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Un recreo por la infancia
Un festejo muy particular del Día del Maestro se realizó el fin de semana pasado. Una veintena de ex alumnos homenajeó a su querida maestra, Susana Codoni, luego de 43 años de haber terminado el sexto grado en la Escuela Belgrano.


El sábado pasado, y después de 43 años de haber terminado la primaria, un grupo de ex alumnos de la Escuela N° 2 Manuel Belgrano decidió reunirse para homenajear a quien fuera su maestra desde el Primero Inicial hasta el sexto grado, Susana Codoni, unos días antes de celebrar su día.

La iniciativa fue tomada por algunos de esos ex alumnos, quienes cursaron sus años de primaria entre 1953 y 1959, muchos de los cuales viven todavía en Santa Fe y se pusieron en contacto con otros compañeros que por razones personales o laborales viven en otras latitudes del país.

Durante el homenaje a su maestra no faltaron algunas lágrimas de emoción por la posibilidad que les daba la vida de poder reencontrarse con su querida Susana, quien hoy tiene 87 años, con muchos recuerdos lejanos en el tiempo, pero que siguen guardados en un rincón de sus corazones.

Luego de un merecido reconocimiento en la casa de su querida maestra, juntos fueron a cenar al Club El Quilla, en pleno Parque del Sur. Los participantes refrescaron su memoria a través de un pequeño trabajo de recopilación de fotos, recortes periodísticos y algunas referencias de aquellos años que caracterizaron su infancia, organizado por Carlos Candioti.

El trabajo comenzaba haciendo referencia al barrio Sur, donde se emplaza la Escuela Belgrano, en Amenábar y San Jerónimo, y explicaba que era "el mágico barrio, donde parece que está contenido todo el pasado, y las campanas y los templos despiertan recuerdos con sus voces antiguas; allí donde empezó la historia de la ciudad y donde también empezó la historia de este reencuentro".

También mencionaba algunos datos sobre aquel majestuoso edificio que todavía se conserva en esa esquina sureña. Explicaba que durante la gobernación del Dr. Menchaca, entre 1912 y 1916, se decidió construir el local de la Escuela Belgrano, y que fue inaugurada en 1917.

Política en la escuela


En otras de sus páginas ofrecía una pequeña referencia de los acontecimientos políticos que marcaron esos años en que estuvieron en la escuela primaria, ya que "entramos en 1953, con Perón, y salimos con Frondizi", motivo por el cual -aseguraba- "la política no estuvo ausente en nuestra formación infantil: el primer aula que ocupábamos se llamaba Evita, y los libros de lectura traían fotos de Perón y Evita".

Los alumnos fueron José María Barreiro (el Negro); Jorge Bera; Alberto Biscari; Carlos Bontempi (el Bocha); Carlos Candioti (Chenry o Cabezón); Luis Alberto Candioti (Luisa, por lo de Luis A.); Ricardo Carrasco; Alfredo Coppolecchia (Copito); Raúl Corti (Calicha); Alberto Estrada (Gordo); Rodolfo Giavedoni; Claudio Martínez (Loco); Carlos Olivera (Pititi); Jorge Olivera (el segundo Olivera); Augusto Penna (Augustito o Conciso); Mario Peretti (Menega); Guillermo Rodríguez (Picle); Daniel Ruiz Morento (Fito); Jorge Tornay; Raúl Scheiner; Carlos Torres del Sel (Sensación); Marcelo Torres del Sel (no tenía apodo, porque él era el encargado de ponerlos); y Mario Vigo (Marito).

Juegos, cine e historietas


La reseña que compartieron con su maestra también mostraba cuáles eran las actividades que caracterizaban a los niños de los años '50, en los que no existía la televisión, y la lectura de historietas (como Tía Vicenta, aconsejada y hasta prestada por su maestra), los matinés del domingo en los tantos cines de la época o colarse en el tranvía eran sus mayores placeres.

Aseguraba que "el encuentro con los compañeros de la escuela primaria es el desencadenante suficiente para un desfile de recuerdos, que son muy gratificantes por el sólo hecho de remitirnos a una época en que el juego era prácticamente el centro de nuestras vidas".

Distracciones de la época


Algunas de las distracciones que tenían era caminar por el sendero que había en las barrancas que separaban el convento de San Francisco (a unas cuadras de la escuela) del lago de El Quilla; colarse en el tranvía; leer Roy Rogers, El Tony, El Llanero Solitario, Patoruzito, Hora Cero o cualquier otra revista de historietas que "alimentaban sus fantasías pletóricas de salud"; o ir al matiné del domingo, en el que podían ver tres películas.

En aquellos años nuestra ciudad tenía gran cantidad de cines, la mayoría de los cuales ya no existen, como el Mayo, Ideal, Colón, Moderno, Santa Fe, Urquiza, Esperancino, Avenida, Auditorio, Belgrano, Roma, Doré, General Paz, Gran Rex y Apolo. Un recorte de El Litoral de mediados de la década del '50 da testimonio de esos espacios que ofrecía la ciudad.

El trabajo también incluía fotos de su maestra, las que recordaban al grupo de alumnos en cada año de su primaria, y de actos escolares en el patio de la escuela, además de muchos recortes del diario El Litoral que mostraban la actuación de sus alumnos en competencias deportivas de natación, pelota al cesto o básquet.

Otro grato recuerdo era una hoja (que guarda Susana hasta el día de hoy) en la que uno de sus alumnos, Claudio Martínez, la había dibujado con todas sus cualidades, sin faltar sus cigarrillos ("un hobby"), libros ("su alimento cerebral") y anteojos. Los textos que acompañaban a la ingeniosa ilustración también habían sido escritos por Mario Vigo.

El trabajo también hacía referencia -a través de otro recorte de El Litoral- al Premio Maestro 2001, que otorgaron el año pasado a su maestra Susana Codoni el Instituto Sarmientino de Santa Fe y Amsafé La Capital. Explicaba que fue un orgullo para sus ex alumnos saber que lo había recibido, aunque era "uno de los tantos que debe haber tenido Susana en sus muy bien vividos y jóvenes 87 años".

En este sentido, aseguraba que "ningún premio del mundo puede llegar a expresar el agradecimiento que esta mujer, maestra y verdadera segunda madre, se merece", y agregaba que "en nuestros corazones tenemos todos muy profundamente grabada la palabra gracias para Susana".

A la hora señalada


Entre las dos columnas de la esquina noreste del patio de la escuela Belgrano había una vieja campana cuyo tañido marcaba la hora del recreo, un momento siempre feliz para los alumnos.

Este Día del Maestro fue muy especial para este grupo de ex alumnos: luego de 43 larguísimos años, la vieja campana volvió a llamar dentro de sus corazones y los "chicos" volvieron a reunirse en un mágico recreo donde volvieron a disfrutar la alegría de sentirse nuevamente niños.

La convocatoria no necesitó de nada especial, porque la respuesta ya se sabía garantizada de antemano. Y todos, tanto los de nuestra ciudad, como aquellos a quienes la vida dispersó por Salta, Córdoba, Buenos Aires, La Plata y Rosario, acudieron emocionados a una cita que, finalmente, los reunió el sábado pasado, la fecha más cercana elegida entre todos a la del Día del Maestro. Su "Señorita Susana" se había convertido en el epicentro de este simpático y saludable ejercicio de volver a vivir...

El encuentro, que se había pactado a las 20.25 horas en la Plaza Mayo, se fue concretando con los primeros ansiosos que llegaron con unos cuarenta minutos de anticipación, y los abrazos fundieron en un solo corazón a Carayá (José Barreiro), Coppito (Alfredo Coppolecchia), Chenry (Carlos Candioti) y Claudio Régulo (Martínez). Los demás se fueron agregando uno a uno, asistidos por la gracia de un natural y adecuado intervalo, como para dar lugar a la recuperación emocional.

Y como suele ocurrir en este tipo de ocasiones, algunos estaban "iguales", tal los casos de Fito (Daniel Ruiz Moreno), Marito (Mario Vigo), Jorge (Olivera), Sensación (Carlos Torres del Sel) y Pititi (Carlos Olivera).

El reconocimiento del resto, por culpa del camuflaje de algún bigote o de muchas arrugas y canas, solía llevar algunos segundos de más, pero muy pocos. Y como si hubiera estado ensayada una prolija puesta en escena, fueron apareciendo Menega (Mario Peretti), Luisa (por lo de Luis A. Candioti), Marcelo (Torres del Sel), Calicha (Raúl Corti), Alberto (Biscari), el Gordo (Alberto Estrada), el Conciso (Augusto Penna), Bocha (Carlos Bontempi), Ricardito (Ricardo Carrasco), el Indio (actual apodo de Jorge Bera) y Pikle (Guillermo Rodríguez).

Luego de comenzar a recordar juntos aquellas épocas en las aulas de la Escuela Belgrano, caminaron una cuadra por General López hasta 25 de Mayo y tocaron timbre en la casa de siempre de su maestra, quien los esperaba en su living con sus alas abiertas para cobijar una vez más a sus polluelos.

Tributo florido


Embanderados detrás de una enorme azalea que le llevaban de regalo, comenzó un tributo muy agradecido y no menos generoso en besos, caricias y lágrimas. Susana -según contaron sus alumnos- no fue sólo una maestra, sino que supo encarnar como ninguna ese apelativo de "segunda madre" que solía usarse en aquel entonces, y en no pocos casos también tuvo que ser la "primera".

Coppito asumió la tarea de decir algunas palabras y de entregarle una foto y un pergamino con las firmas de todos, como recordatorio de esta singular conmemoración del Día del Maestro de 2002. También hizo una emocionada referencia a los compañeros ausentes: Jorge Tornay (quien murió durante la época del Proceso) y Rodolfo Giavedoni (fallecido este año). Luego de tantas emociones, todos partieron para compartir una cena en El Quillá, adonde se sumó también Raúl Scheiner.

Los recuerdos y las nostalgias siguieron interminablemente hasta el amanecer. Todos se despidieron con un común denominador: el agradecimiento por el regalo que se habían hecho. Fijaron como día del reencuentro al primer sábado de septiembre, pero se juraron no esperar otros 43 años para concretar el próximo.

Mariana RiveraFotos: Mercedes Pardo y gentileza Carlos Candioti