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De Raíces y Abuelos: La tierra prometida
Contra las creencias populares de la década de 1930, Eduardo Cecchini descubrió agua dulce en Colmena, una localidad del norte santafesino. En una crónica de la época, el inmigrante italiano auguraba un futuro halagüeño para esa región.


Luisita Gesualdo de Bertoni se contactó con De Raíces y Abuelos para recordar la vida de su abuelo materno, Eduardo Cecchini, un inmigrante italiano que hizo un gran aporte a nuestra región al haber descubierto agua potable en la localidad de Colmena, en el norte santafesino, en 1929.

Munida de diversos ejemplares del diario El Orden donde se mencionan sus actividades y aquel hecho inédito, además de títulos de propiedad de las tierras que su antepasado adquirió en Reconquista luego de su llegada a América, Luisita habló con mucha emoción y orgullo a su abuelo italiano.

Las notas periodísticas mencionan a Cecchini como un "digno colaborador de la obra que realiza su padre, el caballero Don Pedro Cecchini, de la firma Cecchini e Hijos, persona joven (el hijo), activo y entusiasta hombre de acción".

En este sentido, Luisita advirtió que se destacó porque luego de llegar desde su Italia natal y, contra todo lo que la gente decía en aquella época, que no había napas de agua dulce en esas tierras norteñas, él insistía que había, lo que comprobó luego de hacer las perforaciones.

El domingo 10 de noviembre de 1929, el diario El Orden publicó una entrevista a Eduardo Cecchini por haber encontrado agua a 12 metros de profundidad en Colmena, hecho destacable ya que "desde Vera al norte no se registra otro caso de perforación con resultado positivo", según advierte la crónica.

La nota -con modismos que poco se podrían usar en el periodismo gráfico actual- dice que "Don Eduardo Cecchini es una figura popular en Colmena. Fue uno de los primeros pobladores de estas regiones donde llegó allá por 1900, sin más atributos que su honestidad y su predisposición invariable hacia el trabajo".

Fiel testimonio de la época


También menciona que "no obstante el peso de sus 70 años, nada lo desanima y siempre sus iniciativas son dignas del mejor elogio. Es poseedor de una cuantiosa fortuna que nada puede envidiar y entregarse al descanso y, sin embargo, siempre el tiempo le es corto para sus múltiples tareas".

"Al conocer la noticia -dice nuestro corresponsal- me apersoné al chalé de este digno señor, quien me recibió con su acostumbrada deferencia pues no hace mucho tiempo escribí en El Orden un artículo en el cual decía que la agricultura era una rama poco menos que imposible en estas regiones de suelo tan salitroso, pues de Vera al norte no se registra un solo caso de perforación con resultado positivo de agua potable, hasta las fronteras con el Chaco.

"Si señor, me dijo Cecchini, es exacto y tan exacto que lo autorizo a decir en mi nombre a todo incrédulo y pesimista que he hallado agua dulce después de múltiples trabajos. Colmena tiene un porvenir halagüeño en cuanto a colonización. Los pozos que he perforado con buen resultado se encuentran en el kilómetro 8 y en el 12, del decowille de Colmena, al este de esta estación y a orilla del estero. Ahora trataré de encontrar el curso de la napa al oeste, que creo es como una veta de aguas cristalinas que pasa por aquí mismo", auguraba.

En otra parte de la nota, el periodista indicaba que otros benefactores ("hombres de acción") de Colmena eran Pedro Cecchini (hijo de Eduardo), Juan Morel, Aníbal Arronga y Salvador Ballores, además de destacar hombres del comercio de la colonia Siria Libanesa, como Juan Antón, Cecilio Luna, Asef e hijo, Ricardo Peñalva (criollo), Camilo Atala, Raymundo Alfayatte (español), Yalil Hayes, Isaac Fáriz, Juan Sarquís y Salomón Schpeir.

Pionero del trabajo


Más datos pudo obtener De Raíces y Abuelos sobre la vida de este pionero en la nota publicada el 25 de octubre de 1932 por El Orden, recorte que su nieta Luisita conserva celosamente y con gran afecto.

Aseguraba que Eduardo Cecchini fue "un pionero del trabajo en esta localidad (Colmena)", "un extranjero que se ha gastado todas o gran parte de sus energías en esta tierra de promisión".

Don Eduardo Cecchini nació el 9 de junio de 1870 en el pueblo de Fontanalucia, departamento de Montefiorino, provincia de Módena, Italia. A los 14 años se trasladó a Philippille (Argelia, Africa), posteriormente a Botná para dedicarse a la elaboración de maderas de cedro para construcciones y luego trabajó en el ferrocarril. Desde 1888 hasta 1889 trabajó en las minas de Yandely y en 1890 llegó a Colló y luego a Bessonburg, donde se desempeñó en la Compañía de la Petit Cabili, en la elaboración de durmientes de robles y madera de pino para construcciones.

También trabajó en la firma Waligovsky y Merlo, haciendo maderas de pino, adoquines para las calles de la ciudad de Alger. En 1893 fue llamado por esa última empresa para trabajar en la línea férrea que iba de Salónica a Constantinopla (Turquía, Europa) como jefe del Taller de Pierr, como lo demuestra un certificado otorgado por dicha firma el 18 de junio de 1895.

De Italia a Calchaquí


En 1896 -continúa la crónica del diario El Orden-, Cecchini regresó a su país natal para contraer enlace con Filomena Cattalini y, con la idea de regresar nuevamente a Turquía, lo que no pudo hacer porque el gobierno italiano se negó a otorgarle el pasaporte por haber estallado en aquel país un movimiento subversivo. Por ese motivo, Cecchini perdió una suma elevada en herramientas por no haber podido regresar a buscarlas.

El 9 de enero de 1897 se embarcó para la Argentina, en compañía de su esposa y un hijo, llamado Roberto de 3 meses, y se establecieron en el pueblo de Calchaquí, provincia de Santa Fe. Ingresó a trabajar en el aserradero que los señores Hartenek y Cía., poseían en esa localidad, durante 5 años (1897 y 1902). Entre 1902 y 1903 se desempeñó como contratista de montes y cargada en el kilómetro 302 de la vía del Ferrocarril Santa Fe (ramal a Reconquista), y entre 1903 y 1904 como contratista de montes en Villa Guillermina y de 1904 a 1922 como contratista de obrajes y cargada en La Forestal Ltda. en Estación Colmena, "demostrando competencia en ambas actividades, como lo demuestra un certificado otorgado por La Forestal del 4 de abril de 1924".

Desde 1922 hasta 1932 trabajó por su cuenta en la explotación de bosques, aserradero y haciendas y, desde 1928 lo secunda en sus tareas su hijo Pedro Cecchini "(actualmente de la firma Eduardo Cecchini e Hijo)", aclara.

"Las actividades de estos laboriosos industriales siempre les han permitido ocupar centenares de obreros; su conducta moral y comercial ha sido y es intachable, hombre franco y muy recto en sus procedimientos, hombre industrioso y progresista, que ha sabido granjearse siempre las simpatías de todos aquellos que han tenido ocasión de tratarlo, hombre benefactor y mirando siempre de aliviar la situación de aquellos necesitados y a la vez socio de varias instituciones de beneficencia", concluye la crónica.

Mariana Rivera