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Uritorco, el misterio continúa


El cerro Uritorco, el más alto de las sierras chicas cordobesas, convoca a quienes buscan respuestas, a místicos, investigadores, aventureros y curiosos. Llegan buscando la energía que fluye de las entrañas de la tierra y a mirar las misteriosas luces que se mueven lentamente en el cielo nocturno de Capilla del Monte.

Llegan para recibir las vibraciones de la tierra, percibir el sonido de las piedras de la curación y alejarse, por un tiempo, de todo lo racional. Buscan los vértices energéticos y allí realizan trabajos de visualización y relajación, ceremonias en las que aparece mucho de la filosofía del shamanismo americano.

En esta ciudad se puede hablar de los ovnis sin prejuicios y escuchar a los lugareños relatando encuentros con estos fenómenos que se presentan como luces intensas, a veces en forma de lunas bamboleantes, que se mueven en forma de cruz y desaparecen súbitamente.

Es cierto que esos relatos parecen de ciencia ficción, pero también es cierto que el 9 de enero de 1986 un ovni dejó en la Sierra del Pajarillo una enorme franja de tierra quemada y algunos sauces amarillentos y deshojados.

Un niño y una mujer anciana vieron y contaron esta experiencia. Pero lo extraño fue que siete meses después un incendio en las sierras arrasó con todo menos con las matas de esa franja. Para muchos ya no hubo dudas de que allí se había posado una nave extraterrestre.

Una leyenda del siglo XII cuenta que el Caballero Parsifal llevó el Santo Grial y la Cruz de los Templarios hasta el lugar en el que se encontraba el Bastón de Mando, o Piedra de la Sabiduría, para que se realizara la trasmutación del hombre animal hacia el hombre de intelecto superior. Ese lugar era el cerro Uritorco.

Los aborígenes comechingones, dueños de estas tierras hasta la llegada de los conquistadores, ya lo consideraban un cerro sagrado. La tradición oral dice que esas tribus contemplaban extasiadas las luminosas entidades cósmicas que atravesaban el cielo. Pensaban que eran los espíritus de sus muertos. Aseguraban que había hombres que caminaban entre las piedras sin dejar rastros, y estaban convencidos de que emergían del fondo de la tierra. Tal vez éste sea el antecedente más antiguo de la ciudad intraterrena de Erks, palabra del idioma cósmico.

La metafísica habla de esta ciudad como del lugar donde se producirá la regeneración de la especie humana. Esto remite a la leyenda de Parsifal, pero también al viaje iniciático de Orfelio Ulises por el Tíbet, en 1934.

Desde sus monasterios milenarios los Lamas guiaron telepáticamente a Ulises hasta el lugar donde encontraría el Bastón de Mando, hecho hace 8.000 años en basalto negro. Ese lugar también era el cerro Uritorco.

En la ciudad profunda la ciencia hermética ubica el Templo de la Esfera, y también los tres espejos por los que se realiza el intercambio cósmico de datos con otras galaxias. Dicen que allí se conoce la vida de cada habitante de este planeta, en especial de los que pueden desarrollar un intelecto superior.

En este nuevo siglo a los hombres les resulta difícil resistir la tentación de abrir la puerta del Uritorco que conecta con el gran misterio. Otros hombres, muchos, llegan a Machu Pichu y al Tíbet, las otras dos grandes puertas hacia la dimensión desconocida.

Los lugareños dicen que muchos ruidos vienen desde las entrañas del cerro. Ruidos graves como los de una gran maquinaria cuyos engranajes abrieran y cerraran compuertas. Otros dicen que ése es un triángulo magnético que concentra gran cantidad de pirita, uranio y cuarzo en las profundidades.

A esa concentración de minerales se le atribuyen las alteraciones electromagnéticas en las brújulas y en los grabadores, y también las interferencias en el instrumental de los aviones. Y el hallazgo en estas serranías de un satélite de comunicaciones le otorgó al cerro categoría de gran imán.

El investigador español Ariel Pró Rigoni vivió doce días en el Uritorco. Vio luces movedizas en el cielo y resplandores que emanan desde el cerro hacia el cosmos. Piensa que esos resplandores quizá sean mensajes secretos.

En un año llegan al Uritorco entre 30.000 y 35.000 personas, y en Semana Santa y los fines de semana largos transitan sus laderas unas 4.500 personas. Muchos se emocionan hasta las lágrimas y dicen que allí los sentimientos son más hondos.

Tal vez el "cerro macho" sea una de las puertas que conectan con otros mundos y permiten pasar de la densa dimensión terrenal a otra dimensión tan sutil como cercana y diferente. Tal vez desde allí se llegue a la profunda ciudad de Erks, donde algún día despertará el hombre nuevo.

Corina Canale