¿Quién no ha esperado con ansias la llegada del fin de semana para reunirse con la familia o con amigos a comer un rico asadito? Y sí, la crisis económica impone cambios y obliga a dejar de lado algunos gustos que creíamos impostergables.
Muchos carniceros de Santa Fe consultados, confesaron que mientras hace unos meses los clientes les sacaban de la mano los mejores cortes para la parrilla desde el viernes, ahora esperan hasta último momento para hacer las compras, y si se asoma alguna nube por el cielo no dudan un instante en cambiar el menú. Incluso, desanimados, reconocieron que "antes el sábado sólo quedaban las pulpas, pero ahora sobra de todo".
Los precios de la carne subieron considerablemente en los últimos meses, al punto de convertirla en un bien preciado que se sirve en la mesa pocos días de la semana. Muchas amas de casas optaron por incorporar más verduras, legumbres y pastas, o cortes más económicos como el puchero (que incluye falda y aguja) o huesos.
Ni siquiera se puede pensar en cocinar pollo, el cual a pesar de haber bajado un poco su precio, rinde menos que la carne y tampoco se adapta al bolsillo de la castigada economía familiar.
"El consumo de carne viene bajando en este último tiempo, al punto de registrarse una merma de entre el 30 y el 40 por ciento. Lo que pasa es que el poder adquisitivo de la gente no está acorde con el aumento", afirmó un comerciante.
Los productos elaborados, como las milanesas y hamburguesas, evidenciaron una retracción aún mayor. Es lógico, porque la gente busca las alternativas más económicas para no dejar de incorporar los nutrientes esenciales que aporta la carne.
Según referenciaron, el aumento de los precios responde, por un lado a la exportación, y por otro, a que no se consigue hacienda "gorda" en los remates porque no hay pastura suficiente.
Por el contrario, el consumo de achuras ha experimentado una leve suba. Desde una achurería local explicaron que "la gente pide más chinchulín, riñón, tripa y chorizo para hacer más contundente el asado, porque no pueden comprar tanta carne".
Pero los problemas no dejan de aparecer para los carniceros. El bajo consumo de productos cárneos trajo como consecuencia una disminución en la matanza de animales, por lo que también escasean las achuras en los comercios locales.
Si bien la venta de cortes de cerdo no es la mayoritaria, increíblemente está más barata que la carne vacuna. Históricamente su precio se ha ubicado entre un 15 y un 20 por ciento por encima de la carne vacuna.
Los pronósticos son un tanto alentadores: "Creo que dentro de un mes y medio aproximadamente, cuando haya más pastura, podría empezar a normalizarse la situación, aunque el precio no volverá a ser el de hace un año atrás", confesó un carnicero esperanzado. Será cuestión de esperar y acostumbrar el paladar a otros gustos también sabrosos.