En EE.UU. esperan un nuevo atentado esta semana
Todos los organismos de seguridad están en alerta máxima. Desviaron un vuelo de American Airlines porque apareció una nota sospechosa en el avión. Se trató de una falsa alarma. Custodian las centrales nucleares.
Grupos terroristas podrían atacar objetivos en Estados Unidos o intereses estadounidenses en el extranjero esta semana, alertó el fiscal general John Ashcroft, y dijo que las autoridades del país estaban "en alerta máxima".
Sin embargo Washington insistió en que no tiene ninguna intención de detener su campaña militar contra el régimen de los talibán que gobierna Afganistán, a pesar de las críticas por el creciente número de víctimas civiles y los inciertos resultados.
Ashcroft, que antes de hablar hizo un largo suspiro, eligió una hora de gran audiencia para formular -con rostro serio- el anuncio.
"La administración concluyó en base a la información procesada, que podrían haber nuevos ataques terroristas en Estados Unidos o contra intereses estadounidenses durante la próxima semana", dijo Ashcroft a los periodistas.
Consignas de seguridad particulares fueron dadas a los servicios de inmigración, a las centrales nucleares, a las autoridades aeronáuticas, al Departamento de Transportes y al de Energía.
El tono dramático de este anuncio contrastó con el de la primera advertencia, más "seca", en referencia a una amenaza similar, "en los próximos días", que había sido formulada en un comunicado del FBI difundido el 11 de octubre, indicando que regía el estado de alerta máxima.
Las dos advertencias tienen en común que no hacen referencia a ninguna información ni objetivo específicos. "La administración considera esta información creíble, pero desafortunadamente no contiene datos específicos sobre el tipo de ataque u objetivos", afirmó Ashcroft en una conferencia de prensa convocada apresuradamente.
"Notificamos a las autoridades policiales locales que mantengan un nivel de alerta máxima y que informen inmediatamente al FBI de toda actividad sospechosa o inusual", indicó el ministro.
La primera advertencia del fiscal general, el 11 de octubre, valió algunas críticas a la administración del presidente George W. Bush, acusada de querer inquietar inútilmente a la población estadounidense, ya traumatizada por los atentados del 11 de setiembre.
"Es importante que el pueblo estadounidense comprenda que estas amenazas deben ser tomadas en serio (...) para poder evitar que se concreten", dijo Ashcroft, anticipándose a nuevas críticas.
Asimismo llamó a los estadounidenses a continuar llevando una vida normal, y al mismo tiempo estar atentos.
El director del FBI (policía federal) Robert Mueller subrayó por su parte que no había "razones para creer que esas amenazas estén ligadas a la diseminación del bacilo del ántrax" en territorio estadounidense, donde siguen reportándose contagios.
Durante la misma conferencia de prensa, Mueller también precisó que no había "objetivos identificados" que podrían ser escogidos durante esos eventuales ataques.
El presidente Bush fue informado sobre la posibilidad de un nuevo ataque antiestadounidense, y la decisión de informar al público fue tomada en las horas siguientes, precisó el Departamento de Justicia.
"Nuestros enemigos aún nos odian", dijo Bush durante una reunión del Consejo de Seguridad Interior, e insistió en que el país debe permanecer en estado de alerta.
Horas después del anuncio del procurador ocurrió la primera medida preventiva ante el temor de un atentado. Autoridades de aviación de Estados Unidos desviaron un vuelo en ruta Neva York-Texas de American Airlines con 149 personas a bordo hacia el aeropuerto internacional de Dulles, después de que una nota sospechosa fuera encontrada en el avión, informó un portavoz de aeropuerto.
Tom Sullivan, portavoz de la autoridad del aeropuerto Metropolitano de Washington dijo que las autoridades desviaron el jet Boing 757 porque "una nota a bordo causó la sospecha para la tripulación del vuelo".
Policías del aeropuerto, con perros y agentes del FBI, registraron el avión y no encontraron nada sospechoso, añadió. (AFP).
Los festejos de Halloween, que tradicionalmente convierten esta fecha en el Día Nacional del Terror en Estados Unidos, han rebajado este año sus dosis de sangre y horror por heroísmo y seguridad en una sociedad que ahora conoce la otra cara del miedo.
Caída la noche del 31 de octubre, las calles estadounidenses se ven pobladas de pequeños seres que con la frase de "Trick or Treat" (Golosina o Triquiñuela) asaltan la tranquilidad de los hogares disfrazados de duendes nocturnos.
Halloween es una tradición que llevaron a Estados Unidos los inmigrantes irlandeses en el siglo XIX, una mezcla cristiana y pagana que en la actualidad significa sólo diversión y caramelos.
Según los letrados, es un buen momento para enfrentarse a los miedos de la imaginación de la forma menos dañina, mientras que para los adultos se ha convertido en una tradición secular que invita a la fiesta, el carnaval y la bacanal.
Al menos hasta este año, porque los efectos del pasado 11 de septiembre también parecen dejarse sentir en esta festividad principalmente infantil que empieza a ser descrita en los medios de comunicación como el "Halloween ligero".
En lugar de sangre, colmillos y violencia, los disfraces más buscados en esta edición son los que significan heroísmo, desde los trajes de policías y bomberos en honor a las víctimas de los pasados atentados, hasta los héroes más al uso como Superman o Spiderman.
En vez de un peregrinar en busca de golosinas de manos de extraños, la tónica parece ser la de las fiestas caseras, donde los más pequeños puedan comer sus dulces sin miedo a que puedan estar contaminados.
Y en el reino de los colores negro y naranja, propios de lo macabro y las calabazas, ahora brillarán también el azul, blanco y rojo que marcan el patriotismo de una nación unida en el duelo. (EFE).