Una historia milagrosa
de la guerra de Malvinas
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Escribió una carta cuando era chica; ahora, el papel volvió intacto a sus manos. Sandra Paciaroni escribió una carta a un soldado de Malvinas, cuando tenía 8 años. El papel sobrevivió 20 años entre unas rocas, metido en un bolso de cuero. La semana pasada, volvió a su dueña.
"Santa Fe, 30 de abril de 1982. Querido soldado: a pesar de que soy muy pequeña, me siento orgullosa de ustedes, de su valor, de su espíritu y su moral. Desde mi pequeño banco en el colegio, estudiamos la historia de nuestra patria, y pienso que algún día, cuando esto haya terminado, serán de ustedes los nombres que estén en las páginas de los libros. Yo tengo 8 años y me llamo Sandra María Paciaroni, y vos podés ser mi hermano. Gracias, querido hermano, por dar tu vida por esta patria que todos amamos. Ojalá me respondas a esta cartita, y espero que algún día, cuando vuelvas de las Malvinas, vengas a visitar a esta hermanita que está aquí, en Santa Fe. Chau, querido soldado. Que viva la patria por todos nosotros".
Hoy Sandra vive en una humilde casa de Colastiné. Es desocupada. La semana pasada, recibió un llamado telefónico que la hizo llorar: "Una chica que es de Misiones y hace cinco años que vive en el pueblo Comandante Luis Piedrabuena, de Santa Cruz, salió a caminar con el sobrino por una montaña, y se sentó a descansar. En un momento, vio un cuero que sobresalía de las piedras. Lo comenzó a tironear, y era una bolsa. La abrió y encontró mi carta", comenta la chica.
Iba a la escuela N° 941 de La Guardia cuando escribió, como era costumbre en 1982, su carta a un soldado de Malvinas. Nunca imaginó que la historia le depararía semejante sorpresa.
Elizabeth Chagas, la misionera que vive en el sur, se puso en contacto con ella. El apellido de la santafesina figuraba en la carta, así que no fue muy difícil encontrarla. "Primero la mujer me llamó, me preguntó la edad y me dijo que recibiría un regalo... y a los pocos días, el 19 de abril, llegó la carta. Fue una emoción terrible. El barrio entero está conmocionado; todos dicen que es un milagro de Dios", dice sonriente la chica.
Lo cierto es que el papel se conserva en perfecto estado. Sólo algunas rasgaduras en los bordes dan la dimensión del tiempo transcurrido. Por lo demás, parece que no hubiera pasado el tiempo: la tinta sin correrse, permite una legibilidad casi perfecta.
"Ahora me acuerdo que en esa época todos escribíamos, mandábamos chocolates y demás. Pero yo ni me acordaba de esa carta", confiesa.
El 10 de junio en medio del acto patrio por Malvinas, en la que fue la escuela de Sandra, van a vivir un momento muy especial. Allí estarán, como hace veinte años, la maestra y su antigua alumna, junto a los estudiantes actuales.
Leerán juntos la carta y, seguramente, imaginarán el rostro y el destino de aquel soldado que la tuvo entre sus manos.
Raúl Galizio es uno de los tantos jóvenes que hace veinte años marcharon a la guerra. Estuvo en Comodoro Rivadavia durante veinte días, hasta que cayó prisionero en Puerto Darwin.
Conmovido por la historia, recuerda ese mágico momento en que un papel con letra de niño llegaba a sus manos: "Recibí un par de cartas, no me acuerdo de qué lugares. Eran de chicos de escuelas que nos daban apoyo", dice el santafesino.
"Para nosotros era un aliento, algo que nos daba fuerzas. Estábamos en Comodoro sin saber adónde nos tocaría ir; se rumoreaba que iríamos a Malvinas, pero estábamos muy inseguros. En ese momento, recibir una carta era una emoción terrible. Nos daban una o dos por soldado; y las leíamos mil veces", comenta el ex combatiente.
Cuando cayó prisionero, le quitaron las cartas de las manos. Nunca supo qué fue de ellas, pero guardó con mucho afecto el recuerdo de esos niños que desde lejos le expresaban su solidaridad.
"Esa chica que hoy recibió su propia carta, debe sentir un orgullo muy grande", afirma.
Natalia Pandolfo.