Nosotros: NOS-02
Nosotros

Con los guantes del ascenso


Maciel con la uno rojiblanca, con la cual logró el escenso más preciado; a primera división.. 

Aunque ascendió en todas las divisiones del fútbol local, a Juan Carlos Maciel uno de ellos le quedará por siempre marcado: el de 1996 con Unión a primera. Es que la mitad de Santa Fe así se lo recuerda a diario.


Vino un día desde el fútbol colombiano a la distante Santa Fe y, luego de hacer historia, nunca más se pudo separar de La Cordial. Ese 1996 el destino le tenía guardado un traje de héroe en la final del ascenso a primera división con un plantel plagado de juveniles, y la hinchada rojiblanca lo adoptó desde ese momento, y definitivamente, como un hijo más. A partir de allí, a la "Araña" Maciel la humedad y los mosquitos ya le importaron mucho menos que el calor que constantemente le brinda la gente.

-¿Cómo es la vida luego de abandonar el fútbol, Juan Carlos?

-Por ahora se limita a dar vueltas por Santa Fe buscando algún lugar donde enseñar lo que practiqué durante 22 años, que es el puesto de arquero, una posición en la que se nota en el fútbol argentino de hay algunas falencias. Todavía no encuentro eco para eso, aunque estoy trabajando en Nacional, un club de la B de la Liga Santafesina, y jugando en el Argentino B para Mitre de Esperanza, lo que me dio nuevamente un poco de alegría, porque volví al arco después de casi un año, y eso me hizo muy feliz. Pero mi meta es encontrar un club para enseñar todo lo que aprendí durante tantos años en el fútbol.

-¿Estás buscando un club de Santa Fe?

-Ésa es la idea. Siempre dije que quería trabajar en Unión, pero hasta ahora las puertas están cerradas. Hablé con varios dirigentes pero no se dio hasta el momento la oportunidad. Sin embargo voy a seguir insistiendo, porque creo que puedo brindarle muchas cosas a quienes gustan de jugar en este puesto tan especial que es el de arquero.

-¿Se hace muy difícil desvincularse?

-Lo que pasa es que son muchos años. Es más de la mitad de mi vida, ya que tengo 40 años y desde los 17 que juego al fútbol. Por eso no es fácil despegarse de esas cosas, de entrar a la cancha para disputar un partido, compartir la intimidad de un grupo, los entrenamientos, los viajes, las concentraciones, el diálogo con la gente. Es difícil.

-La idea es entonces hacer el curso de técnico para seguir relacionado de alguna forma.

-Seguro. Siempre existe la posibilidad de continuar vinculado con el fútbol, volcando todo lo que uno aprendió durante tantos años y de tantos técnicos distintos. Se trata de aprender, pero después todo depende de la capacidad de cada uno para encarar el trabajo ante un grupo de 30 jugadores. El cómo transmitir no se aprende, eso lo tenés que tener ya adentro, porque no es fácil llegarle a tanta gente y que todos te entiendan.

-¿Hiciste plata como jugador, Juan Carlos?

-Fueron otros tiempos. Hoy un contrato de un joven puede igualar o superar lo que yo gané en los 20 años juntos. En verdad no hice mucho dinero, aunque recorrí varios lugares. Pero fue por los precios que se manejaban en ese tiempo. Lo que pasa es que cuando uno está en lo alto tiene muchos amigos, pero cuando empieza la decadencia van desapareciendo, hasta quedar muy pocos. Siempre es así, y no sólo en el ambiente del fútbol.

Aquel histórico 1996


-¿Qué te quedó grabado después de tantos ascensos?

-Tuve la gran suerte de ascender en todas las divisiones del fútbol argentino. Y en los clubes donde viví esos momentos cada vez que voy la gente me recuerda cosas de aquella época y me trata con mucho cariño. Ésas son cosas que para el jugador no tienen precio, que lo hacen sentir vivo, con muchas ganas de seguir. Pero Unión fue una cosa especial, porque me dio la posibilidad de jugar en primera división de Argentina, mi país, y ésa fue una de las cosas más lindas que me dio el fútbol.

-Justamente, ¿qué recuerdos tenés de aquella campaña con Unión?

-Muchas cosas, pero me acuerdo por ejemplo de la noche anterior a la final en Córdoba, cuando nos juntamos para hablar como lo hacíamos siempre antes de un partido, y le dijimos a los más chicos que hay jugadores de gran categoría y trayectoria que sin embargo nunca han ganado nada, y que ellos con apenas 18 ó 19 años tenían la posibilidad de ascender y vivir un momento inolvidable. Creo que de a poquito se fueron mentalizando, y eso fue fundamental. Inclusive luego me enteré de cosas que pasaron, como por ejemplo que tres o cuatro compañeros de los más jóvenes no pudieron dormir esa noche. Pero a mí también, con todos los años de experiencia que tenía, me pasaron cosas, porque soñaba con poder ascender a primera.

-Y una vez finalizado el partido, ¿de qué te acordás?

-La bienvenida que nos dieron en Santa Fe fue algo que no viví nunca en mi vida. Salimos de Córdoba a las ocho de la mañana y llegamos al club a las cuatro de la tarde, porque en cualquier lugar adonde había alguien con algo de Unión tuvimos que parar. Y cuando llegamos a la ciudad fue algo impresionante. La verdad es que no sabía que Santa Fe tuviese tantos habitantes, porque aparecieron hinchas por todos lados. Esas cosas te quedan grabadas para siempre.

-Encima fuiste la figura del partido.

-Bueno, la crítica dice que me tocó a mí la suerte de estar bien esa noche, y eso sirvió para que la gente me tenga hoy en lo alto, pero era un grupo muy unido, muy fuerte, y ése fue el secreto. Lamentablemente ese grupo duró apenas seis meses y se disolvió, pero eso es cuestión de los dirigentes, nosotros cumplimos la misión.

El hombre récord


Junto con otro Maciel, Silvano, son los únicos jugadores de nuestro fútbol que festejaron un ascenso en cada división de AFA. Ésta es la trayectoria y éstos los clubes en los que dio la vuelta olímpica Juan Carlos.

Trayectoria: Acassuso, Quilmes, Acassuso nuevamente, Liniers, Argentino de Merlo, Laferrere, Deportes Quindío e Independiente Medellín (ambos de Colombia), Unión, Patronato de Paraná, Atlético Rafaela, Sportivo Urquiza en el Argentino B, Central Norte de Salta, y ahora Mitre de Esperanza.

Ascensos: con Argentino de Merlo a la C, con Laferrere a Primera B y luego al Nacional B, y con Unión a Primera División.

El apoyo familiar


-¿Cómo vive la familia de un jugador?

-Yo tuve la suerte de tener una familia muy futbolera, porque los hermanos de mi esposa jugaban a la pelota también. Después conmigo ya se volvió una rutina, porque en los distintos lugares siempre fue lo mismo. Además, tanto mi señora como mis hijas pasaron a ser públicas, porque a cualquier lugar adonde iban las relacionaban conmigo, y por lo tanto son partícipes de todo ese movimiento, del ambiente y de la gente.

-¿Y la de un ex jugador?

-Ahí ya es otra cosa, porque rompe con la costumbre que se había formado, y parece que ya molestás en tu casa, puesto que antes no estabas nunca y ahora estás todos los días. Ellas también extrañan lo que vivían cuando yo era jugador, aunque no tanto como me pasa a mí, porque a uno le perfora el cerebro saber que no está más adentro de una cancha. Lo que pasa es que para eso uno no se prepara, porque cree que nunca va a llegar la hora del retiro. Pero un día tenés un montón de cosas, y de golpe te las sacan todas juntas. Es muy difícil.

Los vaivenes del fútbol


-¿Cuál fue el momento más duro que te tocó pasar?

-Uno de los más duros fue cuando me fui de Unión, porque pasé de jugar en primera división en la cancha de San Lorenzo a hacerlo en Patronato de Paraná en el Argentino A, y eso con tan sólo quince días de diferencia. Fue durísimo. Hay que ser muy fuerte mentalmente para soportar ese cambio. Pero seguí trabajando.

-¿Te arrepentís de algo de lo que hiciste durante tu carrera?

-No, pero sí me quedó la espina de no poder jugar más tiempo en primera, ya que lo hice en sólo quince o dieciséis partidos, y me quedé con el sabor amargo de saber que podría haber dado más pero no tuve o no me dieron la oportunidad de hacerlo. Después no me quejo de nada. Al contrario, este deporte te da muchas cosas lindas, y lo único que te pide a cambio es que tengas disciplina, tanto dentro como fuera de la cancha, ya que necesita que tanto tu cuerpo como tu mente estén en perfecto estado durante 90 minutos. Luego el fútbol te lo retribuye con creces: te pagan para hacer lo que te gusta, viajás, conocés lugares hermosos, estás en los mejores hoteles, la gente por la calle te reconoce y te saluda, en la cancha te ovacionan, son todas cosas impagables. Hoy sé que si me pongo a entrenar un poco más fuerte quizás pueda jugar en un club de Nacional B, pero eso porque tuve disciplina durante mis 22 años de carrera.

¿Por qué te retiraste antes entonces?

Porque fui pasando cada vez a categorías menores, y para mí la cosa iba al revés, ya que en vez de sentirme cada vez más chico, me sentía más grande a medida que pasaban los años, con más capacidad, y por eso un día dije basta. Sin embargo el adiós definitivo se me hace difícil, ya que el otro día cuando entré a la cancha en el partido entre Mitre de Esperanza y San Cristóbal por el Argentino B me sentí muy bien, con la misma sensación que en mi debut en primera división. Fue muy lindo.

Marcelo RomanoJuan Carlos Haberkon