Momentos edificantes
A primera hora de la tarde, Jorge Rial y sus secuaces disfrutaban anunciando que en la próxima temporada Lía Salgado sería despojada del horario de las 18 en Azul, y reemplazada por los juegos proto adolescentes de Cris Morena. Se olía odio.
Un rato después, Lía Salgado demostraba que seguía viva, y que el yacimiento de las penurias familiares y vecinales no está agotado, ya que sacó de la galera el tema inimaginable de "las abuelas golpeadoras". Muchos años después, los nietos de Rosario, con sus padres, desenterraron los horripilantes recuerdos de la abuela, que los sometía a tormentos cuando eran chicos. Los hacía arrodillarse sobre maíces, les pegaba con un cable de antena, y hasta pudo haberlos obligado a mirar el programa de Lía Salgado. Cuando llegaba un amante a visitarla, encerraba los nietos, que hoy la detestan de corazón. La abuelita estaba presente, y era una hiena que al final fue sorprendida por el ingreso al estudio de Rubén, un ex amante, que también venía a acusarla.
-�Qué hacés acá?-, saltó Rosario, tapándose la cara.
La familia siempre había callado y, según declararon, confiaban en que Dios se iba a ocupar del asunto, aunque Lía Salgado llegó primero.
Al final, no hubo clemencia. Un abogado afirmó que la ley les permitía echar a la abuela de la casa, una psiquiatra aconsejó que la encerraran en un manicomio y la familia votó: "Se tiene que ir". La vieja mala escuchaba, llorando, pero al menos fue reconfortante desde un punto de vista humano que en el tribunal televisivo ningún profesional recomendara matarla en la silla eléctrica.
Antes, en estos horarios vespertinos, los chicos tomaban la leche mirando dibujitos en la tele. Hoy tienen cosas mucho más entretenidas en los canales de aire, y Lía Salgado no es la única opción, ni la más edificante.
Por ejemplo, en "Siempre listos", los degradados Guillermo Andino y Federica Pais planteaban la cuestión del día, �adónde se escondió Silvio Soldán?, mientras anunciaban el caso del taxista secuestrado para robar, y recibían a los pacientes damnificados por Giselle Rímolo, que desfilaban por todos los canales, entre ellos un obeso que dio lugar a esta interesante observación de Cormillot: "El gordo nunca denuncia porque carga con la culpa".
A "Movete", en tanto, iban llegando antiguos miembros de la familia Veira, mientras pasaban imágenes de la última orgía de "El Bar II", en la cual las chicas estrenaban nueva ropa interior.
Al parecer, el Bambino ahora se separó de Sonia Pepe y sus dos hijas, que crecieron y no soportan la irrupción del cambiado Sebastián Candelmo, al que su padre había violado de niño. Carmen Barbieri y su lugarteniente Polino recibieron a la otra Pepe, Lidia, o Pepe I, la esposa anterior del Bambino, y Yanina, la hija mayor, quien fue a revelar que su padre la había denunciado a la policía porque insistía en ver a quien la trajo a la vida.
Al parecer, Sonia, la otra Pepe, o Pepe II, nunca quiso a la hija de su esposo. "Ella te mira por encima, se cree quién sabe qué", decían describiendo la arrogancia de esta mujer. Como para terminar bien la tarde, apareció Sebastián Candelmo con su nueva personalidad de Malenna Candelmo, y las dos mujeres se fueron del estudio porque prefieren no encontrarse con las víctimas de los estupros de Bambino, que vuelven una y otra vez como fantasmas del pasado, convertidos en travestis adultos.
A la noche, cuando seguramente la abuela golpeadora ya estaba en la calle sin saber a dónde ir, Chiche Gelblung se había abalanzado sobre las nuevas noticias del Bambino con el escalofriante título de "El infierno de la calle Olleros".
Roberto Maurer