Por Norman Thomas di Giovanni
Permítaseme ilustrar con otro ejemplo nuestro método de traducción, aplicado esta vez a un texto breve, el cuento "Pedro Salvadores".
Con una extensión de tres páginas, "Pedro Salvadores" es un relato ambientado en Buenos Aires durante la dictadura de Rosas, hace unos ciento cincuenta años. Para huir de una muerte segura a manos de las autoridades, un hombre se oculta y vive nueve años en la oscuridad de su propio sótano. Borges escribió el cuento en junio de 1969, para su libro Elogio de la sombra. Había andado con el cuento en la cabeza durante mucho tiempo, después de habérselo oído contar a su madre, que a su vez lo había oído de labios de su padre. En el otoño de 1967, mientras estaba en Harvard, Borges había dictado en inglés tres frases de ese relato a su secretario Juan Murchison, estudiante de posgrado anglo-argentino a quien luego se lo dedicó. Después dejó el texto a un lado por un tiempo. Nuestro problema en la traducción fue cómo hacer totalmente inteligibles para el lector de habla inglesa los complejos antecedentes históricos argentinos de la narración.
De entrada, Borges nos dice que uno de los tres personajes del cuento es "la vasta sombra de un dictador", pero, como todos los argentinos saben quién era ese dictador, no se lo menciona por el nombre más que de paso, hacia el final. Del mismo modo, se menciona una batalla sin explicarnos su importancia. Borges vuelve a dar por sentado el conocimiento del lector, así como un escritor norteamericano no tendría que explicar la importancia de Yorktown o de Appomattox, y un escritor inglés la de Hastings o Waterloo. Al pasar, nos enteramos de que Salvadores es unitario; nos enteramos de que un grupo de jinetes nocturnos es la Mazorca; y hay una referencia misteriosa a "la vajilla celeste". No se explica ninguno de los términos o de las palabras. �Cómo podríamos tratar esos detalles fundamentales en la versión inglesa? Y entonces, para complicar aún más las cosas, estaba el hecho de que era un cuento muy breve -no más de seiscientas o setecientas palabras-: para introducir cualquier elucidación en nuestra versión al inglés, tendríamos que ser muy hábiles. Lo que estaba en juego en la traducción era la diferencia entre leer dos o tres páginas interesantes, en las cuales el lector nunca sabría bien qué pasaba, y leer una historia que se pudiera entender y sentir.
"Un hombre, una mujer y la vasta sombra de un dictador son los tres personajes", comienza el segundo párrafo. El hombre se llamaba Pedro Salvadores; el abuelo de Borges lo había visto unos días o unas semanas después de la batalla de Caseros. Le pregunté a Borges qué importancia tenía la batalla de Caseros. "Fue la caída de Rosas", me dijo. Le sugerí que lo dijéramos, y Borges aceptó. Primer problema resuelto. Escribimos: "My grandfather Acevedo saw him days or weeks after the dictator's downfall in the battle of Caseros". La historia continúa: "Pedro Salvadores, tal vez, no difería del común de la gente, pero su destino y los años lo hicieron único. Sería un señor como tantos otros de su época. Poseería (nos cabe suponer) un establecimiento de campo y...". Aquí encontramos otro problema. El original en español dice "y era unitario". Borges pensaba que el lector de habla inglesa no captaría este detalle de la historia argentina, y por lo tanto habría que sacarlo. A mí, en cambio, me parecía que si él me explicaba las circunstancias, podríamos hacer que la referencia tuviese sentido en la traducción. También sentía que era esencial para el cuento establecer con claridad los dos bandos, y qué mejor sitio que ése. Salvadores era unitario; Rosas, federal. Pero no queríamos complicar las cosas introduciendo un nuevo término. Le pregunté a Borges si eso significaba que Salvadores estaba en contra de la tiranía. La respuesta fue que sí. Entonces lo diremos, sugerí, y con agregar cuatro palabras tuvimos una solución para el problema unitario. Satisfecho y desconcertado, Borges me hizo esta broma: "�Ahora está usted seguro de que el lector no pensará en Emerson y en Nueva Inglaterra?". Las últimas palabras de nuestra traducción eran éstas: "He owned (let us suppose) a ranch in the country and, opposed to the tyranny, was on the Unitarian side".
Es aquí, en la sexta oración del párrafo, donde Borges menciona al segundo personaje, la mujer. Sólo se nos dice que su apellido era Planes; a continuación nos enteramos de que Salvadores y su mujer "vivían en la calle Suipacha, no lejos de la esquina del Temple". Sin necesidad de preguntárselo, Borges se apresuró a explicarme que el Temple ya no existía, pero que era el antiguo nombre de Viamonte. "Pero como esas calles no significarán nada para el lector, puede usted quitarlas si lo desea -dijo-. O puede poner, simplemente, `en el centro de Buenos Aires' ". Yo argumenté que cuando leía a escritores ingleses -eso era antes de irme a vivir a Inglaterra-, si bien las calles de Londres significaban poco para mí, igual agradecía encontrar sus nombres, ya que en mi imaginación daban más verosimilitud a Londres. Borges estuvo de acuerdo, y conservamos los nombres. Pero me gustaba su idea y pensé que también debíamos usarla; además, recordando lo que me había contado sobre la topografía de la vieja Buenos Aires -por ejemplo, que el actual Barrio Norte fue en una época la orilla de la ciudad-, se me ocurrió que si introducíamos la palabra "ahora" podríamos dar a entender el crecimiento de la ciudad durante el último siglo. Este fue el resultado: "... they lived together on Suipacha Street near the corner of Temple in what is now the heart of Buenos Aires".
Después viene una descripción del sitio donde viven, una casa típica del Buenos Aires de la época, con "la puerta de calle, el zaguán, la puerta cancel" y "la hondura de los patios". Yo ya conocía esa metáfora de uno de los poemas de Borges en los que habíamos trabajado en Cambridge, y para entonces, como vivía en Buenos Aires, sabía personalmente qué significaba la hondura de los patios. Las casas antiguas de Buenos Aires son estrechas y extraordinariamente profundas, con una sucesión de patios. El primero, ajedrezado con baldosas blancas y negras; el tercero, generalmente de tierra, con una parra. Resolvimos que la mejor manera de expresar eso en inglés era decir "a row of two or three patios". Pero ahora, después de tantos años, no sé si no habría sido mejor poner "a depth of patios".
En ese punto del texto concluye la información histórica y comienza la narración. Me pareció que ése era el sitio indicado para contar algo sobre el dictador. Borges y yo coincidíamos en que había que decir a nuestros lectores quién era ese dictador. Al comienzo del párrafo nos enteramos de que los personajes son tres; después se nos da algo de información sobre los dos primeros. Ése es, entonces, el momento para redondear la presentación de los personajes y para mencionar a Rosas. Nos limitamos a agregar al cuento estas palabras: "The dictator, of course, was Rosas". Entonces empezamos un nuevo párrafo.
"Una noche, hacia 1842 -comienza ese párrafo-, oyeron el creciente y sordo rumor de los cascos de los caballos en la calle de tierra y los vivas y mueras de los jinetes". Ahora viene la referencia a la Mazorca, que tendríamos que explicar. Después de oír la descripción de Borges, la vi como las tropas de asalto de la época. La solución más directa que encontramos fue decir: "This time Rosas henchmen did not ride on". Tres frases más adelante se vuelve a usar la palabra, pero como ya se la había explicado creímos que en esa ocasión no era necesario traducirla ni explicarla. El cuento continúa así:
Aquí, con la mención de la vajilla celeste, se presentó nuestro último problema. Al leer por primera vez "rompieron toda la vajilla celeste", sentí curiosidad. Lo que decía Borges �era que habían roto toda la vajilla de Salvadores, que por casualidad era celeste, o de toda la loza sólo habían roto las piezas celestes? Sólo las celestes, me informó Borges, porque el celeste era el color de los unitarios. Y cuando un lector argentino ve "vajilla celeste", pregunté, �sabe inmediatamente de qué le están hablando? Sí, dijo Borges, todo el mundo lo sabe. En ese caso, teníamos que asegurarnos de que también lo supieran todos los lectores de habla inglesa. La mejor manera de hacerlo, pensé, era introducir la información entre paréntesis, recurso que Borges empleaba con frecuencia. En el borrador escribí "(for blue was the colour of the Unitarians)"; pero al ver esas palabras supe que podía eliminar tres. Esto es lo que quedó: "The men did not believe her; they flogged her, they smashed all the blue chinaware (blue was the Unitarian colour), they searched the whole house, but they never thought of lifting the rug". A partir de ahí, el resto de "Pedro Salvadores" fue bastante fácil. Habíamos hecho toda la traducción juntos en dos cortas sesiones de trabajo. Curiosamente, "Pedro Salvadores" apareció traducido al inglés en The New York Review of Books antes de ser publicado en español.
En varias ocasiones, Borges y yo tuvimos la oportunidad de hacer nuevas traducciones de algunos de sus mejores cuentos, que ya habían sido traducidos al inglés hasta tres o más veces. He comparado el resultado de nuestras versiones con la limpieza de viejos cuadros. Nuestro esfuerzo consistió en hacer todo lo posible por restaurar la claridad, la nitidez y el color de los originales. Una vez, al leerle la versión final de su cuento "Las ruinas circulares", Borges lloró. "Caramba -dijo-, ojalá pudiera escribir así todavía". Ésas eran las versiones de su obra que Borges había esperado mucho tiempo y que consideraba definitivas.