Vladimir Nabokov, el eterno inconformista
A pesar de que ya en vida era considerado uno de los grandes escritores del siglo XX, el escritor ruso Vladimir Nabokov -de cuya muerte se cumplieron ayer 25 años- nunca estuvo del todo satisfecho con el legado que dejó al mundo.
Nabokov tuvo dos grandes pasiones en su vida: la literatura y las mariposas, que cazaba y coleccionaba. Consecuente con estos hobbies, legó algunas de las novelas más fascinantes de este siglo y el descubrimiento de una rara especie de sus insectos favoritos.
El vínculo común entre ambas actividades radica en la obsesión y el inconformismo con que las desarrolló: se dice que cuando tomaba un libro en sus manos, propio o de un colega, corregía el estilo, reescribía escenas, actualizaba y evaluaba la obra con un sistema propio o incluso contaba sus palabras, tanto que hasta el New York Times bromeó alguna vez que si estuviera vivo seguiría reescribiendo sus libros.
A su vez, el científico Jay Gould, que conocía a Nabokov sobre todo como experto en mariposas, certificó una vez que el autor tenía "una atención casi obsesiva para los detalles mínimos".
El afán de perfección del escritor iba tan lejos que a la heroína de 12 años de su mundialmente famosa novela "Lolita" le confirió un nuevo cuerpo para la edición norteamericana, sobre la base de recomendaciones del Departamento de Salud "para niñas sanas en edad escolar".
Así, de la ninfa esbelta de la primera edición parisina creó una Lolita norteamericana más rellena, con 42 centímetros de muslo en vez de los 35 de la original.
Cosmopolita y políglota por vocación y necesidad, profundamente individualista y dotado de gran inteligencia y un endiablado dominio del lenguaje, Nabokov vivió y sufrió las convulsiones históricas de una época agitada, aunque siempre preservó su obras, que escribió con minuciosa dedicación.
Nacido en San Petersburgo en 1899, en el seno de una familia aristocrática, la infancia del escritor -recreada en sus deliciosas memorias- fue muy feliz, aunque las cosas cambiaron cuando su padre, un político liberal, fue encarcelado por oponerse al zar, teniendo que exiliarse junto a su familia.
Al joven Vladimir lo enviaron a estudiar a Cambridge, donde residió entre 1919 y 1922, para luego trasladarse a Berlín: allí publicó poemas, relatos y obras teatrales en diarios y revistas bajo el seudónimo de Vladimir Sirin, con el que firmaría toda su obra en ruso para evitar que se confundiera con los textos políticos de su progenitor.
En 1926 apareció su primera novela, "Mashenka", a la que siguieron "Rey, Dama, Valet" (1928), farsa en torno de un triángulo amoroso; "La defensa" (1930), centrada en el ajedrez, que lo apasionaba; "El ojo" (1930); "Gloria" (1932), escrita con técnicas cinematográficas; "Invitación a una decapitación" (1935), narración de corte kafkiano.
Sus obras siguientes fueron "Desesperación" (1936); "La dádiva" (1938), libro cumbre de este período, y "El hechicero" (1939), calificada por el propio Nabokov como primera palpitación de "Lolita", ya que en ella aborda por primera vez el tema de la fascinación de un hombre maduro por una niña.
El origen judío de su esposa Vera obligó al escritor a exiliarse en Francia y luego en Estados Unidos, donde se dedicó a dictar clases en varias universidades, al tiempo que empezó a escribir en inglés.
De este período datan "La verdadera vida de Sebastián Knight" (1941), biografía de un imaginario escritor, llena de guiños y juegos literarios; "Bend Sinister" (1947); "Lolita" (1955), la novela que le cambió la vida y lo hizo famoso, y "Pnin" (1957), sátira de la vida moderna.
"Lolita" se abre, en un claro guiño a las novelas libertinas, con un prólogo moralizante, un truco que siempre utilizaba el Marqués de Sade, aunque en este caso es un tal John Ray Jr., doctor en filosofía, quien advierte al lector sobre el tipo de libro que tiene en sus manos.
La introducción da paso en seguida a las confesiones de un hombre llamado Humbert, quien las escribe desde la celda en la que espera recibir la noticia de su condena a muerte.
Con esta obra, Nabokov creó uno de los mitos eróticos más perturbadores y perdurables del siglo: la novela es en todo momento un minucioso recorrido por los meandros del deseo, de la pasión perversa y transgresora que acaba trágicamente.
Pero también es un lúcido retrato de la América provinciana, descripta por un extranjero perplejo, como el propio autor. Por encima de todo, "Lolita" es una excelente muestra del talento del autor, escrita con un pasmoso dominio del lenguaje y de las estructuras narrativas, llena de giros sorprendentes, guiños y diversas parodias de géneros literarios, como el melodrama o la novela libertina.
En su multifacética obra, que abarca la poesía, la novela y las obras de teatro, Nabokov se reveló como romancero fantasioso, virtuoso narrador y gran humorista.
Desde su propio punto de vista, sólo un contemporáneo en Estados Unidos estaba a su altura, J. D. Salinger, autor de "El guardián entre el centeno".
A fines de los años 50, Nabokov se trasladó con su mujer Vera a Suiza. Cada vez más excéntrico, vivía en una suite del Grand Hotel, traducía novelas rusas al inglés -y a veces de vuelta a su lengua original- y cazaba mariposas. (Télam)