El señor atrapa picaflores
"Esplendente lirio de hermosura sosegada primavera. Guardo con amor tu nombre: venid a mí con los picaflores". Gastón Gori.
"Cuando perfila el mediodía, sentado en el banco bajo el naranjo, posa sus ojos en el aire cálido y luminoso, agazapa su corazón y espera.
Todos los días se repite el ritual en el patio. Después, despliegan sus ojos azules sobre el limonero seco y las campanillas y que ocupan el espacio las fragancias atrevidas de los jazmines, los estridentes fucsias de las santarritas, los templados naranjas de la bignonia.
"El señor atrapa picaflores. Con una técnica sencilla, fresca, transparente. Toma la manguera, elige el chorro por el cual el agua sale en fina lluvia, arma una red de gotas y espera...
"Siempre llegan los pájaros, con sus zumbidos, girando el tropo iridiscente de sus cuerpos, aleteando para caer en la trampa.
"Cruzan la fina red de agua. Vuelven, se detienen en ella, aprisionados por la frescura. Se sumergen en ese cuenco de gotas libres, se posan sobre alguna hoja mojada. Se aquietan. Liban el agua y las imágenes reflejadas. Después, delicadamente, emprenden vuelo hacia el aire, hacia el cielo.
"Y así, el señor, sentado en el banco bajo el naranjo, se adueña todos los días de la gracia de los picaflores".
Así como Teresita Guzzonato cuenta en estas líneas que nos internan en sus páginas, así nació el nuevo libro de Gastón Gori, nuestro poeta, nuestro escritor. "El señor de los picaflores" se llama la última valiosa obra del creador esperancino que editó a fines del 2001 el Centro de Publicaciones de la Universidad Nacional del Litoral. Salida de la pura observación, ésa que sólo es posible cuando se ama la vida.
"Ya se pueden ver desde los cristales de la puerta corrediza que asoman los picos de las dos crías de picaflores; éstos no vienen al nido con frecuencia a traerles alimento, y cuando lo hacen es notorio que tanto a una como a la otra cría las alimentan con dos vuelos estáticos sobre el nido; el o la picaflor reproducen luego exactamente el vuelo de entrada y de salida debajo de la bignonia hacia sitios que no puedo localizar, pues se alejan del patio sin que pueda precisar su rumbo, mientras tanto quedan las dos crías de pico hacia arriba, quietas.
"Transcurridos más de siete días, se notan movimientos, como si se acomodaran, en el nido haciéndose más visibles los pichones. Esto se reprodujo durante cuatro semanas, con la diferencia que ahora los picaflores que atienden sus crías demoran un poco más su vuelo estático sobre el nido, aunque sin variar su vuelo de entrada y salida desde el nido hacia afuera del emparrado profusamente entretejido con gajos delgados de bignonia, hasta el borde norte tuzado de 60 a 70 centímetros de ancho, a todo lo largo del hierro donde termina el enrejado de la enredadera. Insisto en este detalle y en el trayecto del vuelo del picaflor, por lo que hace variar después de manera muy curiosa, y lo que eso significa para los dos nuevos picaflores cuando estos vuelven a su vez.
"Observo que han crecido en el nido los dos nuevos picaflores; cuando se aproxima el que les da en el pico su alimento, se levantan hasta vérseles claramente la cabeza; conservan la misma posición con el pico vertical porque están acostados de panza arriba, uno a la derecha, vistos donde estoy yo, y el otro a la izquierda.
"Uno de los picaflores (no se distingue, por sus plumas, el macho de la hembra) vuela estático sin darles de comer a las crías que alzan sus cabecitas por sobre el borde de ese casi capullo donde se encuentran; luego vuela hacia una rama cercana, igual como lo hizo otra vez antes de salir en vuelo al exterior del emparrado. Han pasado varios días y se vuelve muy atrayente lo que está sucediendo".