El alerta meteorológico se hizo húmeda realidad
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En el más inoportuno momento la lluvia descargó su máxima intensidad sobre nuestra ciudad.
Entre las 6.30 y las 8, precisamente cuando la mayoría sale a la calle a cumplir con sus obligaciones, se produjo la precipitación más copiosa, llevando el registro total de agua caída a 96 milímetros, al cierre de esta edición.
El pluviómetro del Instituto Nacional de Agua mostró a las 2 unos pocos insignificantes milímetros, y la lluvia con mayúsculas coincidió con el timbre del despertador, para mal de muchos.
La tormenta -varias veces anunciada por el Servicio Meteorológico para aguar el fin de semana largo- llegó sin embargo en la primera jornada laboral, causando grandes complicaciones.
Las calles quedaron anegadas y hubo conductores que invadieron las veredas, peatones que se descalzaron para llegar a trabajar, y muchos padres que optaron por no mandar los chicos a la escuela, regalándoles un día más de descanso.
Sabios (o acaso faltos de un espíritu de aventura urbano imprescindible en Santa Fe) hubo quienes dejaron el auto bajo techo. Temieron que se ahogue el motor pero tropezaron con otro inconveniente, causado por otros conductores igualmente prudentes: casi no había taxis y remises. Los teléfonos de la mayoría de las centrales daban ocupado.
Chalet, San Lorenzo, Estrada, La Ranita, Villa Teresa, 12 de Octubre y San José fueron los barrios que más sufrieron, aunque en el momento de mayor virulencia pluvial encontrar una calle con poca agua equivalía a sacarse la lotería.
Quizá conforme con haber mojado a la mayoría de los santafesinos, la lluvia se detuvo justo a tiempo y los desagües pluviales que de 6 a 8 no daban abasto, comenzaron a funcionar. Los funcionarios de la Municipalidad respiraron aliviados porque sabían que había dos estaciones de bombeo inutilizadas por un robo de cables y tableros durante el fin de semana.
(AREA METROPOLITANA).