Nosotros: NOS-06
Nosotros

Inmigrantes que forjaron caminos de hierro

Carlos Cordiviola relató para De Raíces y Abuelos la historia de sus suegros, Miguel Jedrzejewski y Wladyslawa Maczynska, inmigrantes polacos que forjaron la vida familiar en este país lejano.


No vinieron juntos. Cuando Don Miguel decidió lanzarse a la aventura de cruzar el océano ni siquiera conocía a quien luego, varios años más tarde, se convertiría en su compañera de vida.

Miguel nació el 26 de septiembre de 1895 en Samice, distrito de Skiernewice de la ciudad de Lodz, una pequeña aldea en donde sus padres eran agricultores. Realizó la escuela primaria y desde muy temprana edad se enamoró de la lectura. Nunca fue de su agrado llevar las vacas a pastorear y a abrevar en el río Rafka. Su sueño era buscar caminos en otros mundos...

Así, cuando apenas tenía 17 años, se acopló a su tío que emprendía la marcha hacia América. El joven aventurero llegó primero a Uruguay, país que lo marcó a fuego porque mientras trabajaba en una mina de piedras sufrió un accidente y perdió la primera falange del pulgar izquierdo.

Luego se trasladó a Argentina, realizó tareas agrícolas en la provincia de Buenos Aires y se incorporó a la empresa francesa de ferrocarril para trabajar en la construcción de sus ramales.

Gracias a su tesón, voluntad y esfuerzo, Miguel logró progresar, fue nombrado capataz y reconocido por sus superiores.

Una vuelta al hogar


Aprovechando unas vacaciones y algún dinero que había logrado ahorrar, en 1921 decidió volver a Polonia, sin la certeza de si luego tendría el valor para retornar a la Argentina. El principal objetivo de su viaje era conseguir una polaquita que lo acompañara el resto de su vida, tal como le aconsejaba su madre.

En Polonia, luego de deambular en busca de su ideal, contrajo matrimonio el 22 de enero de 1922 con Wladyslawa Maczynska, hija de un ferroviario y miembro de una familia numerosa nacida en Kopytowek, distrito de Blonie, de la ciudad de Lodz.

Wladyslawa solía contar que como el día de la boda el paisaje era absolutamente nevado y el termómetro registró menos de 30° bajo cero, Don Miguel lució una hermosa capa que se conservó durante años. De esa tela, años después, Wladyslawa -que era una excelente modista y cosía para sus hijas- hizo un tapadito para Teresa, la menor de las tres bellezas rubias que Miguel cuidaba como princesitas. Las dos mayores se llamaban Wanda Ligia y Adelaida Enriqueta.

Después de los festejos de la boda, el matrimonio pasó una estadía en París antes de trasladarse hacia América.

Otra vez, las vías


Ya en Argentina, Miguel retomó su trabajo en el ferrocarril. Esta vez su destino fue la construcción del ramal que en la provincia de Córdoba uniría Villa María con San Francisco, sentando sus reales en Las Varas.

Allí vivieron un tiempo en una precaria vivienda, en donde Wladyslawa atraía la atención de todos los que pasaban cerca de su casa con sus habilidades artesanales.

En Córdoba nacieron las dos hijas mayores, y aproximadamente en 1927, la familia se trasladó a Resistencia. Luego fueron a Lanteri en donde Miguel se abocó a la construcción de un puente entre las poblaciones de Las Toscas y General Obligado.

En 1930, aprovechando una nueva licencia Don Miguel, Doña María -así le decían a su esposa para evitar la difícil pronunciación de su nombre- y sus dos hijas de 7 y 5 años se embarcaron a bordo del Krakus hacia Polonia para realizar una visita a los familiares. Mientras estaban allá, María perdió a su mamá.

La llegada de Sofía


De regreso se establecieron en la localidad de Vera, al norte de la provincia de Santa Fe, en donde Miguel comenzó la construcción de los ramales del ferrocarril al Chaco.

Allí, el matrimonio se hizo de muchos amigos que conservaron por años, aún después de haberse alejado del pueblo. Al año siguiente, en 1931 nació Teresa, la hija menor.

En esa época aparece un personaje muy interesante. Se trata de la hermana menor de Doña María, Sofía Maczynska, quien contando con 18 años es enviada por sus hermanos a vivir con el matrimonio en Argentina.

Viaja sola desde Polonia y Miguel es quien la va a buscar a Buenos Aires junto con su hija mayor.

Wanda tocaba el piano, por lo que aprovecharon el viaje para comprar el instrumento con el que siguió estudiando hasta recibirse de concertista.

En 1933 y por motivos de trabajo, la familia completa se traslada a Santa Fe. Miguel es nombrado inspector de vías y obras del Ferrocarril Francés.

Al poco tiempo, construyen la casa familiar y viven tiempos de tranquilidad. Don Miguel aprovechó para dedicar sus horas libres a Dom Polsky, la casa polaca que había sido fundada unos años antes por otros compatriotas que vivían en esta ciudad.

Valiosas colecciones


Una característica de Don Miguel era su pasión por coleccionar distintos objetos. Llegó a tener una colección de estampillas importante, otra de monedas y otra de revistas, entre ellas Caras y Caretas.

Con el paso de los años sus pequeñas bellezas rubias fueron encontrando el amor: en 1948, Lala se casó con el Dr. Franklin Llobet, matrimonio del que nacen dos hijos, Miguel y Mercedes. En 1951, Wanda se casa con el Dr. Jorge Alberto Chichizola y tienen un solo hijo al que llaman Carlos Alberto. Teresita se casó con Carlos Cordiviola -relator de esta historia- y tuvieron dos hijos: María Teresita y Daniel Alejandro.

En 1962, Teresita y Carlos tuvieron la posibilidad de viajar a Europa y conocer la ciudad de Lodz, a los familiares de Wladyslawa que todavía vivían allí, el pueblo natal y la chacra de Don Miguel Skernevicze.

En 1958, Lala queda lamentablemente viuda y luego, en 1965 contrae matrimonio con Rodolfo Farnese, matrimonio del que nace el último nieto de Don Miguel: Pablo.

En 1967, gracias a la venta de una de sus colecciones, Miguel puede realizar un último viaje y visitar su terruño.

El 10 de mayo de 1978, Don Miguel dejó de existir. Wladyslawa falleció muchos años después, en 1992. Hoy descansan juntos en tierra Argentina, la misma que fue testigo de los caminos de hierro que Don Miguel construyó con esfuerzo en su paso por el ferrocarril.

Lía Masjoan