Nosotros: NOS-09
Nosotros

Toco y me voy: íHormigas!

Fui cambiando (menos mal: qué aburrido si no) mi opinión sobre las hormigas. Las señoritas tienen prensa favorable y la van de buenas. Desconfío de todo lo que se ha sacralizado. Así que las observé bien a esas taimadas. Mis chiquitas, a mí no me engañan.


Jodidas las hormigas. Bicho organizado. Aparentemente juicioso. Ordenado. Prolijo. Laburador. Pero ya les aclaro que muchos de los asesinos más crueles y sádicos, muchos de los ladrones más refinados y encarnizados, se esconden detrás de una imagen angelical. Así que este artículo contiene un servicio social que, seguro, no será reconocido en toda su magnitud: hay que desenmascarar a la hormiga.

En la escuela el bichito en cuestión tiene una prensa favorable -en detrimento de la cigarra- que reíte de las campañas de imágenes de los candidatos políticos. Las vagas son el prototipo del trabajo y la previsión y todo porque la maestra te recalca una y otra vez que mientras la inconsciente de la cigarra canta todo el verano sin hacer otra cosa, la hormiguita, así como la ven, vive trabajando incansablemente acumulando comida para enfrentar el duro invierno. La moraleja se completa con cierta crueldad nazifacista: la hormiguita vive y la débil y disoluta cigarra se muere. Y solidaridad, tu abuela.

Más allá de que cada vez querría elogiar y abrazar la causa de la cigarra, que para mí la tiene clarísima, eso de que la hormiga es perfecta debe ser denunciado y desenmascarado de una buena vez. Hay tanta hipocresía en esta sociedad que tengo derecho a desconfiar tanto de la simpática hormiguita viajera como de la utilización de la figura de la hormiga como paladín del esfuerzo, el ahorro y la previsión (de las hormigas japonesas o alemanas te lo acepto...pero en Argentina íja!), a sabiendas de que nada es blanco o negro (hay hormigas coloradas también, por ejemplo) de una vez y para siempre.

Pero, como las hormigas, vayamos al grano. No me gustan de las hormigas las siguientes actitudes:

  • Botonas. Con eso de que son las trabajadoras y las organizadas, nos dejan a todos los argentinos en off (o la marca de repelente que fuera) side. �Quién trabaja en equipo, realmente? �Quién trabaja todo el tiempo, a jornada completa sin parar ni a tomar mate ni a comerse unos bizcochitos o, ni digamos, tomarse un porrón subrepticio y frío (puede no ser subrepticio, pero tiene que ser frío)? �Quién trabaja? Como esos odiosos obreros preparados por determinados regímenes para constituirse en el ejemplo a imitar y seguir, las hormigas están ahí haciendo de mejores alumnas, alcahuetas, malas compañeras y antiargentinas.
  • Contradictorias. Si son tan buenas, por qué pican, a ver, por qué. Alguno me dirá porque se defienden, pues les hemos puesto el pie en su camino o, ni dios lo permita, en el hormiguero mismo. Pero a veces pican por deporte nomás, porque pensarán que somos una planta o porque sí. Pero en medio de una revisión autocrítica respecto de la vida y su valor, alguien puede explicarme por qué hasta un defensor de los animales debe enfrentarse a las hormigas y matarlas en algún momento. Difícil decirle a nuestra pacífica criatura (que maneja científicamente varias formas de hacer explosivos) que esos bichos que la picaron y la pican con firme convicción deben ser preservado y de ninguna manera zamparles el pisotón que en realidad se merecen. Y que, cuando el atacado es el papá que exclama hormigas hijas de remil, en realidad no hace más que admitir el carácter promiscuo del bichito.
  • Especuladoras. Y también capitalistas a ultranza: acopian stock y retienen la mercadería aun sabiendo que afuera la pobre cigarra se muere. Además, a despecho de cualquier forma de pesificación, se guardan los verdes y arregláte hermano.
  • Taimadas. Mucho andar en fila, mucho andar en fila, pero cuando vos estás admirado siguiendo su caminito, su trayecto, su trabajo y su perseverancia, siempre sale alguna que termina en tu trasero y no me vengan con que no había carteles indicadores o se confundió o era una hormiga solitaria, individualista o degenerada.
  • Ladronas. No hay un verano en que las trabajadoras y ahorrativas hormiguitas no encaren para tu alacena. Vos te descuidás un rato, o demorás en lavar la cuchara con la que comiste flan con dulce (y ahí demuestran una vez su carácter de alcahuetas), ya las tenés llevándote lo que tanto esfuerzo te costó comprar. No respetan corralito ni cajero automático ni nada: vienen y, a la primera de cambio, se llevan lo que encuentran, bichito más dedicado al abigeato que beato, mal bicho al fin y al cabo.Y ya está. Como se trata de no devolver violencia con violencia, me contento con denunciar el accionar deshonesto de la hormiga, que la va de oficialista, forma comisiones de trabajo, actúa para fuera con sentido de equipo y espíritu de cuerpo, hace que labura un rato y se la pasa el resto piola, guarda todo en su casa, un fastuoso palacio lleno de habitaciones que difícilmente pudo haber comprado como hormiga. Es evidente que las hormigas no pueden ser inmaculadas. Y a vos, �qué bicho te picó?
  • Néstor Fenoglio