Area Metropolitana: AREA-03

Alumnos de la Raimundo Peña
rescataron el trabajo creativo

EN FAMILIA. Gracias al apoyo familiar, los chicos lograron trabajos espléndidos con conexiones eléctricas que impresionaron a las maestras.. 

Algunas maquetas plasman la preocupación por la falta de trabajo. La mayoría vive en Villa Hipódromo, Ciudadela y San Pantaleón. "Esta vez los chicos del barrio no son noticia por hechos delictivos", dicen las maestras orgullosas.


La consigna apuntada para realizar las maquetas fue clara: "Realizar maquetas sobre Materia y Energía". A partir de allí, los alumnos del 7mo. año de la Escuela N° 821 Raimundo Peña -ubicada en Blas Parera 5900- tuvieron total libertad para crear y trabajar.

El aula de la planta baja en la que se guardan bajo llave los nuevos tesoros de la escuela, se encuentra abarrotada de creativas maquetas realizadas con los materiales y recursos que los niños tenían a su alcance, tanto naturales como artificiales.

Así, palitos de helado, cañitos, cables, telgopor, maderas, cartón, yerba y piedritas lucen transformados en lo que la imaginación de un grupo de niños determinó.

Algunos observaron con detenimiento la reconstrucción del Puente Colgante para realizarlo en miniatura: "es un símbolo de la ciudad", dicen al explicar el motivo de la elección.

Otros, preocupados por la dura realidad que viven sus familias -en donde las oportunidades de trabajo y desarrollo son casi nulas-, plasmaron un centro comunitario "para alimentar a los pibes que no tienen qué comer"; o hicieron una plaza "para que las familias tengan un lugar lindo para ir cuando pasan por malos momentos", y otros representaron fábricas para "que la industria se reactive y quienes están desocupados puedan trabajar".

De muchos trabajos se desprende la demanda de los niños por cambiar el lugar en el que viven y salir de la pobreza.

Dura realidad


La mayoría de los alumnos que concurren a la escuela Raimundo Peña vive en los castigados barrios de Villa Hipódromo, Ciudadela Norte y San Pantaleón. Algunos están obligados a mendigar o a trabajar para colaborar con la precaria economía familiar y la mayoría de los padres no posee un trabajo fijo.

"Para nosotros es muy importante que la sociedad vea lo que son capaces de hacer estos chicos para que no los subestime más. Acá hay tanto potencial como en cualquier otro lado, más allá de que estén más golpeados que otros niños. Hemos obtenido resultados espectaculares", coinciden las maestras Silvia Bertona, de tecnología y matemática; Marta Isaurralde, de Ciencias Naturales y Marina Venetucci, de Lengua, orgullosas porque "esta vez el barrio no serán noticia por hechos delictivos sino por las potencialidades de sus niños".

Entre los objetivos propuestos se destaca el incentivar la creatividad y el trabajo en equipo, a veces difícil de lograr porque los chicos no tienen posibilidades de traslado. "Esto ya implicaba un desafío", cuentan las docentes.

El éxito de la actividad propuesta ya ha motivado a alumnos de otros cursos. Por ejemplo, los pequeños de 3er. grado se abocaron a representar los conocimientos adquiridos sobre el campo.

Ayuda familiar


Cabe destacar, entre los grandes logros obtenidos, el estímulo recibido para realizar una actividad sana y creativa que ocupe el tiempo libre y los aleje de la calle.

En todos los casos, se rescata la ayuda aportada por las familias, no sólo en la construcción en sí sino también en la etapa previa de intercambio de ideas y discusión. Las casas se convirtieron en pequeños talleres en donde padres, hermanos y tíos colaboraron en el armado de la maqueta. Muchas de ellas tienen conexiones eléctricas que iluminan plazas, habitaciones, puentes y barrio enteros.

Para las maestras, la consigna fue cumplida. "El trabajo permitió que los mismos alumnos y sus familias descubran sus potencialidades y nosotras confirmamos que los chicos son verdaderas cajas de sorpresas".