Modelo anacrónico
Hace siete años decíamos: "El modelo económico, apelando a una propaganda sofocante, satura a la opinión pública con el sonsonete del salto a los tiempos nuevos y al primer mundo. Todo crítico cae bajo el anatema de antiguo, retrógrado, nostálgico. Una verdadera aplicación práctica del viejo precepto de repetir tanto una mentira hasta que adopte apariencias de verdad. El modelo es anacrónico en su adscripción teórica, contrario al progreso en su aplicación práctica y reaccionario en su concepción social. Su efecto, en consecuencia, no puede ser otro que el de conducir al país por el túnel del tiempo que nos llevará a épocas que creíamos definitivamente superadas".
Eran los momentos en que Menem y Cavallo, con la irresponsable complicidad de gran parte de la dirigencia política y empresaria, más el explícito apoyo de los economistas del sistema rentístico financiero (López Murphy, Alemann, Broda, Stuzzenegger, Alsogaray, etc.) enajenaban nuestro patrimonio, contraían deudas, convertían en "colador" nuestra aduana y apañaban el más descomunal ejercicio de la corrupción conocido en nuestra historia.
La comparsa era total. Desfilaban por nuestro país los representantes del Fondo Monetario, del Banco Mundial y de los "inversores", para alabar al dúo que les entregaba alegremente todo lo que querían. Hasta lo llevaron a Menem a hablar como invitado especial y ejemplo a tomar, a la celebración de los 50 años del Banco Mundial. Había sórdidas peleas entre lo más granado de nuestros industriales, dirigentes agropecuarios, gremialistas, banqueros y economistas, para ser parte de la delegación que subía al Tango 01.
Lo que pasó está a la vista. Y en este "Cambalache" resulta que algunos de los responsables están (¿por cuánto tiempo más?) a la "sombra", otros en el ostracismo, muchos pugnando por volver y, trágicamente para la patria, muchos otros siguen conduciendo los destinos de los argentinos.
No hay nada para anotar en el haber. Pero en el debe tenemos que computar que ya nada será como fue. Por muchas generaciones pagaremos los desaguisados de una caterva de ladrones y traidores a la patria que nos llevaron al abismo. La inseguridad, la marginalidad, la pobreza, la deuda externa y la interna, la salud, la educación, la desocupación, el salario como variable de ajuste, las producciones regionales quebradas, son "herencias" que recibimos y de las que tenemos que hacernos cargo. Cuanto antes comencemos, mejor. Cuando más tiempo tardemos en erradicar a los personeros del fracaso y la desintegración nacional, más largo y penoso será el camino de la reconstrucción.
Siguen diciendo que éste es "el único camino". ¿Cómo pueden ser tan canallas, diciendo que el único destino que nos queda a los argentinos es la miseria? Los que no tienen proyecto de Nación son ellos. Han practicado desde 1976 toda clase de ajustes y siempre terminamos peor. Y en los últimos tiempos, de la mano del presidente De la Rúa, asume características grotescas. Blindaje, canje, megacange, superpoderes, impuestazos, festival de bonos, etc. Pagamos millonarias comisiones y como resultado debemos miles de millones más, perdimos el crédito, estamos en quiebra. Y por supuesto, comandado por el experto síndico liquidador: Cavallo.
La quiebra del modelo ya no es "una agorería" de los desarrollistas. Es una realidad. Estamos frente a una crisis de gravedad inédita. Hoy podemos decir: "Lamentablemente tuvimos razón".
Hay que pararlos antes que destruyan todo. Ahora pretenden "borrar" a las provincias. No solamente han incumplido leyes y compromisos firmados, sino que los impuestos que recaudan en pesos los quieren coparticipar en bonos. Como en el dicho popular, "las vaquitas (los pesos y los dólares) son ajenas y las penas (bonos y letras) son nuestras".
El federalismo, nunca plenamente vigente en la realidad argentina, a pesar de la inteligente síntesis lograda en el texto constitucional, se convierte así en mera letra muerta. La lucha por el federalismo, inseparable del reclamo de un vigoroso desarrollo nacional que aproveche a pleno todas las riquezas de nuestra geografía, no puede sino plantearse en el contexto del cambio del modelo neoliberal. Lo contrario sería caer en rebeldías estériles y hasta contraproducentes.
Debemos abandonar el camino equivocado. Seguir haciendo lo mismo sería demencial.
De lo que se trata ahora es de crear conciencia acerca de la hondura de los problemas que debemos afrontar. Si ello se logra, Argentina tiene salida.
Miguel KilibardaPte. del Movimiento de Integración y Desarrollo-Santa Fe.