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En el único encuentro disputado en nuestro medio por la décima jornada de la fase final del
Más allá de los cinco puntos obtenidos por una victoria que se construyó en base a una gran dignidad y convicción en sus propias fuerzas, Universitario cerró su participación más endeble de los últimos tiempos en competencias oficiales, ya que culminó en la última posición.
Sin embargo, la forma en la que accedió al triunfo permitió que asomara una imagen mucho más acorde con sus valiosos antecedentes, lo cual no es poco, atendiendo al cúmulo de dificultades que valientemente soportó su remozado plantel superior durante el fenecido torneo.
Esto no hace más que ensalzar la valiosa "materia prima" que subyace en ese grupo, la que seguramente sabrán amalgamar sus conductores para cimentar un futuro mejor.
El primer tiempo culminó 9 a 8 en favor del visitante, luego de un trámite anodino y predecible, del cual no quedó prácticamente nada para rescatar. El complemento mostró ciertos matices interesantes, sobre todo porque en base a voluntad, se generaron algunas acciones que le otorgaron una dosis de emoción al desarrollo.
Dentro de ese contexto deslucido y parejo, el vencedor fue mucho más práctico y efectivo, aprovechando al máximo las escasas posibilidades de las que dispuso, además de defender con enorme entereza en todos los sectores del campo de juego.
Priorizando la fortaleza anímica colectiva, Universitario también mostró la gratificante imagen de algunos de sus "novatos", erigidos en verdaderos baluartes de la meritoria conquista.
Como los casos de Juan Manuel Rivero, Gastón Pohleny y José Weisenberg, quienes realmente jugaron en buen nivel, denotando un protagonismo propio de rugbiers con mucha mayor experiencia de la que poseen.
Como contrapartida, Santa Fe Rugby Club fue una sombra del equipo que no sólo supo jugar de igual con los más poderosos, sino que hasta logró superarlos, mostrando una sumatoria de virtudes que ayer inexplicablemente estuvieron ausentes.
Quizás su gran defecto se focalizó en la utilización de la importante cantidad de pelotas que obtuvo un pack que fue notoriamente superior al resto del equipo.
Las falencias en la conducción y en la toma de decisiones se transformaron en el factor clave, que no sólo desdibujó la producción sino que fundamentalmente atentó seriamente contra sus posibilidades de éxito.
Pese a que poseyó más de una ocasión para revertir el resultado final, quedó claro que en el propio seno del vencido radicó gran parte de la argumentación de la derrota.
Por ende, amén de una caída que no modificó nada desde lo estadístico, quedó una imagen "desteñida" de un equipo que evidenció un notorio crecimiento con respecto a temporadas precedentes, el que sin dudas no se refleja con exactitud en los guarismos finales de la exigente competencia concluida en la víspera.
El encuentro se disputó en el barrio Las Delicias, con el referato del rosarino Juan Pablo Spirandelli y ante un regular marco de público.
Con la victoria conseguida ayer en el Parque General Urquiza de la capital entrerriana ante Gimnasia y Esgrima de Rosario por 35 a 27, el
El match, arbitrado por el santafesino Martín Rodríguez fue intenso y emotivo de principio a fin, pese a que ambos protagonistas cometieron numerosas imperfecciones, en un contexto donde prevalecieron nítidamente las acciones ofensivas.
� En cuanto al clásico rosarino, finalizó con el triunfo del Jockey Club sobre Duendes por 21 a 14, luego de un trámite que dejó escaso margen para el elogio. El resultado no modificó nada, ya que Duendes se había consagrado campeón el sábado anterior, mientras que Jockey tenía asegurado el segundo puesto.
En lo que respecta a la zona
Old Resian superó a Logaritmo por 24 a 19 en la condición de visitante y Provincial de Rosario hizo lo propio con Tilcara por 28 a 23.
Además, Universitario de Rosario eclipsó las ilusiones de CRAI de acceder a la última plaza para el Interior 2002, venciéndolo por 20 a 12.
César Miño