Opinión: OPIN-02

Artes Visuales: Propuestas diversas


Desde días atrás Ana María Gubinelli, plástica santafesina de intermitente presencia en el medio, viene exponiendo pinturas en un local interno de la Galería Garay de Santa Fe; espacio central vidriado que admite ver las obras desde distintos ángulos. Con un inteligente montaje que da opacidad y textura a los límites internos de cristal, Gubinelli realza la calidad de lo expuesto. Pinturas todas éstas de tratamiento directo sobre la tela que se definen como visiones un tanto escenográficas de los asuntos elegidos para representar. Vincula indirectamente, y quizás sin proponérselo deliberadamente, el espacio de exposición con los asuntos pintados en los que sobrevuela una intencionalidad expresiva de marcada subjetividad, configurándolos como "paisajes", como "vistas" definidas desde la percepción anímica de un lugar inexistente.

Hablamos de "paisaje" en el sentido de construcción de un espacio distante sobre el cual la autora deposita, por la imbrincación de planos, tintes y luces, su voluntad de rememoración melancólica recurrente. En estos paisajes irreales elaborados como soportes físicos panorámicos y totalizadores, de entonación en paleta media-baja, el tema, entendido como tópico central del discurso de Gubinelli es la ausencia, la no presencia de signos que induzcan a sentir que en estos lugares la vida bulle, con todos sus ires y venires. El elíptico resplandor de la melancolía flota, sin que la asechanza de lo innombrado y lo fantasmal propio de cierta pintura metafísica se perciba. El emergente expresivo en estos trabajos es el desasimiento, el abandono. El ojo y la mano de la artista discurren por entre planos recortados por líneas-límites, en un tratamiento de superficies que no terminan por decidirse entre el plano y el volumen, entendidos éstos como resolución plástica efectiva. El color, asordinado ex profeso, la licuación de las tintas que van de la sombra a la luz sin ajustarse a accidentes propuestos, sino como deslizamientos morosos del pincel sobre el plano, aciertan en tramos y en otros trastabillan. La visión intencional de conjunto, el plan previo al trabajo no se vislumbra. Las pinturas van creciendo progresivamente por agregados expresivos y formales circunstanciales logrados en el momento que en el resultado final colisionan entre sí.

Oscilando entre la figuración abstractizada, y la abstracción atada a una figuración sugerida, la obra de Gubinelli pendula. La ambigüedad de propósitos tiene absoluta licitud, sólo que en tanto y en cuanto esa indefinición se proyecte a quien mira, resulta conflictivo comprender desde donde se miran estas propuestas plásticas hechas con buen oficio. La soledad, el vacío de la vida y la ausencia son constantes que aparecen recurrentemente en el horizonte social contemporáneo, tópicos que el arte hace suyos a través de realizaciones expuestas destinadas a ser tenidas en cuenta en los espacios de reflexión y acción social como avisos o constataciones. Ajustar su percepción a la intencionalidad expresiva y concretarla en obra es un desafío aún latente en Ana María Gubinelli.

Sánchez en la galería de Arte del Hotel Hernandarias


En distintos espacios internos del Hotel Hernandarias de nuestra ciudad, el plástico Carlos Andrés Sánchez ha montado una exposición de trabajos que él mismo titula Cuadros vitrales, Pinturas técnicas vitraux. Esta hipótesis de proposición alternativa induce a una interpretación confusa entre lo uno y lo otro. El vitral es una técnica de ejecución que centra su apoyatura en la luz neutra que al atravesar paneles cromatizados, se tiñe con sus reflejos de color del vidrio, materia prima básica y sustantiva que da el nombre al proceso y a sus resultados. La amalgama de óxidos diversos en su proceso de fundición con el vidrio crea la paleta para la elaboración del vitraux, siempre sujeto en su elaboración a un medido y controlado plan de trabajo en el que el plomo fundido es el otro material necesario y recurrente en su conformación de retícula de sostén del vidrio-color. Los magníficos vitrales de la Catedral de Chartres y los de Saint-Chapelle son muestra cimera de logros en este arte que cobró fuerza prodigiosa en el medioevo europeo en la construcción de templos. Como técnica expresiva propia del arte recobró un cierto ímpetu con el movimiento "Art and Crafts" de William Morris en la Inglaterra Victoriana. A nuestro país vino y se manifestó en la construcción de lucernarios, mansadas y mamparas en residencias oficiales y privadas, y también lo hizo en templos e iglesias, si bien en muchos de estos casos, por limitaciones técnicas y económicas, fue reemplazado en su efecto final por el llamado "falso vitraux", es decir vidrio pintado y no fundido, como lo indica el proceso original. En los vitrales, la organización planimétrica y la idea de distancia y profundidad se da por reducción de tamaño y entonación cromática de los vidrios. No hay volúmenes ni elaboración y pasajes de la sombra a la luz y viceversa por distintas gradaciones. La pintura es, en muchos aspectos, lo opuesto; al menos la pintura figurativa a la que Sánchez apela cuando intenta completar sus elaboraciones (Ej. "Naipes de Poker"). La pintura sobre vidrio remeda al vitraux; en todo caso puede ser tenida como una alternativa válida a explorar. Hablaremos entonces de vitraux, de pintura sobre vidrio, o de técnicas mixtas en cada caso, precisando todos los aspectos inherentes al trabajo.

Hay un interesante aspecto que Sánchez incorpora a algunos de estos trabajos, y es el del espejo, no como vidrio traslúcido sino como plano refractante que devuelve la imagen. No es filtro de luz ni se comporta como plano compositivo cromático. Este espacio de alternancia crea una dimensión expresiva diversa, donde el vitral comienza efectivamente a vivir como cuadro en tanto opera de otra manera. El enmarcado y las luces elegidas no son los apropiados, pues el marco invade con su propiedad matérica y su calidad de madera un espacio expresivo que le es ajeno, al que cercena. Las luces del lugar no acompañan para realzar las proposiciones de Sánchez. Este déficit en el montaje es una licencia del autor, que conspira contra la percepción de calidad de su trabajo y es de su responsabilidad. Existen soluciones alternativas que no son onerosas en modo alguno y que deberían tenerse en cuenta a la hora de exponer. Quien expone, se expone... y nada debe quedar librado a la buena voluntad o al azar. El compromiso profesional de un artista no es ni tiene que ser menos al de cualquier otro profesional; equivale al de cualquier otra persona que actúe en ámbitos públicos. El arte en cualquiera de sus manifestaciones es un real compromiso para consigo y para con la sociedad. Aquí no vale el dejar hacer, dejar pasar.

Por Domingo Sahda