Cuando mayo era una fiesta
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A 192 años de aquel histórico 25 de Mayo, en que las condiciones de vida y las aspiraciones de los distintos sectores sociales eran diferentes a las actuales, hay sin embargo aspectos que, según desde donde se analice, tienen puntos de coincidencia y permiten repensar tanto aquel pasado cuanto este presente.
El 25 de mayo de 1810 abre en el Río de la Plata un camino que, si bien es incierto y está lleno de obstáculos, produce un quiebre en la relación de coloniaje que imponían los españoles.
De este modo, la soberanía y la independencia respecto de España son los elementos centrales de la revolución frente a la debilidad de una autoridad imperial que se resquebrajaba pero que dejaría, no obstante, una fuerte herencia de su economía colonial.
Estos nuevos preceptos independentistas, que cambian las relaciones comerciales con el exterior y las relaciones de poder al interior del espacio rioplatense, les dio a los hombres de la élite criolla la fuerza para imprimir un nuevo rumbo a la situación del Río de la Plata.
Para indagar o buscar aspectos identificatorios entre aquellos acontecimientos y el presente, "hay que tener cuidado, se pueden cometer muchos errores", dicen los historiadores.
"Creo que hay que tratar de evitar los anacronismos; son dos momentos históricos diferentes, aunque ellos estaban en un proceso de cambios donde pensaban que era posible una nueva sociedad, con ideas de república y libertad; en ese sentido podemos establecer un paralelismo, porque ahora se ve la necesidad de un cambio, y un cambio que traiga igualdad y justicia para todos; en tal sentido se puede pensar, pero no reclamamos lo mismo".
Así se expresó la historiadora Noemí Goldman, docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, investigadora del Conicet en el Instituto de Historia Argentina y Americana Emilio Ravignani, experta en historia argentina del siglo XIX y autora de numerosos trabajos sobre la época.
-�Cómo relacionaría la cuestión de la identidad y los valores nacionales en aquel momento y ahora?
-El debate de entonces es diferente al de hoy, porque hoy partimos de una experiencia histórica de una Nación construida como tal, aunque ahora esté todo eso en crisis. Ellos no partieron de una experiencia nacional previa, sino de la pertenencia a un Imperio; ellos no eran una Nación ni eran la Argentina, ellos formaban parte de Europa, y a partir de eso tratan de formar algo propio. Hay que diferenciar con lo que está pasando ahora: en el contexto actual es necesario repensar este pasado, pero sin caer en una exacerbación del nacionalismo, sino repensar la Nación, porque también bajo la defensa de la identidad puede surgir un sentimiento de xenofobia contra los inmigrantes bolivianos y peruanos, o se hizo el golpe militar; el problema es la Nación, qué se esta haciendo con ella, y cuáles son los proyectos económico-políticos actuales para reconstruirla.
-�Qué pasa con la identidad en los revolucionarios de 1810?
-De hecho los hombres de Mayo no tenían identidad nacional constituida, previa; son americanos, el deseo de ellos de crear una Nación en este espacio es político, puramente político, no parte de la preexistencia de un sentimiento de identidad nacional, piensan en términos políticos basados en ideas republicanas y de igualdad; la identidad es una identidad americana, la primera diferenciación es español-americano frente al español.
-�Cómo se delimitarían los éxitos y fracasos?
-Ellos venían de una sociedad estamental y estaban tratando de establecer principios liberales, pero con más fracasos que éxitos, porque la primera mitad del siglo XIX es de fracasos, si hablamos de la organización nacional. El momento fundacional de la organización nacional hay que buscarlo a mediados del siglo XIX, desde Bartolomé Mitre en adelante: ahí hay proyectos que son inclusivos, como el proyecto educacional de Sarmiento; es el momento en que se empieza a lograr la unidad nacional y se crean las bases constitucionales del nuevo Estado.
-�Y en cuanto a los triunfos de la revolución?
-Ellos pelean por la independencia, y es cierto que hay una tendencia, de Moreno a San Martín, que tiene ese objetivo y triunfa. Luego hubo otra línea, la de Alvear, en 1815, y una parte de la élite que se siente tan insegura frente a la amenaza realista que está dispuesta a someterse a un protectorado inglés o a la obediencia de Fernando VII, y ahí es cuando San Martín se separa y se va a Cuyo, porque piensa que para garantizar la independencia hay que liberar Chile y luego Perú. Por otra parte, la independencia significaba la posibilidad de integrarse al comercio europeo, a poder definir con quién establecer vínculos comerciales; eso era símbolo de progreso en la época, no de sometimiento.
Durante un largo período, generación tras generación se formó en las escuelas primaria y secundaria bajo una única manera de ver la historia, aquella de los próceres, aquella en la que el 25 de Mayo es visto como el momento en que nace la Nación Argentina, una interpretación que luego experimentará un giro en el modo de analizar los hechos y en la metodología de enseñanza.
No obstante, los cambios que fueron modificando esta visión estática, de una historia sin conflictos, sin interrogantes, se introdujeron en algunos espacios de modo desparejo, más allá de las distintas ideologías que atraviesan el análisis de la historia.
"La enseñanza de Historia en la secundaria se puede dividir en dos momentos importantes: respecto de los manuales, uno que va de los años '50 hasta comienzos de los '80, en que los manuales son casi siempre los mismos: Ibáñez, Drago, Astolfi", destacó Luciano de Privitello, docente, investigador y autor de manuales de Historia.
"Es todo un extenso período en que fue siempre igual -acotó-; se reeditaban los manuales constantemente: el de Ibáñez tiene cerca de 40 ediciones, y fue el que desplazó a Astolfi".
El segundo período lo enmarcó en los '90, aunque señaló que en los '80 ya empiezan a producirse cambios: "El '80 sería una transición, porque comienzan a cambiar algunas editoriales, pero al mismo tiempo se sigue usando el viejo manual", dijo.
"En los '90 los manuales no duran más de tres años, porque las editoriales sacan nuevas series. Además los manuales son más de editorial que de autor, y la última palabra la tiene el editor, no el autor; antes era el autor quien controlaba el libro".
En cuanto a los contenidos y la enseñanza de la historia, hay diferencias de interpretación y de tratamiento de los diferentes momentos históricos, según cada período.
"En el primer período, los manuales tienen una estructura narrativa muy similar: una especie de epopeya de la Nación Argentina: la Nación funciona en una visión sustancial, y esa visión se lleva al pasado como si hubiese existido siempre, y es un disparate, porque la Nación Argentina existe desde la segunda mitad del siglo XIX", dijo Privitello.
"Con ese criterio -acotó-, el 25 de Mayo nace la Argentina como país independiente, pero en ese momento la palabra Argentina se utilizaba para definir a los porteños solamente, y se usaba ya desde la época de la colonia".
Privitello destacó que aquella visión "es muy propensa a un género en decadencia, que es el espejo del prócer, mostrar la figura del prócer, el prototipo de la nacionalidad; siempre hablan de la historia político-militar, una historia política sin política, sin conflicto, sin intereses".
Al referirse al momento en que cambian los manuales de historia, el investigador expresó que "junto con este cambio editorial, la editoriales toman autores nuevos y en general provienen del ámbito universitario, gente que empieza a escribir los libros a partir de los enfoques renovadores que surgen en la universidad".
"En los '90 -continuó- se piensa a la nacionalidad como un proceso; el Estado nacional se construye, no estuvo siempre; ahí el 25 de mayo pierde su carácter ritual y originario, aunque se lo entiende como parte de un proceso de constitución de la nación. Pero antes era, en los manuales, la fecha más fundacional".
En la actualidad los manuales no dan una versión tan detallada de los días de Mayo: se los estudia como parte del proceso de ruptura de la lucha independentista y se miran los aspectos sociales, culturales, económicos.
Al plantear los aspectos negativos y positivos de estos cambios, Privitello aseguró que "la versión del pasado que se daba hasta los '80 era muy homogénea, muy contundente: no había debates en esa versión, pero era muy operativa, todos salían convencidos, era indiscutible, funcionaba como parte de la identidad nacional, todos se reconocían en un mismo pasado".
En cambio, "los manuales que nosotros escribimos no tienen esa homogeneidad, pero por otro lado es difícil explicarles a los chicos que hay cosas que son de distintas maneras", dijo.
"No hemos logrado una eficacia -continuó-, en tanto otorgar una mirada o un conjunto de miradas o reflexiones, pareciera que una multiplicidad de miradas produce confusión; pero eso no se atribuye sólo a los manuales".
En este sentido, Privitello comentó que "algunas editoriales empiezan a advertir esto, y plantean: escriban un poco más de batalla, fechas, menos reflexión, menos procesos complejos", dijo, tras rescatar la necesidad de manejarse con convicciones firmes y con la posibilidad de confrontar, en todo caso un autor con otro, en lugar del `todo puede ser', "que no es una buena manera de entender el pluralismo".
"�Acaso se necesitó más fortaleza el 25 de mayo de 1810 para derribar los colosos de la tiranía y despotismo, que se necesita para erigir los cimientos de nuestro nuevo edificio? Desembarácese el suelo de los escombros, quiero decir, concluyamos con nuestros enemigos, reformemos los abusos corrompidos y póngase en circulación la sangre del cuerpo social extenuado por los antiguos déspotas, y de ese modo se establecerá la santa libertad de la Patria".
En este pasaje del Plan de Operaciones, atribuido a Mariano Moreno, se plasma el espíritu de la revolución, mientras las acciones que buscan arraigarla se delinean a lo largo de los distintos artículos de este plan, un plan secreto que fuera aprobado por la Junta apenas tres meses después del levantamiento contra el poder virreinal.
Moreno decía: "Si no se dirige bien una revolución, si el espíritu de intriga, ambición y egoísmo sofoca el de la defensa de la patria, en una palabra: si el interés privado se prefiere al bien general, el noble sacudimiento de una nación es la fuente más fecunda de todos los excesos y del trastorno del orden social".
"Lejos de conseguirse entonces -continúa- el nuevo establecimiento y la tranquilidad interior del Estado, que es en todos los tiempos el objeto de los buenos, se cae en la más horrenda anarquía de que se siguen los asesinatos, las venganzas personales y el predominio de los malvados sobre el virtuoso y pacífico ciudadano".
Este fue el sentimiento y la fortaleza de quienes dirigieron las armas contra los realistas, dispuestos a seguir hasta las últimas consecuencias.
Este fue el sentimiento y la fortaleza de quienes marcaron el camino de una lucha que pocos años después sólo encontraría al Río de la Plata libre del dominio español, mientras el resto de Hispanoamérica volvía a ser sometido por la ofensiva peninsular.
También se necesitaron años para legitimar las acciones y sellar el triunfo definitivo, mientras quedaban en el camino muchas de las ideas, de los proyectos y de los hombres que habían motorizado la revolución.
Marta Gordillo (Télam)