Pantallas y Escenarios: PAN-03 Hollywood y los servicios sociales


El cine testimonial está siendo tomado como espectáculo de feria, en otro de los dislates que propone Hollywood. El sentido de esta película no deja de ser loable, como es el denunciar las falencias de los servicios de salud, y también de seguridad, de los Estados Unidos, en esta etapa neoliberal. Para el caso se toma lo que sucede a un hombre de una clase media en declive, que un día encuentra que su pequeño hijo sufre de presión arterial a causa de un corazón deficiente.

Los médicos informan que de no mediar un trasplante, la vida del pequeño se extinguirá. Tal recurso no es cubierto por el seguro social y aquí comienzan los dramas de este padre (interpretado por Denzel Washington en otro correcto trabajo), que deambula de oficina en oficina, sin encontrar respuesta a sus necesidades. Hasta aquí Nick Cassavetes (hijo del gran John), maneja su material con mesura y hasta nos deslumbra con la espectacular secuencia inicial de un accidente.

Pero nuestro héroe toma una decisión desesperada y tomará el hospital donde está internado su hijo, en donde todos los pacientes en espera se transforman en rehenes y la directora del mismo y el médico jefe comienzan a tomar partido en esta forzada situación. Lo que venía más o menos bien, Cassavetes lo transforma en otra aventura hollywoodense, en donde para que la receta funcione sólo faltan buenos actores, un buen suspenso con montaje alternado y un buen final.

Todo eso está garantizado y hasta algún personaje interesante como el guardia gordo del hospital, quien observa siempre con parsimonia y liviandad. Pero es lamentable que todo se convierta en un show más, con ese sentido negativo del entretenimiento que sólo alcanza para consumir tiempo con recetas reiteradas. Este filme vuelve a plantear por otra parte, el recurso individual antes que el social, lo que la desvirtúa completamente frente al propósito inicial.

Juan Carlos Arch