pequeños a gigantescos témpanos que surcan el lago como embarcaciones sin tripulación a bordo.

Es un espectáculo inigualable: es un horizonte blanco que debe observarse con una actitud de respeto hacia la imponencia del medio.

Arribar a Río Gallegos, la capital de la provincia de Santa Cruz, es llegar a un paisaje despojado, diferente de lo imaginado. Calles y veredas muy amplias, el viento circulando como rey y señor de la zona. Esta ciudad austral se desarrolla a la vera del río homónimo, que sube y baja con la marea y por tal sentido tiene un particular olor a mar.

Desde el mirador de la costanera pueden observarse su desembocadura -la punta norte de Cabo Buen Tiempo y Punta Loyola al sur- como así también grandes tanques de almacenamiento de petróleo.

Frente a la plaza se encuentra ubicada la catedral, Monumento Histórico Nacional, construida a principios de 1900: humilde, de chapa por fuera, pintada de rosa y blanco con rasgos de restauración, su interior es totalmente de madera.

Pero es obligación detener la mirada en la plaza, llena de árboles que hacen reverencia al sol, inclinándose obedientemente -todos- hacia el este. La razón es muy simple: los fuertes y constantes vientos predominan del oeste.

La Casa de Gobierno ha sido pintada de color rosado y cuenta con un florido jardín al frente, en tanto la residencia del gobernador es sólo una linda casa, nada fastuosa.

En la misma manzana, existe lo que resta de un balcón usado por Julio Argentino Roca para hablar a los ciudadanos en ocasión de haber solucionado un problema limítrofe con Chile e invitar a los empresarios y hacendados radicados en la región, a invertir en la Nación.

Como una forma de romper la monotonía del paisaje predominantemente gris, la mayoría de los techos de las viviendas luce una llamativa variedad de colores intensos -en muchos casos verdes-, como una forma de reemplazar la inexistente e inexplicable vegetación frente a los domicilios particulares.

El Calafate es el poblado pintoresco por excelencia, más cercano a la zona de glaciares que se encuentra emplazado al pie del cerro homónimo y a orillas del majestuoso Lago Argentino. Distante a 315 km de la capital de la provincia, cuenta con aproximadamente 4.000 habitantes. Tanto el verde colorido de la vegetación que adorna el centro de la villa como la hospitalidad, el sentido solidario y comunicativo de la gente del lugar, dan tranquilidad al viajero.

Desde El Calafate se observa el azul aterciopelado de las aguas del Lago Argentino, que cuenta con una superficie de 1.600 km2 y es el tercero en Sudamérica. Con una longitud de 60 km, su ancho oscila entre los 14 y 20 km, con profundidades que llegan a los 300 metros.

El color de sus aguas se debe al contenido de Leche Glaciaria, polvillo muy fino producto de la ablación de los glaciares contra sus lechos rocosos.

Antiguamente, en los bosques de ñires, lengas y coihués, vivían los indios tehuelches, dueños originarios de estas tierras, quienes al comienzo de cada invierno, emigraban hacia el norte en busca de alimentos.

Según la leyenda, una anciana curandera de la tribu ya no podía caminar ese repetido trayecto. Sus viejas y cansadas piernas estaban agotadas. Las mujeres de la tribu le confeccionaron un toldo con pieles de guanaco y le proveyeron abundante comida. En esa guarida vio pasar muchos soles y lunas hasta que llegó la primavera. Una ráfaga de viento volteó los cueros del toldo y en lugar de la vieja india, se halló un hermoso arbusto espinoso, de perfumadas flores amarillas, que luego se trasformarían en frutos de exquisito sabor, de alto valor alimentario y de un color azulmorado: El Calafate, ejemplar que abunda en toda la zona, cuya tradición advierte: "Quien lo prueba, siempre regresa a Santa Cruz".

La ruta Río Gallegos-El Calafate se bifurca hacia el norte y el oeste, luego de pasar por un paraje denominado Güer Aike (en Tehuelche, buen lugar). Hay una virgen sobre la meseta que forma la margen norte del río, donde tradicionalmente en el mes de diciembre se hace una peregrinación. El camino es un "rosario de santuarios": La Difunta Correa, San Cayetano, Santa Rita, la popular Gilda, El Sagrado Corazón, la Virgen de Itatí y hasta el correntino Gauchito Gil con sus colorados paños raídos por los vientos.

Sobre la ruta, carteles señaladores indican "Hielo por sombra", dando a entender a los automovilistas que la falta de sol no permite que se derrita sobre la calzada y éste permanezca por una larga temporada. Se debe transitar con mucha precaución.

Para arribar a El Calafate hay que tomar la ruta nacional N� 3 y seguir estas combinaciones: provincial N� 5, la nacional N� 40 y por último la provincial N� 11. En general, el camino está pavimentado y en buenas condiciones.

A 50 kilómetros de Río Gallegos, sobre la ruta nacional N� 3, durante el conflicto de Malvinas se ensanchó la calzada para permitir contar con una pista alternativa de aterrizaje, por si los ingleses bombardeaban el actual aeropuerto.

Un poco más adelante, una construcción de aspecto abandonado fue un lugar de pruebas de prototipos de automóviles Fiat. Los vehículos llegaban camuflados para evitar el espionaje industrial y luego eran analizados en condiciones climáticas extremas, con temperaturas bajo cero.

En el camino hacia El Calafate se observan grandes y pequeñas piedras redondeadas, algunos arbustos achaparrados, peones rurales rodeando una majada e hielo al costado de la ruta.

La soledad es inmensa, atrapante e infinita, sólo se vislumbra brillar algo, es el Lago Argentino y una cinta de plata serpenteante en la penumbra del atardecer que es el Río Santa Cruz.

También los 80 km hacia el glaciar desde el Calafate están pavimentados hasta el paraje Punta Bandera. Desde allí ripio, una amplia ruta de fácil tránsito que se interrumpe con el ingreso al Parque Nacional Los Glaciares, donde las indicaciones de los guardabosques abundan. Ahora es una escarpada y sinuosa ruta que continúa con cortes producidos por agua de deshielo y barro.

El trayecto bordea el brazo sur del Lago Argentino, tapizado por un bosque nativo de lengas y ñires, que en esta época del año todavía conservan algo del color rojizo del otoño.

El cuadro tarifario de la temporada baja es aproximadamente la siguiente: hoteles 4 estrellas: simple $ 110, doble $ 120, triple $ 145; suite $ 150 a 260; 2 estrellas: simple $ 40, doble $ 55 y triple $ 90; 1 estrella: simple $ 30, doble $ 50 y triple $ 60.

También hay servicios de cabañas, departamentos, la hostería del Automóvil Club Argentino, hospedajes, albergues y zona de camping ($ 4 por carpa y $ 6 casa rodante).

Para consultas y sugerencias, los viajeros podrán contactarse con la Secretaría de Turismo, Julio A. Roca N� 1004, tel/fax (02902) 491090, [email protected].; Aeropuerto Internacional El Calafate, tel/fax 54-2902-491220/491230, [email protected]; Minitrekking y safari náutico: Av. del Libertador 935, tel: 491053/492205; [email protected].; ecowalks (observación de aves) tel. 493196, [email protected]; cabalgatas Av. del Libertador N� 3600, tel. 02902-493203,[email protected]; alquiler de cuatriciclos, Cte. Espora y Libertador, tel. 493031.

Con distintas modalidades permitidas, las márgenes norte y sur de río Gallegos son prolíficas en truchas marrones de hasta 12 kilos. La temporada se extiende desde el 1° de noviembre hasta el 23 de abril y del 1° al 23 de abril, con captura y devolución obligatoria, utilizando los aficionados, anzuelos simples sin rebaba y con un límite de dos ejemplares diarios.

El regional, emplazado en un moderno edificio, lleva el nombre del padre Manuel Jesús Molina y cuenta con una sala de Geología, otra de Paleontología donde se destaca un Megaterio de 4 metros de altura, una de fauna autóctona, una sala participativa de ciencias (físicas) y otra de bellas artes para muestras temporarias.

También están emplazados el de "Los pioneros", antigua casa ambientada con mobiliario de la época, Malvinas Argentinas, con colección y exposición de armas y elementos utilizados en el conflicto del Atlántico Sur; de arte, con exposición permanente de pinturas y tallados de artistas santacruceños y El Naval, con enseres de la actividad.