Pantallas y Escenarios: PAN-01

Cumbia villera y un debate en Chancleta

Luis Dlugoszewsky. 

Un género en que se dirimen conflictos de la sociedad. En un sitio web, denominado La Chancleta, hay un foro de discusión sobre cumbia villera. Atacantes y defensores expresan su relación oblicua con el fenómeno musical convertido en campo de batalla.


En un programa de televisión por cable, un miembro de "Santa Revuelta" atacaba a la cumbia villera, desde la perspectiva crítica de un grupo musical socialmente comprometido, que suele tocar en movilizaciones populares. No solamente denunció que el negocio de la cumbia villera era controlado por dos grabadoras, sino que ni siquiera era un negocio; sería más bien una estrategia para desacreditar a los sectores excluidos mediante una imagen distorsionada y negativa.

Tal vez la hipótesis es demasiado conspirativa, aunque en la práctica el efecto resulte ser ése. A la vez, la reivindicación populista de una cultura villera que invita a "salir de caño" contribuye al mismo resultado, echando nafta al fuego de una sociedad que se incendia, y no por culpa de géneros bailables.

Basta con visitar algunos sitios en la web para descubrir polémicas que se sitúan mucho más allá de cualquier debate sobre música o política: se trata, simplemente, de confrontaciones del más bajo nivel entre sectores sociales, donde no se intercambian ideas sino insultos.

"¿Rebuznar de un grupo de negros?"


"La Chancleta" es un magazine digital "para la mujer de hoy y el hombre de ayer a la noche", donde se encuentran foros de debate, y uno de ellos plantea: "¿Hay que prohibir la cumbia villera? ¿Es una apología del delito o el simple rebuznar de un puñado de negros? ¿Si se los prohíbe se los convierte en mártires?". La presentación misma es tendenciosa.

Chula dice, literalmente, que "la cumbia villera e un sentimiento loco, ustede son ortiva buchones son y sino voy allá y le doy un puntaso loco", despertando la duda acerca de si se trata de un mensaje auténtico o el fingimiento caricaturesco de un habla.

"Vivir en la villa e lo mejor. Nada de ascenso social, de mejores condiciones de vida, ni acceso a la cultura. ¿Para qué? Si así estamo bárbaro, estamo". Es la apreciación de El Hijo de Cuca, irónica, que merece la respuesta de Mauro, que no comprendió la sutileza de la agresión. "Qué te las das de villero, ni bos ni jo vivimos en una villa sino no estarías en internet. Yo viví en una villa i si algien como bos se biene a ser el guacho lo rebiento. El que escribió lo anterior es un flor de SOCHO no sabe lo que es vivir en la villa. Aguante el fasito".

El Hijo de Cuca reacciona. "Vos tené razón, Maurito. Vivir en la villa e lo mejor. Evidentemente a vos te sedujeron el ascenso social, las mejores condiciones de vida y el acceso a la cultura. Si no seguirías viviendo como antes. Veo que vas entendiendo de qué se trata. Aguante lo pibe chorro. Si así estamo bárbaro, estamo".

Alguien que firma Mundo Villero interviene. "Yo pasé toda mi infancia en la villa y fui muy feliz, y muchas veces esa gente que sólo tenía un pedazo de pan para comer me dio la mitad para que no me cagara de hambre. Eso es vivir en la villa. Esto para que aprenda a ser gente los Cheto Repartidor".

La música nacional


Al fin, un tal Pedro Bello introduce una opinión musical. "Antes, la música nacional eran el tango, el folklore y el rock nacional, tres géneros por demás respetables. Ahora surge esta mierda que es lo que nos representa, porque es lo que más discos vende". Pero Ariel considera que "cuando surgieron el tango y el rock eran música de mierda, y algunos que se creían progre renegaban de esa expresión popular".

Atravesando la cordillera llega el aporte de Angelo. "Sapote, yo soy de Chile y por lo que sé ni el tango ni el rock son originarios de Argentina, así que no la vendai, tay dando puro jugo y dejá a los pobres chorros tranquilos".

Al racismo se unió el grito de guerra chauvinista, mientras uno autodenominado "El defensor del pueblo argentino" ofrece soluciones expeditivas. "Hay que mandar un `mionca' hasta las bolas de damajuanas de vino con cianuro a las villas, para que se mueran todos los negros candomberos".

Semejante idea habría despertado fascinación en el Tercer Reich. La cumbia villera, como puro valor de cambio, es un vagón vacío que se puede cargar con discriminación, odio y frustración social sin contenido político.

Damas Gratis en el Luna


Con Damas Gratis, la cumbia villera llegó al Luna Park -donde convocó a más de 5.000 personas- "sin incidentes", se destacó. El género nació en la villa La Esperanza, Carupá, y su artífice fue Pablo Lescano, creador de Flor de Piedra y luego Damas Gratis.

Admite haber ganado buen dinero, pero "no una fortuna", quien sin irse del barrio, el otro día festejó su cumpleaños con un recital al aire libre para sus vecinos. Con la plata instaló agua caliente, y "ahora cuando voy al baño no tengo un balde, sino una mochila arriba del inodoro". Es el autor de "Sos un botón" y "Laura, se te ve la tanguita".

"Lo único que trato de hacer es música para divertir a la juventud poniendo cosas cotidianas en las letras. Muchos quisieron mostrar con nosotros cosas que no son. Yo no entiendo nada de política, y tampoco me interesa, pero el país está muy mal: pasan cosas dolorosas, la gente sufre, en los barrios hay bronca y preocupación", expresa.

Los Pibes Chorros


El grupo más cuestionado por el Comfer es Los Pibes Chorros, que admiten que "todos tuvimos algún problema con la policía, y ahora no, porque andamos laburando bien, pero el pasado nos condena", dicen. Vienen de barrios de Berazategui, aunque uno es de Florencio Varela. "¿De qué se sorprenden? ¿Acaso no hay chorros peores en el país? ¿Por qué se asustan por las letras?". En los bailes coparon con "Andrea", un tema prohibido en la televisión, que en las radios se pasa con el pitido que cubre las malas palabras.

Meta Guacha


En Florencia Varela surgió "Meta Guacha", que cuenta "las cosas que le pasan a la gente humilde" que sale a pelear la vida todos los días y encuentra en nuestras letras un poco de reivindicación.

Por su parte, el grupo de El Indio trascendió por sus problemas con la policía a raíz de "Guacho cantina", pero insistieron con el ataque a través de "El hijo de yuta", un juego verbal con el apelativo popular que identifica a los agentes del orden.

El Indio se llama Ezequiel Alzogaray. "Fijate, tengo el mismo apellido que esos caretones, sólo que con zeta", comenta. Pero nada que ver, averigüé la historia y mis abuelos eran de Santiago del Estero y no tiene nada que ver con esos garcas".

Las letras, una vez más, se inspiran "en lo que pasa en el país, con pibes que salen de caño porque no tienen para morfar". Y "la culpa no la tienen los guachos sino los de arriba que se afanan todo. Cuando vamos a los boliches o en la calle, los vagos nos dicen que lo nuestro está una masa, porque se sienten reflejados". "Nancy" es un tema "que habla de una mina que se abre de piernas y se ve que no tiene ni tanga, muestra todo, onda Graciela Alfano en la tele. Y nos critican las letras, a pesar de que en la tele se ven cosas peores".